viernes, 27 de junio de 2008

Cien años sin soledad *

César Hildebrant

Hoy se cumplen cien años del nacimiento de Salvador Allende, suicida a los 65 luego del bombardeo de La Moneda ordenado por Pinochet, ejecutado por Leigh y festejado por Nixon y todas las hienas de la Caverna latinoamericana, empezando por “El Mercurio”, el diario que la CIA infló con millones de dólares según los documentos desclasificados en los últimos diez años.

Yo tenía 25 años esa mañana de tragedia predecible. Recuerdo que estuve desde muy temprano en la embajada chilena en Lima, compartiendo con el embajador socialista de Allende las noticias que él recibía directamente, por radio y teléfono, desde Santiago.

Chile nunca había sido tan hermano como en esos años de sueños comunes. ¿Quién se hubiese atrevido a recordar agravios salitreros cuando todos mirábamos el futuro socialista y en paz, democrático y plural, que Allende se empeñaba en construir con lo mejor de la inteligencia chilena y frente a lo peor de la canalla derechista de todas partes?

No había tiempo para dedicarse al pasado en esos tiempos en los que todo lo bueno parecía amenazado. Y quienes nunca pudimos transar con el estalinismo habanero y su concentración pavorosa de poder en un solo hombre cada vez más intolerante, vimos en Allende y sus dificultades el trámite inexorable que los socialistas democráticos debían de cumplir para no parecerse a ningún patriarca vitalicio.

Y cuando vinieron los crímenes, las provocaciones, las voladuras de gasoductos, pensamos que enfrentar eso, al lado del pueblo chileno, era mejor y más limpio que ver a liberadores de antaño transformados en enemigos de la poesía de Heberto Padilla.

Pero luego vino la huelga de los camioneros encabezados por León Vilarín, agente de la CIA, y la guerrilla fascista de Patria y Libertad, ­aceitada por Kissinger y liderada por Pablo Rodríguez y Jaime Guzmán, ambos en la planilla opaca de la CIA, y luego la huelga patronal de la Sociedad de Fomento Fabril, alentada por la CIA e instrumentada por el Partido Nacional, heredero de quienes habían empujado al suicidio al liberal presidente Manuel Balmaceda en 1891, y por la Democracia Cristiana, ya abiertamente militando en el golpismo.

Yo había estado en Chile en 1971, cubriendo las primeras elecciones complementarias del Congreso que Allende había perdido en Valparaíso. Había recorrido muchos lugares y había hablado con mucha gente –desde Volodia Teitelboim a Carlos Altamirano, de Luis Corvalán a Patricio Aylwin– y había llegado a la muy compartida conclusión de que Chile estaba en camino, por decisión de la Caverna internacional, de una confrontación armada en la que Allende y los suyos –en ese momento, la mitad de Chile– serían masacrados.

Recuerdo que una noche, en Valparaíso, en una boite que parecía el set para una película basada en un cuento de José Donoso, Augusto Olivares, “el Perro Olivares” –secretario de prensa de Allende– nos había dicho a un grupo de periodistas extranjeros que las cosas se iban a poner más feas prescindiendo de cuáles fueran las señales de paz que diera el gobierno. ­“Aquí los momios están acostumbrados a ganar”, dijo el entrañable Olivares; el mismo Olivares que aquel 11 de septiembre de todas las infamias, metralleta en mano, resistió en La Moneda hasta donde pudo y a eso de las diez de la mañana se pegó un pulcro tiro en la sien.

Había visto también, en ese viaje, hasta qué punto la izquierda tanática, encarnada en Carlos Altamirano, en parte del Mapu y en la totalidad del MIR, facilitaban el trabajo de la CIA atizando el “enfrentamiento final” con las Fuerzas Armadas, por aquel entonces todavía en manos de comandantes en jefe decentes e institucionalistas.

Y cuando llegó, en marzo de 1973, ­aquel proceso electoral en el que la ­Unidad Popular obtuvo una victoria, a pesar del desabastecimiento salvaje impuesto por el empresariado y de las tomas de fábricas dictadas por el extremismo de izquierda, muchos sentimos un gran ­alivio. ¿Se atreve­rían los fascistas a ahogar en sangre a un gobierno que conservaba cifra tan alta de apoyo popular?

Ahora sabemos que fue en ese momento, precisamente, cuando la CIA y los Edwards, el fascismo y el empresariado golpista, Kissinger y la Democracia Cristiana, tomaron plena conciencia de que sólo con las armas echando plomo a discreción se librarían de la pesadilla de un gobierno que había nacionalizado el cobre en medio del fervor popular y que, pacientemente, gobernaba en el angosto margen que le había quedado para seguir siendo democrático.

Así que esa mañana del 11 de septiembre de 1973, 48 horas antes de que ­Allende anunciara el referéndum que decidiría la continuidad del régimen, cuando al amanecer la flota chilena zarpó de Valparaíso, todos supimos que el espanto había empezado su última cuenta regresiva. Y mientras se decía que Allende buscaba a su recién nombrado comandante del ejército para que pusiera las cosas en orden y los teléfonos de Leigh en la Fuerza Aérea y de Carvajal, en la Armada, sonaban sin contestar, nosotros escuchamos, en la embajada chilena en Lima y gracias a una radio de onda corta, el primer y escalofriante mensaje de la Junta facista. Una de las órdenes era fusilar a quien quebrara el toque de queda, programado para pasadas las 6 de la tarde.

Después supimos de los bombardeos ­aéreos en las instalaciones de las radios ­allendistas –la Portales, la Corporación– y de la demolición, también desde un avión de la FACH, de la residencia presidencial de Tomás Moro.

Pero ni siquiera en ­ese momento pudimos imaginar la crueldad exaltada de este sicariato en que se había transformado la Fuerza Armada chilena. Todas las masacres de mapuches, todas las matanzas de obreros sublevados en el norte (Santa María de Iquique fue la versión chilena de La Comuna de París), toda la furia de una derecha decidida a matar como escarmiento y a vengarse para recuperar sus certezas patrimoniales, todo el odio mugriento de los pelucones asustados, se comprimió en el rostro de Augusto Pinochet Ugarte.

¿Fue un iluso Allende? No. Fue un idealista. ¿Pudo hacer otra cosa que gobernar como lo hizo? No hubiera podido hacer otra cosa: fue leal a su compromiso de asomar a Chile a un socialismo en democracia. ¿Cometió errores? Por supuesto y el primero fue, probablemente, no romper con la izquierda provocadora que parecía aliada del fascismo.

He escuchado ayer algunos discursos de Allende. Resulta prodigiosa la vigencia tenaz de muchas de sus ideas en torno al abuso imperial de los Estados Unidos, la dependencia como desgracia, el saqueo de nuestras riquezas como destino impuesto por el llamado “orden internacional”, la asimetría del intercambio comercial y la urgencia de unidad de los países que no quieren borrar de su lenguaje la palabra dignidad.

Allende se mató para no caer en manos de quienes, un año después, harían volar de un bombazo a Prats y a su mujer. Como Balmaceda en Chile, como Eduardo Chibás en Cuba, Allende fue un héroe de la propia consecuencia. Su vida fue la de un demócrata impertérrito. Y su fracaso no fue el triunfo de Castro, que en privado dijo más de una vez que lo que le había pasado a Allende le pasaría a todos quienes quisieran construir el socialismo respetando las reglas de la tolerancia.

Digamos que ese fracaso fue episódico. Hoy el mundo reclama un liderazgo como el de Salvador Allende, un ­ejemplo como el que predicó, una sensibilidad social como la que lo condujo al poder y al martirio casi al mismo tiempo.

Allende nos espera instalado en el futuro. Pinochet espera a los Edwards y afines en el fantasmal vertedero donde será, para toda la ínfima eternidad humana, el viejo tembloroso que mató, robó y esgrimió su ancianidad para no ir preso. El héroe de Milton Friedman resultó que, fuera del poder, se cagaba de miedo.

* Texto tomado de La Primera. La foto fue captada en el Palacio de La Moneda, en Santiago de Chile, el 11 de septiembre de 1973. El edificio fue bombardeado por vía aérea y las tres fuerzas armadas derrocaron al gobierno del presidente Salvador Allende.

jueves, 26 de junio de 2008

También mi infancia la atravesaba un río . . .

Anoche, tras el café de las nueve, emprendí un nuevo viaje (relámpago)a mi infancia. Volví a dialogar con mis abuelos q.e.p.d. y algunas imágenes perdidas volvieron a mí en el añoso Miramar (blues); registros de esos que nada ni nadie borra. ¿Qué más?... Ah, sí, el poema, el fragmento de poema que con el permiso de Juan Gonzalo Rose (también aparecerá en unos días con el inminente lanzamiento del libro de cuentos infantiles "Chócala pa´ la salida") comparto con ustedes en este espacio que cada vez me ve llegar más seguido para hablarles de mis (de nuestras) cosas...

