A escasos meses de las elecciones municipales y regionales, reflexionamos en torno a las experiencias de gobierno en materia de políticas culturales desde las comunas y los gobiernos regionales. Reflexionamos porque es necesario hacerlo, porque nadie desde los entes del Estado se ha puesto a pensar en la cultura como factor de integración social, como herramienta de combate a la exclusión, como construcción de ciudadanía, de identidad (que tanta falta nos hace a los chimbotanos), y como democratización del acceso a los bienes y servicios que (a la cultura) le es inherente.
Lo que debería ser una de las tareas trascendentales de los municipios y gobiernos regionales (la institucionalización de políticas culturales) no existe en Chimbote, una ciudad donde no se satisface las necesidades culturales de la población con el pretexto de que existe "la imperiosa necesidad de enfrentar otros temas de mayor importancia". La diversidad cultural de nuestro puerto reclama reconocimiento y revaloración, no solo en el discurso político, sino en la práctica cotidiana. La cultura no está en la agenda pública a pesar de ser factor ineludible de desarrollo y pieza clave al momento de diseñar una estrategia que nos encamine hacia el futuro. Los gobernantes ven el crecimiento económico como sinónimo de desarrollo y olvidan (o se niegan a darle espacio) a lo verdaderamente importante.
La construcción de políticas culturales supone mayor visibilidad e independencia de la cultura en el espacio público, reconociendo su transversalidad y complementaridad con otros sectores, y no la subordinación a ellos. Los municipios y el GRA deberían cumplir el rol de facilitar y promover la construcción de políticas culturales y no dejar que nos sigamos empobreciendo como comunidad. Para ello es indispensable la participación de los creadores, profesionales y gremios de la cultura, quienes nunca han podido constituir un movimiento organizado ni una agenda concertada y con herramientas que permitan dialogar fluidamente con los estamentos oficiales. Los gestores culturales no han asumido un rol activo que parta de la premisa de que la inserción de la cultura en la agenda pública y su incidencia en otras políticas públicas y privadas dependerá de su capacidad de elaboración y presencia social, y ése es un grave error que debe subsanarse.
Es tiempo de elecciones y nos preguntamos cuántos aspirantes al sillón municipal y regional han insertado políticas culturales en sus planes de gobierno, cuántos piensan democratizar, dignificar y descentralizar nuestra cultura. Estamos ante un reto y una acción que no debe esperar más. Es momento de exigir lo que se nos debe, no dejar pasar nuevamente la oportunidad de construir. En las próximas semanas "Marea cultural" convocará a un conversatorio sobre políticas y propuestas culturales a propósito de las elecciones municipales y regionales 2010, podría ser un primer paso para encontrarnos y empezar a entendernos.