jueves, 24 de diciembre de 2009

Navidad, este brevísimo pedazo de mi existencia...

Cuando éramos niños disfrutábamos a nuestras anchas la Navidad. Era el gozo total y completo, el éxtasis llegaba a nuestras vidas gracias a la presencia de todos los seres queridos e imprescindibles de nuestra infancia. Y la Navidad en nuestra antigua casa de Miramar era entonces generosa, entrañable, altamente iluminada. La noche se constituía en buena, en extremadamente cálida, en tanto las decenas de niños pertenecientes mayormente a la familia materna generaban el más grande ambiente festivo y familiar que recuerde a lo largo de toda mi existencia. Horas antes de la nochebuena, por casa de Mamá Isabel desfilábamos los nietos y todo adulto que tenía algo que decir, que dar o simplemente que sentir: Poemas, canciones, adivinanzas, improvisaciones, lectura de buenos deseos o saludos; todo era válido a la hora de sacar cara por el apellido que llevábamos puesto en esa especie de concurso, verbena o happening popular celebrados al interior de la entrañable casa de la avenida Pardo...
Cuando se ha vivido intensamente se recuerda como si fuese ayer. Y la memoria trabaja -a pesar del feriado- y el recuerdo aflora, quien sabe porque esta noche es Navidad. A esta altura de nuestras vidas ya no existen más las cálidas veladas de antaño, se han ido para siempre de nuestras vidas y en su seno se han abierto paso la evocación y el empeño de evocarlas con alegría. Éramos felices. Éramos niños y las velas, los dulces, el sorteo de regalos bajo el árbol de lucesitas tocaba y llenaba las fibras más íntimas de nuestras emociones. Así era entonces nuestra pequeña pero enorme dicha. Un árbol, un pesebre, animalitos de cerámica, villancicos en el tocadiscos y el nacimiento con todos los personajes que podíamos imaginar. De ese tamaño era la cena como también la dicha de montar bicicleta nueva en la Plaza 28 de Julio (que ilustra este post), de poseer un Boeing DC-8 a pilas y con luces (para volar alto, para llegar lejos) o de ser propietario de un tocadiscos personal, a pesar que el suscrito jamás se comía la ensalada (ni en la cena navideña siquiera, el muy necio)... A veces me he preguntado dónde estaba en ese tiempo mi soledad, dónde estaba la melancolía...
Es 24 de diciembre, son las seis de la tarde, esta noche es Navidad, y a pesar que este es un blog eminentemente cultural -mayormente literario, dicen- me tomo la licencia y este espacio para hablar de cosas importantes e imperecederas. Hoy vivimos otro tiempo, otra vida y otras emociones. Mucha gente se apena por estos días, por esta época, y es comprensible: hay tanta injusticia... Pero el suscrito ha llegado hasta aquí porque quería decir algunas cosas relacionadas con su mundo y pensaba -como siempre- solamente dejar fluir, sentarse al teclado y permitirse el libre albedrío que ha caracterizado a los grandes o pequeños emprendimientos escriturales y vitales que ha gestado a lo largo de su existencia. Pasaba por aquí (por aquí ando a veces). Quería desearles -again- una feliz Navidad, compartir con ustedes mi nostalgia, este brevísimo pedazo de mi existencia...

8 comentarios:

  1. Feliz Navidad, Gucho, jueliz Navidad, hermano.
    ¡Y que viva la literatura peruana carajo!
    Landeo

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  2. Grande, Gucho. Un abrazo por Navidad y éxitos en el futuro.
    Jorge R.Z.

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  3. Buena Guchowsky. Todos queremos regresar a la infancia. tú lo haces con la poesía. Gracias Marea..
    Javier

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  4. ¡Feliz Navidad -again- amigo! muy bueno tu post... Los tiempos definitivamente cambian y me parece también que disfrute más la navidad de niño que de adulto... Sin duda, la navidad es de los niños!! Saludos...

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  5. Así es, gracias MAREA CULTURAL... y a todos los que te acompañan...

    jesus jara.

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  6. muy bueno el artículo, es verdad hoy parece reinar solo la soledad y la melancolía, Tania

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  7. Es hora de almuerzo pero le robé unos minutos a la mesa para entrar a chequear Marea cultural (como cada día). FELIZ NAVIDAD.
    Son los sinceros deseos de
    Zu

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  8. GRACIAS MAREA, GRACIAS AUGUSTO. ESTE 2009 NSE VA PERO QUEDA EL RECUERDO DE UN AÑO ENORMEMENTE BUENO JUNTO A USTEDES LOS DE MAREA.
    LARGA VIDA, BON VOYAGE

    LAURA SOSA

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