Eric Rohmer tenía 89 años y hasta prácticamente el final no quiso apartarse de la cámara. Era no sólo uno de los cineastas franceses con más prestigio internacional, sino uno de los más longevos al pie del cañón. (La semana que pasó) se apagó en París a punto de convertirse en nonagenario y tras una semana de hospitalización según anunció su productora, Les Films du Losange. Una muerte discreta como discreta fue su vida privada.
A lo largo de medio siglo firmó un total de 24 largometrajes, aunque el cine, al que ha dedicado buena parte de su existencia y de su genio, no fue su primera ocupación. A él llegó desde la literatura. Antes de sucumbir al celuloide fue profesor de letras y escritor. Su primera novela, «Elisabeth», la publicó en 1946, con sólo 26 años, bajo otro nombre: Gérard Cordier. Y con otro seudónimo, el de Eric Rohmer, ha alumbrado títulos tan célebres como «El rayo verde» (1986), por el que fue galardonado con el León de Oro en el festival de Venecia, y «La rodilla de Clara», por la que obtuvo el Premio Louis Delluc en 1971. Un seudónimo con el que ha sido admirado a lo largo de este tiempo sin que la mayoría supiera que en realidad Rohmer nació con el nombre de Jean-Marie Maurice Scherer en 1920 en la localidad de Tulle, en el centro de Francia. Su nombre está indisolublemente unido a los de François Truffaut, Jean-Luc Godard o Claude Chabrol, junto a quienes erigió la Nouvelle Vague y que supuso una auténtica revolución en el séptimo arte francés... Lea la nota completa vía La Razón.es
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