A propósito del poemario de Fransiles Gallardo
Gonzalo Pantigoso Layza
Después de un largo silencio y de reapariciones esporádicas a través de publicaciones sueltas, Fransiles Gallardo, uno de los animadores de la dinámica literaria de los años 80 en la ciudad de Cajamarca y considerado en antologías elaboradas por Manuel Ibáñez Rossaza, Bethoven Medina y Luzmán Salas, nos entrega su primer libro “Ventisca tu (des) amor”, y tal como se podrá percibir, el título nos sitúa en el reino del sentimiento para dejarnos constancia de su avatares amorosos.
El libro esta estructurado en tres partes: “Como ruiseñor en madrugada comienzo mi canto sorprendido”, “Sobre tu recién sembrado césped recuesto mis fatigados huesos crepusculares” y “Camino sin prisa sin calma al destierro hacia el olvido”.
Esta manera de subtitulación nos hace avizorar el manejo de los versos largos que se van a conjugar con los versos breves y medianamente extensos en todo el libro.
Entre los aspectos que destacan está la visión dialéctica del sentimiento amoroso, tal como se percibe a través del título; el amor y desamor se conjugan en una unidad vivencial, plasmada con un leguaje metafórico, con elementos sencillos; pero diversos, que le dan una sensación de plasticidad pictórica.
Los sentimientos se comunican a partir de los recuerdos: “PARCELASTE mi memorias y te apropiaste de mis predios / a cobre ardiendo”, “AMÉ tu rostro de líneas hermosas / bellas limpias transparentes”; o de la vivencia presente: ¨EN el cuenco de tus manos el universo nace / miro / el atardecer y el valle que se inicia contigo / la mañana donde fundé un pueblo y escribo un poema”; o sobre la base del deseo: “LEVANTEMOS un alto muro parque no arribe la noche / nuestro será el día y el viento y tus contornos”. La presencia de estos tres tiempos no se produce en el orden lógico verbal, si no indistintamente, en función de la intencionalidad de la comunicación poética.
El amor que se decanta es un amor en tránsito, inscrito en los vaivenes del destino; esclavo de la temporalidad del sentimiento.
Se inicia con la fuerza del sentimiento emergente: “NUNCA quise / Nunca pude / resistirme a la tentación de tu mirada anhelante / y tus labios suplicantes /Allí siempre perdí / Allí siempre gané ¨, y se cierra con la ausencia, la soledad, con la suplicante necesidad de saberse a un recordado: “UNA tarde …tímidos nudos golpearán tu puerta preguntando / por este saco gris una chompa oscura un libro ajado /… / diles / que fui una tarde a encontrar una palabra para definirte /… / en insospechados rincones de tus bolsillos / en arrugado papel con ilegible letras / tendrás mi nombre y mi dirección completos / dales por favor dales¨.
En ese tránsito del amor, la fuerza erótica es presentada con sutileza y con un lenguaje sugerente que habla de la capacidad poética.
Los elementos con los cuales construye el significado están relacionados con el paisaje silvestre: “Cortezas amplias / tus muslos / riberas sinuosas donde mis liebres sacian su lujuria y su sed /Bajo tu vientre una mata de floridos tallos / anuncia praderas y grietas donde el sol no llega”. Además, en el conjunto de temas hallamos el sentimiento paternal donde se conjugan el amor de padre y el sentimiento de un amor inconcluso: “NUESTRO hijo será un construido poema de medianoche/…/ caminará de mi mano y besará tu frente /… / será como el viento sin frontera gustara de las flores / de largos silencios de ausencia reencuentros / amador del mar / se mojara de lluvia y de soledad perseguirá lo imposible lo eterno lo que nunca será /…/ le dirás que me aparecí caminante sin norte / sin cabaña fijan / invadió tu soledad se apropió de tu angustia / liberó tus fantasmas / / escribió el más hermoso poema / en el libro abierto de tu piel / que llegué con la noche me marché de madrugada / dejándote un sueño un retrato una nostalgia /…/ será mas de ti menos de ti como esta soledad”.
La condición humana, lo que es el hombre o la reflexión sobre la vida, es también otro de los temas: ¨La vida de un hombre se parece mucho a un bejuco / o a la ajada rodilla del zapatero / / es a veces una espina o un palo de un gallinero // es un poema no escrito / un café express al borde de un desfiladero / o una esquina pintado de azul / por alba que el sol calienta”.
También esta presente la concepción del yo, la conciencia del “ser” o del “soy”: “TALVEZ fui / quien aumentó tres canas a mi madre / profanó la sangre del cristo yacente / amargó el vino de un brindis”.
Diversa, plástica, con expresiones intensas y profundas; la poesía de Fransiles Gallardo nos hace recordar, que las voces de la generación del 80; aún no terminan de aparecer y de darnos gratas revelaciones.
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