Fui un niño como todos. / También mi infancia / la atravezaba un río / y tenía una / hora misteriosa / en la cual las palomas / a mi alma obedecían. / Pero me preguntaba / ¿por qué en mi calle / la alegría es un viento / fugaz e inesperado?, / ¿Por qué no siembran trigo / también sobre mi pecho, / si aquí en mi corazón, / todas las noches / se desbordan los ríos? . . .

* La fotografía es de Víctor Chávez. La vista corresponde a las inmediaciones de la avenida Aviación, en el barrio de Miramar. Chimbote, 1972.

Margareth Atwood: Príncipe de Asturias de las Letras

El escritor albanés Ismail Kadaré, el británico Ian McEwan y el español Juan Goytisolo han quedado finalistas

Ecologista, feminista, autora de novelas y poeta: la canadiense Margaret Atwood, (Ottawa, Canadá, 1939), ha ganado el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Los finalistas de la edición 2008 eran el escritor albanés Ismail Kadaré, el británico Ian McEwan y el español Juan Goytisolo, que fueron elegidos entre las 32 propuestas recibidas, procedentes de 24 países. El jurado del prestigioso galardón ha justificado su decisión en la "espléndida obra literaria" de Atwood, "que ha explorado diferentes géneros con agudeza e ironía, y porque en ella asume inteligentemente la tradición clásica, defiende la dignidad de las mujeres y denuncia situaciones de injusticia social".

Máximo exponente de la literatura canadiense y una las voces más eminentes de la narrativa actual (en el año 2000 ganó el prestigioso Booker Prize), Margaret Atwood ofrece en sus novelas su visión comprometida y crítica del mundo y la sociedad contemporáneos, mientras revela una extraordinaria sensibilidad en su abundante producción poética, género que cultiva con maestría. Autora muy prolífica, obtuvo reconocimiento internacional con la publicación de su novela La mujer comestible (1969), a la que siguieron Resurgir (1972), Doña Oráculo (1976), Life Before Man (1980), Ojo de gato (1988) y La novia ladrona (1993). La trama de sus obras se centra frecuentemente en la figura de la mujer, su madurez y los cambios de rol sexual.Esta candidatura ha sido propuesta por Rogelio Blanco, director general del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura de España.

Otros candidatos

Jorge Semprún, Andrés Trapiello, el uruguayo Eduardo Galeano, el japonés Haruki Murakami, el poeta libanés Alí Ahmad Said, Adonis, el coreano Ko Un, el italiano Antonio Tabucchi y el estadounidense Richard Ford eran algunos de los otros candidatos al premio que finalmente no han pasado a la última selección.

Durante las deliberaciones del jurado en esta edición ha resurgido el debate acerca de la necesidad de distinguir únicamente a los autores de habla hispana o incluir también las candidaturas de escritores de otros idiomas. La última vez que un autor de habla hispana obtuvo el galardón fue en el año 2000, con el guatemalteco Augusto Monterroso.

El Premio Príncipe de Asturias de las Letras es el sexto de estos premios que se falla este año, en el que ya se han entregado los de Cooperación Internacional, Artes, Investigación Científica y Técnica, Comunicación y Humanidades, y Ciencias Sociales. Los galadornes de Deportes y Concordia se fallarán en septiembre.

*Tomado de El País. La fotografía es de photojunkie.

El túnel de Sábato, 70 años de desasosiego

Daniel Rojas *

El Túnel es un texto que mantiene su vigencia pese a los sesenta años que lo preceden, no por nada fue elogiado y recomendado por Mann y Camus para su traducción a lenguas extranjeras.

Dentro de Latinoamérica y el mundo, es una obra cumbre del desasosiego y crisis social. Más allá del problema existencial y condición edípica del protagonista, Sábato entrega a través del pintor, una serie de ideas personales y reflexiones con una genialidad narrativa que opera in en extrema res a medio camino entre el género testimonial, psicológico y el thriller de suspenso.

La obsesión de Castel, retratada en el cuadro Maternidad y luego en la figura de Maria Iribarne, es una muestra sintomática del quiebre comunicacional que sufre el hombre desde siempre, viéndose severamente acentuado por el absurdo y alienación del mundo moderno. Personajes como la voz que orquesta el Túnel, se han presentado en la literatura desde Notes from underground de Dostoyevski, pasando por Merseault del Extranjero y así, hasta ese treintón, ingeniero agrónomo de Ampliación del campo de batalla y otros que seguirán desnudando el malestar.

La pregunta y clara elección de la obra, para un análisis literario, estriba en la forma en que muchos lectores la enfrentan. Sobre todo aquellos que encontramos dentro de los programas educativos (pues El Túnel sigue estando en el tope de las listas escolares, paradójicamente entregado en un mismo semestre, al lado de textos como la dieta de la muerte, juventud en éxtasis, quién se llevo mi queso y el caballero de la armadura oxidada)

En tal medida, cabe cuestionar, de que forma se aborda el tema y contenido en Chile. ¿Existe un misreading? y si no, ¿Qué perspectivas hay para la obra y la captación libre de la lectura por parte del alumno? Es indispensable que toda obra interpretada, genere un diálogo con su destinatario y se proyecte una postura que contraste lo enunciado con el mundo y enciclopedia personal. Desde luego que esto es un acto solitario, privado y personal, pero si se tiende a evaluar, ¿Cuáles son las condiciones y límites que tiene el estudiante? Pues si se adopta el método tradicional de preguntas cerradas al criterio del maestro, no se puede obviar la premeditada y peligrosa ubicación de Castel frente a los títulos de autoayuda mentados, lo cual, ante una visión recalcitrantemente optimista y lineal, denosta la visión original del texto y avala la preocupación del autor argentino, la incomunicación que crucifica perspectivas sensibles, tan sólo por hallarse al límite. Lo que en términos pedagógicos, va en marcado perjuicio de la tolerancia y capacidad de generar opinión en lectores inmaduros con un criterio aún en formación.

Quizá vale la pena revisitar muchas obras, grandes clásicos y salir de la usuales preguntas de valores y disvalores y relatos de episodios y roles marcados a sangre.

Para hablar del Túnel, pensemos primero en la figura de Ernesto Sábato, humanista preocupado por el tema de la libertad y las relaciones humanas, lo ha demostrado en sus libros y ensayos; y El Túnel que abre su trilogía de novelas, no es la excepción. La obra nos plantea descarnadamente la crisis de una sociedad abúlica y barbárica que se esconde tras una fachada de progreso y civilización, la cual sin asco, frustra al hombre contemporáneo aumentando su incertidumbre, haciendo negativa su condición más intima de desamparo, su soledad ontológica, la cual le es vedada en los siguientes términos: Posibilidad que todo ser tiene para realizarse y que conlleva como libertad absoluta la gran responsabilidad de orientar, dar sentido en la praxis a la angustiosa facultad de ser para si. (Duro positivismo en términos Sartreanos)

Muy por el contrario, la voluntad en sociedades de consumo, tecnocráticas y esencialistas como la nuestra, se plantea como una afirmación del poderío y convicción de dogmas por encima de la realidad humana (pasivo conformismo o sumisión). En estas sociedades (las modernas, las que nos tocan de lleno como usuarios y no miembros) el ser es un constructo, un artefacto “en si”, en otras palabras y como el filosofo francés expone claramente, no hay diferencia entre el hombre y un cortapapel.

Estamos ante una cosmovisión productiva en que la necesidad de cuestionar la realidad, de ser en un acto volitivo, es penado y por tanto quien asuma esta condición existencial, no será mas que un reflejo grave de carencias de tipo emocional, alienación moral, social o simples patologías e incluso, en términos mas extremos: un sujeto atado a meras preocupaciones burguesas, propio de hombres dedicados a la contemplación producto de la falta de reales conflictos como la lucha de clases y el genuino compromiso social. Esa es la lectura que usualmente muchos dan a Castel, viéndolo como un ser aberrante, todo lo contrario a lo que propugna la literatura de masas, en espacial la autoayuda, tristemente el pintor, es el ejemplo a desechar y repudiar.

No se percatan de que Castel es un reflejo de nuestra interioridad como hombres y comunidad. Debido a su costumbre y afiatamiento a dichas estructuras de poder en las relaciones, él sufre un enajenamiento en la comunicación con el yo interno, y percibe la necesidad metafísica o vital de descubrirse a si mismo con arreglo a las condiciones circunstaciales de su entorno. En un hondo vació de desesperanza,

El mismo pintor así lo define y busca desesperado soslayar dicho agujero de forma inconsciente y a través de la manera más genuina posible, el arte, El universo del «yo», afirma Sábato, se explora mejor a través de la novela que, a diferencia de la filosofía y de la ciencia, puede transmitir la plenitud de la realidad humana, es decir, la unión del intelecto y de las emociones.

