Para los periodistas que trabajamos con
las personas, que intentamos comprender sus historias, que tenemos que
explorar y que investigar, la experiencia personal es, naturalmente,
fundamental. La fuente principal de nuestro conocimiento periodístico
son «los otros». Los otros son los que nos dirigen, nos dan sus
opiniones, interpretan para nosotros el mundo que intentamos comprender y
describir.
No hay periodismo posible al margen de
la relación con otros seres humanos. La relación con los seres humanos
es el elemento imprescindible de nuestro trabajo. En nuestra profesión
es indispensable tener nociones de psicología, hay que saber cómo
dirigirse a los demás, cómo tratar con ellos y comprenderlos.
Creo que para ejercer el periodismo,
ante todo hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres
humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es
una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus
intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y
convertirse, inmediatamente, desde el primer momento en parte de su
destino. Es una cualidad que en psicología se llama «empatía». Mediante
la empatía, se puede comprender el carácter del propio interlocutor y
compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los
demás.
En este sentido, el único modo correcto
de hacer nuestro trabajo es desaparecer, olvidarnos de nuestra
existencia. Existimos solamente como individuos que existen para los
demás, que comparten con ellos sus problemas e intentan resolverlos, o
al menos describirlos.
Tomado de: Los cínicos no sirven para este oficio (Anagrama, 2002)
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