Augusto Rubio Acosta
En nuestra región, pocos ciudadanos son conscientes de la
necesidad de implementar políticas culturales, que a su vez desarrollen
programas culturales y éstos a su vez proyectos culturales, los mismos que
ejecuten eventos de cultura o ‘actividades culturales’ que -dicho sea de paso-
en nuestra jurisdicción se realizan en considerable número, con diferentes
resultados, pero siempre (evidencias sobran al respecto) sin saber adónde se
dispara, adónde se va.
La siguiente fórmula o sucesión de términos es prácticamente
desconocida para quienes de una u otra forma están vinculados al tema cultura
en la jurisdicción en que vivimos:
POLÍTICAS CULTURALES → PROGRAMAS CULTURALES
→ PROYECTOS CULTURALES → EVENTOS CULTURALES (ACTIVIDADES)
El proyecto cultural constituye entonces el tercer
eslabón de esta cadena y tiene como misión generar un cambio, paliar
necesidades que han sido detectadas en una fase anterior a su realización. Su
fin es ese y debe tener capacidad transformadora. El evento en cambio responde
a los objetivos del proyecto y debe estar a su servicio, no tiene sentido de
forma aislada.
En nuestra región abundan ‘eventos de
cultura’ (muchos de ellos de dudosa calidad) que aparecen y desaparecen sin
ningún objetivo concreto que no sea que el político, que permita a sus
impulsores salir en alguna entrevista de televisión, y que no tienen ninguna
capacidad transformadora ni responden a un plan de acción planificado. En ese
sentido, los ‘eventos de cultura’ forman parte de la llamada espectacularización
de la cultura, del endiosamiento de ciertos personajes y de ciertas formas
culturales en detrimento del desarrollo de la comunidad. En nuestra
jurisdicción el asunto empeora cuando hay quienes se consideran los ‘dioses y
elegidos’ del sector, ciegos todos a lo que signifique pensamiento crítico y participación
ciudadana. La sociedad tiene que empezar a preguntarse para qué se hacen las
cosas y no sólo contabilizar las cosas que se hacen. Podríamos mencionar aquí festivales,
conmemoraciones especiales y un sinfín de estos eventos que no generan cambios
sociales pero que dan la sensación de que “se hacen cosas”.
Los ‘eventos de cultura’ en la ciudad son consecuencia de la ausencia de una política
cultural. La ausencia de políticas culturales es una forma más de política
cultural, si no intervenimos en ella estaremos también tomando partido, siendo
cómplices del caos y la mediocridad en que vivimos.
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