Recurso que el personaje así como el autor textual, tienen a favor, producto de su arte. Sin embargo, pese al grandioso efecto que Castel consigue extrapolar (el cuadro maternidad, más específicamente la imagen de la mujer en la ventana) como medio para conseguir entrar en contacto consigo mismo y llegar a una comunicación si bien no absoluta: al menos de una sinceridad y validez encomiable, esto tampoco se concreta a cabalidad con el descenso a su universo interno, oscuro y abismal al cual sólo rodea en sus peores momentos, siendo probablemente los de mayor lucidez, aquellos en que se confronta ante la tragedia ineludible, el homicidio y el suicidio, de manera tal que erróneamente la búsqueda la extiende de forma predominante fuera de si y cree encontrar la respuesta en María, a quien considera su alma gemela por un fortuito encuentro al cual da características casi proféticas.

Cree que ella lo puede entender en su totalidad y librarlo del encierro, esto debido a que pudo captar, aún cuando fuese fugazmente, el mensaje ulterior del cuadro. En el proceso de edificar una relación y el quiebre que sobreviene, historia que conocemos de sobremanera, Juan Pablo se lanza a una vorágine destructiva en que no sólo cosifica a la mujer sino también su duda existencial, la búsqueda de su yo al cual mutila y limita, pues en un proceder absolutista y determinante: circunscribe toda su necesidad de existir a un mero problema comunicacional (no menor, pero no único y desde luego dañino en la forma en que él lo focaliza), el cual absurdamente, debido a las características en extremo lógico-deductivas del personaje, capaz de elaborar juicios y medidas extremas en base a prejuicios y roles arquetípicos con respecto a la mujer, a la fidelidad, el matrimonio e incluso el amor, cierra todo canal de comprensión ante la alteridad, lo que deviene en pormenorizar la condición de María como sujeto.

Este es otro de los grandes problemas existenciales, el de la intersubjetividad y el de la mirada, el cual Sabato expone magistralmente en esta fémina a momentos indescifrable y misteriosa por sus propios actos y la cual al ser idealizada, cosificada o definida de antemano por Castel, queda subyugada al deseo y la frustración. El pintor no puede controlar la voluntad y las relaciones, menos el pensamiento o el pasado de Maria. Ante ese hecho irrevocable, la soledad en el hombre aumenta, pues existía un solo túnel, el suyo, el que quiso negar, el que negligentemente pensó compartir, cuando solo fugazmente nos topamos con otros o incluso, aún cuando logremos un real y genuino puente de comunicación, no somos vinculados del todo, pues el otro sigue como nosotros en su propio ser con todo lo que esto implica. Como yo, el otro es también un yo indisoluble, y solo en la imaginación, en la idealización se puede cristalizar una definición absoluta entre dos seres, lo cual en gran medida no deja de ser una simple proyección de mi mismo en el cuerpo de otro.

Pero en definitiva, la frustración ante un desamparo y angustia mal enfocados producto de relaciones estructurales lógicas y esencialistas del amor y comunicación, forjadas en el seno de la racionalidad y la cultura, lo cual se acentúa en el inconsciente colectivo ante las condiciones dogmáticas y a la vez contradictorias y absurdas de la crisis social sustentada en un progreso eversivo; son las causas, nunca la justificación de este crimen de claras connotaciones filosóficas, pues en su desprecio y violencia, media todo lo que ha alimentado una clara condición de esclavitud e invalidez existencial, en un hombre proclive al aislamiento y a la autodestrucción debido a su hipócrita y abúlico entorno.

De forma fáctica todo lo expuesto se traduce en su afán por no compartir a Maria, menos con Hunter quien representa de sobremanera todo lo que desprecia (la Argentina visible de Mallea), así dividir el ser de Maria, es como dividirse el mismo, renunciar a su autenticidad, a lo mas intimo que tiene. Pues el se entrega profundamente compartiendo lo único que siente real el dolor, su misantropía.

Como cierre y en relación a la lectura y análisis filosófico realizado, es de suma importancia destacar las propias palabras del autor con respecto a su visión en este ámbito. Ya que tanto la obra como su personal contexto de producción y las revelaciones que el propio texto nos hace a través de complejos intrincamientos; produce un vaivén desde niveles metafísicos y ontológicos a planos psicológicos y sociales de la vida moderna. En su libro de ensayos Heterodoxia (1953), Sábato ha escrito: «Mientras escribía esta novela, arrastrado por sentimientos confusos e impulsos inconscientes, muchas veces me detenía perplejo a juzgar lo que estaba saliendo, tan distinto de lo que había previsto. (...) Las ideas metafísicas se convierten así en problemas psicológicos, la soledad metafísica se transforma en el aislamiento de un hombre concreto en una ciudad concreta, la desesperación metafísica se transforma en celos, y el cuento que parecía destinado a ilustrar un problema metafísico se convierte en una novela de pasión y de crimen.»

* Escritor peruano radicado en Chile y director del blog Cinosargo. A partir de hoy, colaborador de Marea Cultural

miércoles, 25 de junio de 2008

Los poemas que se hicieron música

Los grandes poetas, cantantes y artistas gráficos latinoamericanos están en el Centro Cultural Centenario

Hasta el 5 de julio y con el auspicio de instituciones ibéricas, entre ellas el Centro Cultural de España, la sala de exposiciones del Centro Cultural Centenario de Chimbote exhibe la muestra "...Y la palabra se hizo música", que reúne carátulas de discos en los cuales reconocidos intérpretes cantan las letras de los poemas de grandes vates españoles y latinoamericanos. Muchos de estos temas fueron grabados en el exilio de sus respectivos intérpretes. Con la curaduría de Fernando González Lucini y de Javier Lucini, la muestra promete.
En el Centenario se exhiben cuadros con ediciones discográficas de poetas como García Lorca, Antonio Machado, Pablo Neruda, Nicolás Guillén, Borges, Rosalía de Castro. En ellos se podrán apreciar cubiertas creadas por artistas como Joan Miró, Antonio Saura, Salvador Dalí, Manuel Millares, Tàpies, entre otros. Entre los intérpretes podemos contar a Violeta Parra, Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Juan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Luis Eduardo Aute y Carlos Cano. La muestra se complementa con films donde podremos apreciar la forma en que fueron compuestas y grabadas tantas canciones populares que son parte d ela historia reciente de América hispana.

*En la vista, la carátula del disco basado en los poemas de García Lorca.

"San Pedrito" está en el Centro Cultural Centenario

Jazzman Manongo Mujica se presenta en Chimbote este 27 de junio

Un variado programa cultural se desarrollará esta semana en el Centro Cultural Centenario de Chimbote, el mismo que contará con la participación de destacadas figuras de la música del mundo intelectual peruano, entre los que destacan con luz propia el extraordinario jazzman Manongo Mujica y el reconocido psiquiatra Mariano Querol.

El jueves 26 de junio a las 5 de la tarde, Querol disertará la conferencia magistral “La identidad como base del éxito global”.

Un día después, Manongo Mujica se presentará por primera vez en Chimbote junto a su grupo tribal para deleitarnos con el impresionante concierto “El sonido de los Dioses”, espectáculo que ha sido presentado y aclamado en diversas ciudades de América Latina, Europa y Estados Unidos. Esta vez la cita será a las 8 de la noche en el mismo espacio.

El sábado 28 de junio, el Centro Cultural Centenario será escenario del denominado Festival Cultural, evento a desarrollarse desde las 9 de la mañana y donde un show infantil, cuentacuentos, concurso de pintura escolar, danzas, exposiciones pictóricas de los trabajos realizados en los talleres del Centro Cultural, promete hacer las delicias del público.

Usted debe saber que...
Este viernes 27 a las 10 de la mañana y con la presencia de la poeta Doris Moromisato, el Centro Cultural Centenario lanzará su Agenda Cultural 2008, amplio programa que incluye una serie de actividades lúdicas a realizarse a lo largo del año en nuestra ciudad.

* La foto de Manongo Mujica y Perú Jazz, es de Nancy Chapell.

martes, 24 de junio de 2008

"Los detectives salvajes" llega al cine

Novela de Roberto Bolaño será la próxima adaptación en la pantalla grande, señala el blog Nuvolaglia, de Óscar Pita-Grandi

La literatura volvió a remecer la pantalla grande. El primero en desfilar este año fue Cormac McCarthy, laureado escritor norteamericano que trabajó junto a los hermanos Coen en la adaptación de “No es país para viejos” (No country for old men”), indiscutible ganadora de la reciente noche del Oscar. McCarthy, considerado un clásico vivo por la crítica especializada, obtuvo el Pulitzer de Literatura en 2007 por su novela “La Carretera” (“The Road”), una apocalíptica historia contemporánea narrada con el corazón en las manos.
Luego del éxito taquillero de “No country…”, el rodaje de “La Carretera” era inminente. Viggo Mortensen, el mafioso ruso de “Promesas Lejanas” (“Eastern Promises”, Cronemberg), es quien encarna al padre errante con su hijo por un país de destrucción.
De otra parte, el Nobel portugués Saramago ha confesado estar a gusto con la adaptación fílmica de su obra “Ensayo sobre la ceguera”, que apreció en función privada. Otra novela trasladada al cine y todavía ausente entre nosotros es “Seda” de Baricco, una fabulosa y breve novela. Sé que es una producción multinacional dirigida por el canadiense François Girard, y que dura casi dos horas. ¿Cómo habrán hecho para no romper el encanto de aquella profunda brevedad? No obstante me animo a afirmar por la trascendencia de su autor en la literatura Latinoamericana, que la ganadora del Premio Herralde 1998, “Los Detectives Salvajes”, será la película más esperada por los nostálgicos lectores de Roberto Bolaño. Nostálgicos y rabiosos que van in crecendo ahora que la han traducido al francés y al inglés.

