Hoy terminé de corregir las primeras pruebas de 'Mundo cachina', que llegaron hace unos días a mis manos provenientes de la editorial. La corrección es uno de los procesos más importantes para la realización de un libro, qué duda cabe.
Contrariamente a lo que se piensa, ni siquiera se termina cuando el volumen sale de imprenta, sino que va más allá, pues un buen editor seguirá
haciendo anotaciones para las reediciones futuras.
Es casi imposible conseguir “la edición perfecta” (un libro
que no tenga absolutamente ningún error), pero es necesario acercarse a la perfección. De haberle confiado el libro a un corrector, quien sabe no hubiese respetado el estilo en que fue escrito, sus giros lingüísticos, la forma de expresarse de los personajes, etcétera, centrándose en las imprecisiones en el
uso de la lengua, la construcción gramatical inadecuada, las
repeticiones (de palabras o incluso de sonidos), la concordancia verbal o
la falta de fluidez y de claridad.
Hoy terminé la corrección (la primera de ellas), ahora queda cerciorarse que los cambios se produzcan tal cual en pantalla. Al menos así me aseguro que el editor no olvide que el texto es del autor, no de la editorial. No todos entienden que mis múltiples e incontables anotaciones al margen, flechas, asteriscos, círculos y post it adheridos al borrador, no pretenden destruir el libro, sino mejorarlo.
En unos días más, 'Mundo cachina' volverá a circular (en su segunda edición) después de prolongados seis años. Una vez más, el libro dejará de pertenecerme, los lectores se apropiarán de él en los más remotos lugares. Que sean estos últimos bienvenidos.
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