lunes, 29 de julio de 2013

El Niño y su influencia en el antiguo San José de Moro


Augusto Rubio Acosta

En San José de Moro, las investigaciones, dirigidas por Luis Jaime Castillo Butters, se han centrado en el estudio de las prácticas ceremoniales y funerarias de las sociedades prehispánicas que habitaron el valle del Jequetepeque y en la evolución de su cultura material. Se ha enfatizado en algunas manifestaciones singulares como la cerámica Mochica Tardía de Línea Fina y la cerámica Mochica Polícroma, se ha desarrollado temas como el estudio del colapso Mochica, el impacto Wari y Cajamarca en la región, así como el tránsito hacia Lambayeque y Chimú. Sin embargo, no es lo único que se estudia en la zona; en el lugar encontramos también a otros investigadores como el geoarqueólogo de la Universidad de Maine (Estados Unidos), Daniel Sandweiss, quien investiga la prehistoria del fenómeno de El Niño en la costa peruana, usando los datos arqueológicos para reconstruir el clima y para indagar en los efectos que estos podrían ejercer en las sociedades del pasado. Aquí nuestra breve conversa:

¿Qué tanto podemos decir sobre El Niño y la influencia que ejerció en los antiguos pobladores de San José de Moro?
Para empezar, los cambios culturales en este pueblo no fueron el resultado directo de los cambios de frecuencia de El Niño. Sin embargo, la correspondencia entre estos dos ámbitos sugiere alguna relación, mediada a través de la tecnología, la historia, las prácticas culturales, la religión, la percepción y las idiosincrasias personales y de grupo. Para estudiar todo esto se requiere de un equipo multidisciplinario que vaya más allá de lo que dice la arqueología, la antropología, la biología y otras especialidades. Se requiere que trabajemos juntos. Con gente con diferente entrenamiento podemos acercarnos mejor a entender el desarrollo de las culturas en la costa peruana en el ambiente natural y en su ambiente social. Necesitamos de múltiples enfoques para interpretar lo que encontramos, para entenderlo cabalmente.

¿Qué es lo que están excavando ahora?
Estamos analizando depósitos de aluviones del fenómeno de El Niño en la antigüedad, para ver su frecuencia. Vemos varios niveles naturales. Cuando viene el agua deja sedimentos expuestos, los estamos estudiando. Excavamos, vemos el perfil, los dibujamos, describimos, recogemos las muestras y los llevamos a la Universidad de Maine, a laboratorios especializados que arrojarán un resultado todavía dentro de un año. Fechamos la arena y cuidamos mucho el contexto, no perturbamos los depósitos geológicos. Excavaremos cinco o seis metros de profundidad. Después, publicaremos un libro con todos los resultados.

¿Cuántos investigadores trabajan específicamente en el estudio de El Niño?
Somos tres arqueólogos, una geóloga, un promedio de 10 a quince personas trabajando en un proyecto que hace posible la Nacional Science Foundation. El enfoque interdisciplinario es imprescindible. 

¿Qué tanto ha afectado el cambio climático a este tipo de investigaciones?
Partamos de que los eventos climáticos como El Niño tienen un efecto enorme en el desarrollo del pasado, tienen impacto muy fuerte en el registro arqueológico. Cuando llueve fuerte destruyen sitios, malogran todo. Hace varios años en Lambayeque, durante el último Niño, toda una huaca desapareció porque se la llevó el río, fue algo espantoso. La vegetación que crece después del fenómeno, crece y entorpece el trabajo que hacemos. En la naturaleza hay cambios climáticos, siempre han habido, pero lo que hace el hombre (destruyendo el medio ambiente de diversas formas) ahora no sabemos adónde nos va a llevar; puede ser terrible, quizá peor que lo que ha pasado en la antigüedad. Por eso, para prevenir desgracias, tenemos que poner en práctica estrategias sostenibles y ‘verdes’ para evitar desastres arqueológicos y de todo tipo.

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