Según publican en Festival Central, la novela del reputado escritor chileno Roberto Bolaño “Los detectives salvajes” será trasladada al cine en una producción mexicana en la que han de participar Cadereyta, Mantarraya Producciones y Catatonia Films, a las que podría sumarse también la chilena MC Films. La película vendrá avalada por el productor Jaime Romandia, colaborador habitual del aclamado cineasta Carlos Reygadas, en tanto que la dirección ha recaído en Carlos Sama (“Sin ton ni Sonia”). Su intención es que el reparto reúna actores latinoamericanos.

Pensar en el traslado a la pantalla de “Los Detectives Salvajes” obliga a plantearse un mar de cuestiones de orden argumental y técnico. Cómo resolverán el diario del adolescente Juan García Madero, vital en el libro. La polifonía o los múltiples narradores que recuerdan a Rashomón. La fragmentación que es quien marca los latidos durante los años de pesquisa, generando una especie de alegoría literaria. Acción sí que van a encontrar; aunque los tiempos novelados parecieran anularla por momentos. Esperemos a ver la adaptación para salir de dudas al respecto de esta joya del neorrealismo barroco, una novela contemporánea vuelta un clásico influenciador por la crítica, y que muchos la comparan con aquella sensación cortazariana llamada “Rayuela”.

Por sus abundantes páginas corren las vidas de dos jóvenes poetas y ocasionales vendedores de drogas, Arturo Belano y Ulises Lima, en busca de la poeta fundadora del grupo real viscerrealista, Cesárea Tinajero, desaparecida en los años treinta. Imposible evitar voltear a ver el Impala que transporta a los poetas y a Lupe, la prostituta, levantando polvo por el desierto de Sonora. Esperemos pero no en calma, pues nada en Bolaño (Belano) oculta calma, solo su apariencia. Y lo mejor es hacer como García Madero en referencia a Arturo Belano:

“Según él, los actuales real viscerrealistas caminaban hacia atrás. ¿Cómo hacia atrás?, pregunté.

-De espaldas, mirando un punto pero alejándose de él, en línea recta hacia lo desconocido.

Dije que me parecía perfecto caminar de esa manera, aunque en realidad no entendí nada. Bien pensado, es la peor forma de caminar.”

La ética periodística en debate

Periodistas analizan la posibilidad de implementar un Consejo de Vigilancia de la Prensa en Chimbote

Augusto Rubio Acosta

Ante escasa concurrencia y en un interrumpido y breve conversatorio anoche se sugirieron las bases de lo que en un breve plazo podría ser la versión local del Consejo de la Prensa Peruana. El foro panel "La información no se compra ni se vende", evento organizado por la ANP Chimbote, Centro Federado de Periodistas, Cecopros y Círculo de Periodistas Deportivos, contó como panelistas a Ítalo Jiménez (Diario La Industria / ANP), Augusto Riera (RPP), Manuel Chiroque (América Noticias / UNS), Roslin Villanueva (Defensoría del Pueblo), el representante de la Policía Nacional (PNP), entre otros invitados.

En la cita se discutió la posibilidad de formar una especie de Consejo de Vigilancia de la Prensa Local, el mismo que permita analizar la línea editorial y el comportamiento de los medios de comunicación -escritos, radiales, televisados y digitales- como una manera de promover y elevar el nivel de ética en el periodismo en Chimbote, así como el derecho ciudadano a la información pública. Durante el breve intercambio de opiniones, diversos hombres de prensa ofrecieron sus testimonios sobre la compra-venta de la información, los mismos que dada la evidente polarización de puntos de vista se vieron interrumpidos por el corto periodo de tiempo programado para el diálogo. Los organizadores, sin embargo, prometieron una nueva convocatoria para continuar discutiendo el tema.

Un asunto pendiente
En Chimbote urge defender la libertad de prensa, expresión, información y opinión. No son pocas las solicitudes de rectificación de información aparecidas en los medios. La falta de ética periodística es una constante en los comunicadores sociales de la ciudad, quienes en muchos de los casos transgreden u olvidan valores que deberían ser parte de su vida diaria. Otro de los problemas a solucionar es el fortalecimiento de los gremios periodísticos, quienes no tienen mayor fuerza o representatividad a la hora de defender a quienes han sufrido alevosas agresiones físicas -y de todo tipo- en pleno ejercicio periodístico. Las instituciones del Estado son las que más ignoran las solicitudes de información de los ciudadanos y no existe instancia alguna que pueda revertir de manera concreta denuncias de este tipo.

Promover la ética y la credibilidad del periodismo local determinaría elaborar propuestas concensuadas orientadas a la promoción de valores que incluyan campañas de difusión en los medios, implementación de circuitos de debate y conferencias en las facultades de comunicación locales para tratar el tema entre los estudiantes, reuniones con propietarios y directores de los medios, y sobre todo sanciones de carácter moral a aquellos pewriodistas que transgredan el transparente ejercicio profesional.

domingo, 22 de junio de 2008

Última canción

Pero nunca me supe tus sueños Progre
ni siquiera a hurtadillas
la luminosa historia de tus días…


Augusto Rubio Acosta

La tarde que se prometió escribir la crónica pendiente desde hace meses, acababa de hacer el amor, de evaporarse un cigarrito, de darse el enésimo duchazo de realidad en la semana, y una tibia mazamorra morada lo acompañaba en la mesa mientras pensaba en la inminente fiesta de San Pedrito, en las absurdas y alturadas discusiones amicales de cada junio, las que de vez en cuando lo sorprendían ante un manojo de micrófonos, una mesa llana, sencilla, un foro, y un público variopinto y atiborrado de nostalgias, de recuerdos, de falso cariño por el Chimbote de tiempos idos -y mal empleados-, que intentaba descifrar el enigma irresoluto siempre, siempre: la bendita identidad.

Trasladarse hasta la zona no resultó difícil, teniendo en cuenta que acostumbra desplazarse solo, a pie, y con el i-pod encendido a volumen medio. Se internó en los basurales del rico Progre -al fondo hay sitio-, se acercó a los pasteleros del reservorio para preguntarles por Dios; sospecharon de la ingenuidad de sus palabras, del reportaje hirviendo, de su gastada libreta de apuntes, y de la crónica inenarrable –e inminente-, de los abismos de sus vidas…

¿Quién mierda eres para hablarnos de los últimos tronchos del verano?, ¿por qué preguntas por la soledad de los cañazos en la refri abandonada de los días?... Mira, causa, nosotros jamás confiamos en los periodistas -esos cojudos que lo cambian todo-. No jodas, oye, cabeza e` libro; ya bórrate, bórrate, causa, que la gente te va sonar…

Por qué rayos había quienes se preguntaban siempre qué los hacía orgullosos de sentirse chimbotanos. ¿Acaso eran ciegos?... Mientras le daba trámite a la mazamorra, recordó que el otro día -en el Encuentro Regional de Bibliotecarios- personas venidas de otras latitudes le preguntaron qué podían comprar como recuerdo para llevarse de vuelta a su tierra. ¿Y el plato típico de tu ciudad es el cebiche, el tiradito o la bendita causa?, ¿es que acaso ustedes los chimbotanos no tienen nada tradicional, algún dulce, un souvenir?; ¿qué aquí no tienen siquiera un miserable héroe como en todas partes o nada representativo que los identifique ante el resto de peruanos?...

