domingo, 16 de marzo de 2014

Juan José Lora, el poeta olvidado



Augusto Rubio Acosta

De los primeros poemas de autor chiclayano que nos gustaron cuando niños, recordamos ‘Esquina de Siete de enero y San José’, de Juan José Lora. Cargado de añoranza y nostalgia por la ‘patria chica’, en los poemas de este autor nacido en 1902, el alma y la ternura chiclayana se desbordan en versos que le cantan a la tierra natal y a sus más entrañables espacios públicos.
La vida y obra literaria de Lora Olivares no ha sido estudiada a profundidad, lo cual constituye una grave omisión y tarea pendiente. Quizá el ser hijo de Juan de Dios Lora y Cordero, ilustre parlamentario, educador y magistrado; así como el ser primo del poeta José E. Lora y Lora, contribuyeron a esa especie de anonimato injusto en la que ha estado sumergida su existencia.
Lora Olivares no fue un poeta cualquiera, aunque –hay que decirlo- sus versos no fueron exquisitos ni elaborados, sino más bien surgidos de la experiencia vital y el lenguaje cotidiano. La vida de Juan José fue dura y marcada a fuego desde el principio; desde muy niño visitó la cárcel donde su padre estuvo preso por razones políticas; pocos años después lo acompañaría en su celda por las mismas razones que su padre. Colaborador de ‘Amauta’ desde muy joven, el poeta publicó su primer libro a los 23 años de edad. Vinculado al periodismo siempre, Lora se convirtió en perseguido político a partir de 1931, hecho que derivó en reiteradas temporadas en prisión, así como en el exilio chileno junto a importantes escritores y políticos de su tiempo como Ciro Alegría y Luis Alberto Sánchez.
El poeta le escribió siempre al pueblo. En sus libros no existe el preciosismo modernista sino la más acendrada chiclayanidad. Lora Olivares le cantó siempre a la catedral y al patio de su casa, a las calles de la ciudad y a la pobreza, al amor y a la nostalgia por la tierra añorada desde el exilio. Una profunda emoción social se apodera de sus versos en sus diversas publicaciones. Y es que fue un poeta comprometido, como los que ya no existen en esta tierra del sol y de la lluvia.
En la vasta obra literaria de Juan José Lora destaca con nitidez ‘Con sabor a mamey’, poemario póstumo editado por Juan Mejía Baca, legendario librero etenano. Chiclayo le debe mucho al poeta que anduvo de presidio en presidio y que abrazó el periodismo como arma social para alcanzar la justicia; quizá sea bueno empezar a pagarle -todo lo que amo e hizo por esta tierra- leyéndolo en alguna biblioteca que contenga sus libros, quizá sea mejor reeditarlo y echar sus papeles al viento para que lleguen a todos.

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