Pero el monse y anodino programa oficial de la Semana Cívica de Chimbote -que tenía entre manos- no le daba pista ni sustento alguno. ¿Se había perdido la expresión popular?, ¿qué había sido de los pescadores?, ¿por qué ni siquiera aparecían en el dichoso programa oficial y todo se había tornado papel couché, anodinas actividades institucionales de gremios que no representaban a nadie, mucho menos la esencia, el sentir, el fervor religioso y la idiosincrasia de quienes siempre vivieron de cara al mar?, ¿quién era el verdadero dueño de la fiesta de San Pedrito?... La hora avanzaba, la tarde se mostraba propicia para la vagancia productiva, pero él no sabía a ciencia cierta hacia dónde se dirigía a pie aquél día de su soledad…


Se internó en los corralones de la noche para preguntarse si esa terca soledad aún lo habitaba o si ya era indubitable el tiempo, la certeza, la pisada, de su nueva vida. “Todo lo que uno tiene que hacer para escribir un poemario”, pensó, mientras borroneaba algunas de las banalidades que se le habían ocurrido a esa hora ante el aliento vital de la calle: ¿a quién le importa (periodista) / tus poemas de pollada? / ¿a quién carajo las patrañas / culturosas y cojudas de tu vida?... Recordó cuando era adolescente y le dejaba de temer a lo que le temía ayer, cuando se limpiaba los barritos reventados aferrándose a sus bastardos eufemismos... A través de la memoria visitó los bares de El Infierno, Van Damme y La Voladora, le volvió a rozar las nalgas a las chicas malas al final del jirón Los Andes. Se embriagó en los velorios con los remendadotes de calzado, se masturbó –again- en la sórdida noche de los retretes inmundos y un aliento a chocho molido y ají escabeche empezó a apoderarse de su sino mientras compartía el último cañazo con los alcohólicos en la esquina de Dertreano. Le dejó de temer hasta al silencio de los orgasmos en el hervor de los fumaderos. La poesía era todo y él lo sabía bien. Necesitaba escribir y la atmósfera necesaria para hacerlo era precisamente la que tenía ante sus ojos. El viento hacía ondear su cabello en Cinco Esquinas mientras se recostaba en el colchón de panca de los monfus y pensaba en el llanto de los niños harapientos que se revolcaban con sus canes alrededor: se había macerado en el amargo licor de una nueva historia.

¿Quién mierda eres para hablarnos de los últimos tronchos del verano?, ¿por qué preguntas por la soledad de los cañazos en la refri abandonada de tus días?... La voz de sus interlocutores asomaba en su memoria cada vez que intentaba un nuevo párrafo, una nueva línea. Pero el trago ya hacía estragos (a pesar de las cacofonías) y el estómago era un voraz e inextinguible incendio. Se incorporó –delirante- a pesar de su muerte joven, bendijo a los niños en la puerta del Templo Evangélico Fundamentalista “El aposento alto”, vomitó en la fachada de Transportes Richiván (Pallasca-Chora-Conchucos) y se introdujo en el diazepán y la inmundicia de los parques (sin flores), en la madrugada de los barrios y callejones perdidos del rico Progre y los monfus jamás supieron adónde iba. Los burros, la panca, las carretas, los borrachos de Cinco Esquinas lo vieron pasar entre decidido y tambaleante; a los cachineros camino al mercado intentó explicarles los más insondables misterios de su destino, tal vez quiso expresarle al amigo ebrio (que nunca estuvo) que él no era el último fumador de sus tristezas, que al otro lado de La Cachina vivía su infancia y que una fotografía borrosa hecha crónica lo estaba esperando.

La tarde que se prometió escribir la crónica pendiente, acabó de imprimiendo lo poco que había redactado –para salir del paso-, intentó copiar-pegar algunos de sus versos más disímiles en un espacio quién sabe poco apropiado, y se dejó llevar por la falsa nostalgia, por el cariño –malo- de los portuarios que cada junio-sanpedrito-pescadordehombres-pescadordelmar volvían a discutir-pelear en el añoso debate de siempre: la bendita identidad… Estaba en eso cuando sonó el teléfono y una voz le recordó que tenía clase, que los muchachos del Taller de Crónica de la USP lo estarían esperando y que debía de alistarse ya mismo porque se haría tarde...


Hablé con el mar (a la mitad de mi cielo inútil) / de mi cabeza golpeando la pared / en la nocturnidad de mis infancias / de la hondura musical de mis pretextos / y la limpieza en mis palabras: / Mi nombre es Gucho / vivo en El Progre / leo el periódico en la esquina de Gálvez / con la avenida Buenos Aires / y me vacila Pearl Jam U2 / Stone temple pilots / y las enormes bridgestone / de los traileres. / A veces como hoy / enciendo un Lucky strike en los sardineles / en el monumento al maestro (en huelga) / y en la noica vastedad de las madrugadas. / Es veintidós de junio (del cero ocho) / a la gente le llega al pincho la poesía (también la crónica) / déjame cantar mi canción.

Malos tiempos para libreros y distribuidores *

Crisis en sector editorial español. Estudian reducir a la mitad las empresas de reparto en cinco años

El sector del libro español se prepara para la crisis y el cinturón se lo va a ajustar con más ahínco por sus últimas páginas: la distribución y el punto de venta. "Los agentes y los grandes clientes [cadenas de librerías e hipermer-cados] nos aprietan por lo que los editores tendremos que reducir aún más los costes, pero para distribuidores y libreros ha llegado la inevitable reconversión a fondo", sentenció ayer Daniel Fernández, editor de Edhasa y distribuidor, ante casi 200 de sus colegas en la primera jornada del VI Congreso de Editores de España que tiene lugar en Sevilla.

No hubo contraataque de los distribuidores, fuerza oculta del mundo del libro: su facturación es más de la mitad de lo que mueve todo el sector español (1.571 de los 3.014 millones en 2006). Ellos son muy conscientes de su situación: en España hay unas 150 empresas que reparten sobre todo libros, atomización que repercute en todo: más de la mitad factura menos de tres millones de euros y la media de libros por pedido llega sólo a 29. "O nos reconvertimos nosotros o alguien de fuera lo hará", admite Francisco Martínez, vicepresidente de la Federación de Asociaciones Nacionales de Distribuidores de Ediciones (FANDE).

"La estructura tendría que quedar con un par de distribuidoras potentes por comunidad autónoma y entre tres o cinco que funcionen a nivel estatal", apunta como modelo ideal José Manuel Anta, secretario técnico de FANDE. Para Martínez, uno de los problemas es el gran número de devoluciones: "Es

la gran sangría para todos. Oficialmente son del 30%, más del doble de Alemania, pero hay muchos títulos que llegan hasta el 90% de devolución y eso implica costes logísticos brutales". A la espera de la maduración del e-book e Internet, hoy, para vender un libro en España hay que mover dos.

"El modelo de distribución online en Alemania es ya del 12,5% y en España sólo del 2%", aportó Gian Arturo Ferrari, director general de la división Libro de Mondadori. "Internet es un nuevo modelo de negocio en el que la distribución física puede llegar a no ser necesaria, lo que cambiará la relación editor-distribuidor, como lo hará la gratuidad del libro de texto", completó Javier Caso, director general de Santillana Educación.

Con pausado tono mercantil, Nick Loeffer, responsable del área de desarrollo de negocios de Amazon, enumeró las bondades de Kindle, el e-book de Amazon lanzado el pasado noviembre, del que han vendido ya 50.000 unidades en EE UU y con el que pueden leerse 130.000 títulos.

Pero las novedades tecnológicas anunciadas no convencieron mucho al sector. Jesús Badenes, director general de Librerías del Grupo Planeta, lo dejó claro: "Los jóvenes de 15 a 25 años en España no leen casi nada y se bajan de Internet casi todo; se han vendido 70.000 e-books en todo el mundo, mientras que en el mismo periodo ya se llevan 10 millones de iPods". Y Martín Roca, de Prous Science, aseguraba que el 80% de sus los ingresos de su grupo editorial Thomson Reuters viene por contenidos digitales: "Los nuevos formatos están ahí, láncense", desafió. Los caminos de la distribución del libro parecen, pues, inescrutables.

* Tomado de El País.

viernes, 20 de junio de 2008

Babel

Este martes 24 en el auditorio de la CJS se exhibe gratuitamente el film de Gonzáles Iñárritu

En las lejanas arenas del desierto de Marruecos suena un disparo que desencadena una serie de acontecimientos fortuitos que servirá para conectar a una pareja estadounidense en su desesperada lucha por sobrevivir, con los dos chicos marroquíes responsables involuntarios del accidente, una niñera que cruza la frontera de México ilegalmente con dos niños estadounidenses y una adolescente japonesa sorda y rebelde sobre cuyo padre pesa una orden de busca y captura. A pesar de las enormes distancias y de las culturas tan antagónicas que los separan, estos cuatro grupos de personas comparten un destino de aislamiento y dolor. Sólo bastarán unos pocos días para que se encuentren totalmente perdidos, perdidos en el desierto, perdidos para el mundo, perdidos para sí mismos, mientras avanzan hacia el borde del abismo de la confusión y el miedo, al tiempo que se hunden en las profundidades de las relaciones y del amor.

Este interesante film será exihbido este jueves 24 de junio a las 6 de la tarde en el auditorio de la Comisión de Justicia Social (avenida Meioggs 570 - Chimbote), en el marco del Cine Foro organizado en el marco de las actividades por la Fiesta de San Pedrito. El ingreso es libre. ¿Los créditos?... ok, los créditos en la siguiente ficha técnica:

Babel
Dirección: Alejandro González Iñárritu.
País: USA.
Año: 2006.
Duración: 143 min.
Género: Drama.
Interpretación: Brad Pitt, Cate Blanchett, Gael García Bernal, Elle Fanning, Kôji Yakusho, Rinko Kikuchi, Adriana Barraza, Nathan Gamble, Mohamed Akhzam, entre otros.
Guión: Guillermo Arriaga; basado en un argumento de Guillermo Arriaga y Alejandro González Iñárritu.
Producción: Alejandro González Iñárritu, Jon Kilik y Steve Golin.
Música: Gustavo Santaolalla.
Fotografía: Rodrigo Prieto.
Montaje: Stephen Mirrione y Douglas Crise.
Diseño de producción: Brigitte Broch.
Vestuario: Michael Wilkinson.

Los puntos sobre las íes

Crisis de las bibliotecas en Áncash será analizada en I Encuentro Regional de Bibliotecarios que se inicia hoy en Chimbote

La noticia aparecida en este blog hace unos días y referida a la situación de las bibliotecas de Áncash y el nulo apoyo estatal para las mismas, ha originado una serie de comentarios e iniciativas como la que hoy se planteará al interior del I Encuentro Regional de Bibliotecarios que se inicia en Chimbote. Los 20 alcaldes provinciales de Áncash han sido convocados a esta cita a desarrollarse en el Centro Cultural Centenario.

“Resulta ilógico saber que mientras nuestra región vive una etapa de abundancia económica generada por el canon minero, hay cosas que contrastan seriamente con la necesidad de fortalecer las bibliotecas locales y promover la lectura en nuestra población”, señaló Paulino Meléndez de la Cruz, jefe de la principal biblioteca chimbotana, en alusión al papel que juegan los gobiernos municipales y el regional, así como sobre el rol de las universidades y de la misma Biblioteca Nacional, en la gestión de objetivos culturales.

“Para ello es necesario evaluar experiencias y conocimientos mediante la integración de los trabajadores bibliotecarios de los sectores escolar, universitario y público en general, a fin de establecer un diagnóstico del funcionamiento y limitaciones que sufren las bibliotecas de la Sierra y Costa de Ancash y qué apoyo real reciben”, refierió Meléndez.

En el Encuentro de Bibliotecarios se prevee el lanzamiento de un S.O.S. a todas las instituciones públicas y privadas relacionadas con el sector, a fin de asegurar el impulso de las bibliotecas públicas, para poder implementarlas con mejor infraestructura, equipamiento y material bibliográfico según corresponda, de acuerdo a sus perspectivas de desarrollo, políticas culturales institucionales y la promoción de la lectura.

Usted debe saber que...
El “I Encuentro de Bibliotecarios de la Región Ancash”, el cual contará con la presencia de importantes especialistas bibliotecólogos y bibliotecarios, se desarrollará en el marco de las celebraciones por la Semana Cívica de Chimbote y la Fiesta de San Pedrito, programada del 20 al 21 de junio 2008 en las instalaciones del Centro Cultural Centenario. El evento cultural está dirigido a bibliotecarios, docentes y público en general, a un costo simbólico de S/. 20.00 para la certificación correspondiente de los asistentes, el cual será expedido por la Biblioteca Nacional del Perú.

La bendita identidad

Radio Santo Domingo organiza foros radiales en la vía pública en el marco de su campaña "Primero lo nuestro"

Radio Santo Domingo anunció que la próxima semana trasladará su cabina de radio a la calle para desarrollar, junto a la gente, dos interesantes foros como parte de su campaña “Primero lo nuestro”.

Se trata de los foros radiales sobre identidad chimbotana e integración regional, organizados en el marco de la Fiesta de San Pedrito, y que tienen por objetivo fomentar nuestra identidad porteña y promover la integración de nuestros pueblos como una forma de lograr el desarrollo.

Las jornadas radiales han sido denominadas “RADI@logando en mi puerto” y se emitirán, en directo, desde la calle, el lunes 23 y el jueves 26 a las 11.30 de la mañana. Media hora antes se desarrollará un espectáculo artístico al aire libre.

¿Qué nos hace sentir orgullosos de ser chimbotanos?, es la pregunta sobre la que girará el foro del lunes 23, que se desarrollará en la berma central de la esquina de la avenida Pardo y el jirón Enrique Palacios. En tanto, el foro del jueves 26, que se desarrollará en la Feria de Integración Regional del vivero forestal, planteará la pregunta ¿qué nos une a los ancashinos? Ambos foros reunirán a importantes panelistas, pero sobre todo al público chimbotano, que será el principal invitado.

jueves, 19 de junio de 2008

La santa cede se traslada a Trujillo

Este sábado 21 de junio a las 7 p.m. en la Casa de la Emancipación se presenta el libro de relatos eróticos de Chimbote

Luis Fernando Quintanilla
luisquintanilla@laindustria.com

La Santa Cede pasará a la historia como el primer libro del Perú presentado en un burdel. Cuentan los que asistieron aquella tarde al local de Tres Cabezas, en Chimbote, que al evento acudieron casi todos medios nacionales e incluso la cadena Telemundo se sumó a la algarada, sedienta de primicias para su programa Al rojo vivo.
Y rojo y con una sirena posando a lo Marilyn Monroe es el local de la casa de tolerancia, como dicen los eufemistas, donde Oswaldo Reynoso y otros intelectuales celebraron el parto de esta antología de cuentos de escritores chimbotanos sobre el oficio —dicen las malas lenguas— más antiguo del mundo.
Pero más allá de la anécdota, el texto es considerado el primer libro de narrativa erótica de Chimbote. La Santa Cede reúne los relatos de 15 escritores del puerto, cada uno de ellos con diferente fortuna, sobre el tema de las pasiones y sus vericuetos.
"La Santa Cede es un libro de narrativa erótica que editamos al alimón con Jaime Guzmán, y donde quince narradores del puerto sueltan sus demonios permitiéndose no pocas libertades en el plano del erotismo, pero con un profundo respeto por la palabra escrita", señala al respecto, Augusto Rubio.
Por su parte, Oswaldo Reynoso no escatima elogios: "Los autores de los relatos, empleando diversas técnicas narrativas, presentan un gran mural de la vida erótica de este puerto con historias picantes sin llegar a la vulgar pornografía; con personajes de todo tipo: potentados, maleros, pícaros, ingenuos, hipócritas, etc., en humorísticos o serios enredos sexuales".
"Este tipo de libros sirven para que los lectores rompan las trabas de una moral monjeril y encuentren el camino del goce pleno de la vida, sin exámenes de conciencia, dolor de corazón ni mucho menos arrepentimiento", agrega el autor de En octubre no hay milagros.
Para el controvertido periodista Beto Ortiz los textos de La Santa Cede "rezuman un olor ácido, anhelado, penetrante, que están tan repletos de caricias como de forcejeos en la oscuridad, que no dejan de ocasionar cierta burbuja en la boca del estómago, cierto vacío como el que precede a una preciosa tempestad".
Sin embargo, el periodista y escritor Luis Cabrera Vigo no se muestra tan obsequioso y lanza algunos dardos: "Guzmán y Rubio aseguran ser tributarios de José María Arguedas. Y desde la entrada nos endilgan, a modo de prólogo, todo un capítulo de El Zorro de Arriba y El Zorro de Abajo, para ir entrando en calor, aunque no lo es tanto, pues ese capítulo alude más a las chavetas y fetidez que emanaba el puerto en esa década".

Llega a Trujillo
Sea como fuere, el hecho es que tras la exitosa presentación en Chimbote, los editores Augusto Rubio Acosta y Jaime Guzmán, quienes también forman parte de la antología, tuvieron la iniciativa de ampliar la difusión del libro en otras ciudades. Y qué mejor que Trujillo, una urbe muy próxima a Chimbote y donde, mal que bien, existe una sostenida actividad literaria.
La presentación del libro en nuestra ciudad está prevista para este sábado 21 de junio en la Casa de la Emancipación. Quien tendrá a cargo esa responsabilidad, según confirmaron los organizadores, es el periodista y escritor trujillano Luis Bahamonde Amaya, quien participó hace un tiempo en 'Noche de Faunos' con un texto sobre el Erotismo en la Literatura.
Será cuestión entonces de esperar hasta el sábado para conocer de cerca la obra, conversar con algunos de sus autores y —por qué no— comprar el libro para saber si hay tanto ardor en esas páginas como dicen.

* Tomado de www.reportestrujillo.blogspot.com

miércoles, 18 de junio de 2008

Amigos

Gerson Ramírez

No sólo de paja vive el hombre a los catorce años. También del trasero de las buenas muchachas.

1

Hasta antes de cumplir quince años, Charito era una bola de sebo con anteojos; algo tímida, algo boba. Siempre acompañada de una huesuda desdentada, aguardaba el microbús en nuestro paradero, casi asfixiada entre la gracia de las otras muchachas que solían coquetear con algún estudiante siempre más grandote que nosotros.
En ese tiempo yo no era un hombre solo. Éramos tres hombres solos: Pico, Borolas y yo. De vez en cuando nos daba la gana no escuchar la clase de inglés, y listo. Aquellas horas dedicadas al fulbito terminaban siempre con la reiterada promesa, desde que llegamos a la secundaria, de conquistar una hembrita, antes de culminar el tercer año.

Y para que esto se cumpliera, las vacaciones de medio año obraron milagros en Charito. Tal vez a causa de chupar limón en exceso o de alguna pócima de curandero, había perdido en pocos días toda la grasa que la afeaba; cambió el modelo de sus anteojos y ya conversaba complaciente con algún enemigo nuestro, porque para los del colegio granate, los del SJ no eran otra cosa en ese tiempo. Nuestro máximo avance de abril a julio había consistido en comprar muchos casetes para prestárselos a esas chicas del colegio de monjas, de quienes ni siquiera sabíamos su nombre.

Yo fui el primero que la vio ese primer lunes de agosto. Me saludo desde lejos, con el brazo en alto, con una sonrisita pícara que decía Mírame y no me toques. Pero a mis amigos no les interesó la noticia, y ni quisieron acercarse a la hora de salida cuando la vimos en el paradero. Nos atosigamos como siempre con un Hamilton y masticamos Halls por sí las moscas y mudos caminanos por primera vez por nuestras calles de siempre. Antes de marcharse, Pico dijo que ya no fuera tan conchudo y le devolviera su casete de Los Hombres G; y Borolas, se acordó repentinamente de una vieja deuda y me asestó un coscorrón a la volada.

2

Charito…Chari…charqui…charquito…charco…

Tanto Pico como Borolas, por una y gracia de mi mano, había adelgazado en exceso. Pico pasó de seco a seco y medio, y Borolas, auque tartamudo, mostraba orgullosos un triste bigote de principiante, y decía que a él no le importaban por el momento las hembritas del paradero porque ya había encontrado con quien entretenerse sin salir de su barrio.
Pero mi delgadez aumentaba cada día porque mi medicina se llamaba Charito y yo no podía tomarla, sólo verla conversar con otros, chupar sus caramelos de limón, mirarnos de reojo en el paradero y sonreír feliz de la vida.

Una tarde decidimos ir tras ella. Ellos, con el ánimo de dar el zarpazo, cada quien por su lado, y yo, para encontrar mejoría. Abordamos el microbús que nos llevó por primera vez más allá de nuestras fronteras. Dejamos atrás las calles del centro y, apretujados y sudorosos, avanzamos por una carretera cada vez menos afirmada. Ascendimos por la falda de un cerro hasta que llegamos a un inmenso arenal. Allí bajó Charito. Se dirigó hacia una fila de casas, muy cerca de un mercado de esteras, donde los perros habían iniciado una riña sin cuartel. Cuando al fin desapareció de nuestra vista, iniciamos el camino de regreso. Pero era una oscuridad distinta; era otro cielo. Y yo pensé, desde cuándo, mis amigos y yo, ya no ocupábamos el mismo lugar en el mundo de siempre.

3

Soy una cuerda de guitarra. Estoy templado.

No creo que a Charito le interese un tarado como Pico, solamente porque es el mejor pelotero del salón y nunca nadie le ha pegado. Y para que dejes de mirarlo, voy a contarte que Pico se orinó de vergüenza el año pasado, cuando el instructor le preguntó cuál era el credo que profesaban sus padres, y él respondió, Ninguna, profesor; mis padres no son profesionales. Sí, Charito, ya no lo mires cuando te habla porque él siempre será un triste meón de mierda…Y tú, qué quieres ahí, mirándole las tetas. A ti tampoco puede quererte. El micro viejo de tu papá no basta; el no es dueño de nada; sólo el chofer…negro mugriento…

4

Traidores de la gran flauta…

Pico y Borolas se las arreglaban para estar cada vez más cerca de ella en el paradero, y a todo lugar a donde fuera. Aprendieron a jugar billar en un local frente al colegio de monjas y la escoltaban todas las tardes hasta el último recodo del mundo donde vivía. Los dos junto a ella; uña y mugre; mugre y mugre mejor dicho. Y yo, siempre dos asientos detrás, fingiedo como que sólo acompañaba a dos buenos amigos.

Todo ese tiempo fui para ellos un convidado de piedra. El primer domingo de diciembre fuimos todos a la playa. Y además de la narigona desdentada, una zambita retaca, sin más flores que su risa escandalosa y sus manotazos en la espalda cuando algo no le parecía. Yo tomé las fotos en el muelle; yo compré los helados para todos; fui el único que se negó a darle una pitada al cigarrillo que compraron. Y también fui el que pagó el pasaje de las muchachas y del par de malos patas esos. Ese día comprendí, que no interesaba ser el mejor alumno de la clase ni tener una casa de dos pisos en una urbanización para que una colegial quisiera entrar contigo en el mar. Me quedó completamente claro que mis diplomas de aprovechamiento eran asquerosos mojones flotando muy ceca de ella, y no las dejaban bañarse.

El último acontecimiento al que asistimos juntos fue a mediados de diciembre, a la fiesta de quince años de Charito, en el arenal de casitas de adobe. Esa noche, con su mejor sonrisa, nos presentó a su enamorado, un cabezudo con manos de albañil y mucho mayor que nosotros. Bailó con ella empalagosamente todos los temas de moda, mientras nosotros aplaudíamos. Más tarde, cuando abandonábamos la fiesta, comprendí que sólo Borolas cumpliría la promesa de conseguir hembrita antes de fin de año. Aunque fuera con Zoilita. La narigona desdentada. Esta bien, me dije, mientras fingía dormir en el colectivo. Par de feos.

* La foto es de criminalradio.

viernes, 13 de junio de 2008

Los colores de Henry Miller

Transmutaciones. Obra gráfica es el título de la exposición integrada por 27 litografías y serigrafías —procedentes de colecciones privadas— del controvertido escritor, que se exhiben por primera vez en México.

El nombre de Henry Miller (1891-1980) remite a la obra Trópico de cáncer; también a la figura de un revolucionario de la sexualidad en la literatura, a un luchador contra el puritanismo de la sociedad estadunidense.

Pianista amateur, el escritor neoyorquino tuvo una faceta poco conocida, aun cuando la desarrolló con fruición en la última etapa de su vida: la de artista plástico, algunas de cuyas obras forman parte de la exposición Transmutaciones, albergada por la sala Leopoldo Méndez de la Galería del Sur de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana.

El escritor Andrés de Luna, coordinador de la muestra, cuenta que las 27 litografías y serigrafías, procedentes de colecciones privadas de Japón, iban a presentarse en una edición pasada del Festival Internacional Cervantino, pero la misma sorpresa que causa conocer a Miller como artista plástico propició que hasta ahora se difundan las obras, que se exhiben por vez primera en México.

“Miller no sólo fue uno de los escritores más importantes del siglo XX, sino también un grandísimo artista que hay que conocer y apreciar. Lo más interesante es que es como la parte complementaria: si en sus libros es muy crudo, su lenguaje, sus formas, la manera de ver al mundo, en la parte plástica hay una especie de reconquista de la inocencia perdida: es un trabajo bellísimo, casi ingenuo, pero con una muy buena idea técnica: no sólo es un muy buen concepto, sino que su realización es excelente”, explica.

El interés de Henry Miller por la pintura comenzó desde su infancia, gracias a un amigo que tenía un gran talento, pero el deseo se convirtió en realidad a partir de un dibujo de George Grosz, copiado por el escritor: “Por Dios, quizá sí puedo dibujar y pintar”, se dijo al ver lo bien que le había quedado la imagen.

En las imágenes se puede aparecer el escritor en su época juvenil, en sueños, en ciudades fantásticas o en muchos viajes imaginarios; al lado de sus amigos o en calles de Brooklyn, explica De Luna.

Biografía incompleta

Las piezas de la exposición son propiedad de los coleccionistas japoneses Tamako Shimizu y Kunio Akachi, en cuyo país se valoraron mucho los grabados realizados por Miller, de ahí que los grandes coleccionistas de este trabajo sean de aquella nación, lo cual se debió al nexo creado porque su última esposa era japonesa, y eso casi lo obligó a ver al grabado japonés.

“En la vejez se refugió mucho en las artes plásticas. Desde que tenía 50 años se concentró en la idea de plasmar todas sus emociones y no sólo a través de la escritura. Con motivo de sus 80 años de edad escribió un texto en el que uno encuentra la vitalidad de un hombre que no se rinde ante la edad, que forma parte de un mundo erotizado en el mejor sentido de la creación, no sólo en la alcoba, sino también en la creación, en el estudio.”

Su trabajo plástico resulta muy importante en su biografía, insiste Andrés de Luna, la cual no quedará completa mientras no se relate esa parte plástica.“No me parece que sea un trabajo incidental o que pudiera dejarse de lado, realmente es una especie de nudo la que forman las letras y la plástica en Miller.

“Poco a poco vamos a descubrir la obra plástica de Miller, porque no tuvo en su momento tanta difusión, por eso resulta extraña a los ojos de los conocedores.”

Una obra instintiva *

[…] No hay sátira en mis pinturas. Uso varios símbolos de forma constante, lo sé. Ciertos símbolos se repiten una y otra vez. Uno de ellos es la estrella de David y si me preguntan por qué, no sabría qué contestar. La luna también aparece con frecuencia, una media luna o una luna creciente. Creo que es porque se trata de un rasgo decorativo. Pero no tengo una razón específica que me impulse a usar un símbolo u otro. De hecho, nada de lo que hago tiene una razón. Es eso lo interesante y también es extraño; por eso es difícil hablar o escribir acerca de mis pinturas. Cuando me siento a pintar, rara vez tengo idea de lo que voy a hacer. A veces tengo una idea vaga. Sé que quizá me gustaría hacer un paisaje, pero dicho paisaje podría transformarse en algo bastante distinto a medida que avanzo. Cada vez me convenzo más de que la forma correcta de hacer las cosas para mí —no para todos, sino para alguien como yo que no nació siendo pintor, que no tenía talento y aún ahora tiene muchas carencias— es seguir mi instinto, dejar que el pincel en mi mano decida qué hacer.

* Texto de Henry Miller, tomado del catálogo de la exposición. La foto es de personalcollection.

Áspero: pasado que vuelve con la brisa del mar

Fotos de Galia Gálvez tomadas de su blog La bota del caminante www.labotadelcaminante.blogspot.com
Dos cosas golpean en la cara cuando se pisa por primera vez Áspero: una franca y soberana brisa marina y 5.000 años de impresionante historia. Por eso no es raro que al poner los pies sobre esta arcaica ciudad, a uno le entre la misma fascinación por el pasado con la que viven los arqueólogos cada minuto de sus vidas.

Y es que allí, en el distrito de Puerto Supe, en la provincia limeña de Barranca, junto al mar, se encuentran los vestigios de una de las ocupaciones humanas más antiguas de las que se tenga registro en todo el continente americano. Sí, los albores de una de las civilizaciones pesqueras más viejas del mundo a solo tres horas de la capital.

Áspero es uno de los seis complejos arqueológicos que integran el circuito histórico y turístico de Caral-Supe (que comprende el área norcentral del Perú) y es contemporáneo a la ancestral y famosa ciudad sagrada del mismo nombre (3.000 años a.C.). Este habría sido un importante puerto en el que se desarrollaron actividades económicas como la pesca y el comercio, las cuales habrían dado forma al intercambio de recursos entre diferentes culturas de la sierra, la selva e incluso de otros países. Spondylus originarios del golfo de Guayaquil (Ecuador) encontrados en Áspero así lo comprobarían.

De 190 municipios de Áncash, sólo 25 tienen biblioteca

I Encuentro de Bibliotecarios de Áncash se realizará en Chimbote este 20 y 21 de junio. El Estado está de espaldas a la cultura.

La triste realidad de las bibliotecas en Áncash se continúa agudizando sin que a las autoridades políticas, distritales y provinciales, obligadas de acuerdo a ley a fomentar la lectura, la educación y la implementación de centros bibliográficos en sus jurisdicciones, les importe en lo más mínimo. El jefe de la Biblioteca Municipal César Vallejo y Centenario, Paulino Meléndez de la Cruz, quien anunció que este 20 y 21 de junio se realizará en nuestra ciudad el I Encuentro Regional de Bibliotecarios, señaló que el evento intenta consensuar propuestas dirigidas a revertir esta lamentable realidad.
“De los 190 municipios distritales que existen en Áncash, sólo 5 cuentan con biblioteca. Si a eso le sumamos las 20 bibliotecas que existen en las comunas provinciales, podremos darnos cuenta de cuál es la situación y la política de los gobiernos ediles respecto a los fondos bibliográficos en sus comunidades. En la zona Costa, por ejemplo, los distritos de Moro, Macate, Samanco y Nepeña, no cuentan con biblioteca. ¿Adónde van a ir a consultar los niños en edad escolar?”, declaró nuestro interlocutor.
Meléndez aseveró que “la dejadez de los alcaldes distritales es la principal razón del problema. Ahora que hay canon minero siquiera deben implementar una buena biblioteca; pero no, el dinero es usado en pistas, en obritas físicas. Así no podemos avanzar”, manifestó el también presidente de la Asociación de Bibliotecarios de la provincia del Santa.
“Esperamos que al menos llegue el 60% de los 200 bibliotecarios que hay en Áncash. Nuestras bibliotecas no pueden seguir sin mobiliario, libros actualizados, sin personal adecuado, sin lectores”, sostuvo Meléndez.

EL DATO
El evento de los bibliotecarios se desarrollará en el Centro Cultural Centenario de Chimbote, sito en la avenida Alfonso Ugarte. Entre los invitados estará el director de la Biblioteca Nacional del Perú, Sinesio López.

Cueto es finalista del Premio de Novela Política

Con su nueva novela "Días de fuego"

El destacado narrador chimbotano, Fernando Cueto Chavarría, obtuvo la primera mención honrosa del Premio Pasacalle 2008, Concurso de Novela Política, evento literario nacional que tuvo como jurado a Ricardo Virhuez y Javier Garvich Rebatta, director y editor de la Revista Peruana de Literatura. Como ganador del concurso fue Harold Gastelú Palomino, quien participó con su novela “Cadena perpetua”, mientras que Cueto participó con un libro que debe ser publicado en julio próximo: “Días de fuego”.
Según Virhuez, “las obras presentadas destacan por su variedad temática, todas alrededor de nuestro planteamiento general de novela política; diversas técnicas, diferentes visiones del mundo e innumerables maneras de abordar el tema político en el Perú, caracterizan a las novelas participantes, las que sinceramente esperamos ver publicadas independientemente del presente concurso”.
Numerosas novelas provenientes de Lima, Chimbote, Arequipa, Callao, Tarapoto, Lamas, Piura, Cusco, Chosica, Trujillo, Chiclayo, Huancavelica, además de España, Argentina, Alemania y Suecia, participaron en el concurso. De Fernando Cueto podríamos mencionar algunas cosas: nacido en Chimbote, en 1964, ha publicado Labra palabra (1977) y Raro oficio (2001), las novelas Lancha varada (2005) y Llora corazón (2006).

Exclusión (el poder de la palabra)

Nuevo libro de Brander Alayo

La palabra, con una infinidad de recursos, estrategias y posibilidades, supera cualquier forma de expresión. Lo que para unos es una simple representación gráfica de los sonidos, para otros sigue siendo el más importante elemento de comunicación. En Exclusión (El poder de la palabra), el reciente libro de Brander Alayo Alcántara, se utiliza apropiadamente las categorías del marxismo y encuentra en la dialéctica la herramienta eficaz para situar personajes dentro de los contextos políticos y sociales en los que se desarrollan, denunciando los engaños de los sustentos filosóficos, religiosos, económicos, políticos e histórico-culturales de la llamada civilización occidental.
Alayo, un viejo trabajador de la palabra, estudió Administración, Economía y Educación, y su producción literaria está compuesta por los poemarios: Caliarena (1989), Poesía infantil, (revista Marea, 2000), Poemas de la gesta de mayo, (revista Marea, 2003), Alas de seda (2003) y Memorias de la brisa (2007). En cuento, ha publicado: Desasosiego (1995) e Historia de Babel (2002).

Heraud inédito

Maribel de Paz*

Lo que más sorprende son los verbos. En los versos rescatados de un baúl en casa de Cecilia Heraud, hermana del vate muerto en Puerto Maldonado, aparecen palabras como escupir, devorar, arrojar, vomitar, manchar. No es que el resto de la poesía de Javier Heraud pueda tildarse de bucólica. Ciertamente siempre han estado allí los machetes, los fusiles y martillos, y la intensidad de "las cicatrices abiertas". Los versos del poeta guerrillero que aparecen ahora en imágenes inéditas de su puño y letra en el libro Viajes imaginarios (Editora Mesa Redonda, 2008) son, sin embargo, de un ímpetu distinto. Más visceral, cabría decir.
La obra, que llega junto con la reedición de Estación reunida, incluye un dossier gráfico con fotos nunca antes publicadas y compiladas por Herman Schwarz. También, prólogo del poeta y crítico literario Edgar O'Hara, y lo más llamativo: la versión facsimilar de la revista Ágape, cuyo único ejemplar manuscrito realizaron en 1959 Heraud y Hernández. Allí se incluye un poema de cada uno de los vates, el poema de César Vallejo que da nombre a la publicación, y la "Nota sobre las variaciones surrealistas a través de los sueños de un hombre cualquiera".
"Cuando Edgar se puso en la misión de hacer una edición con los manuscritos de Heraud le pidió a Cecilia, la hermana del poeta, que abra todos los cajones, y así encontraron este poema inédito", explica Schwarz sobre la aparición de esta revista que en su contratapa indica: edición limitada a un ejemplar para la dirección, o sea, para Heraud y Hernández.
Sin embargo, más allá de lo llamativo que pueda resultar el hallazgo de estos versos, quizá lo más importante sea la comprobación del estrecho vínculo creativo que existió entre Heraud y Luis Hernández a partir de su encuentro en la Universidad Católica. Vinculación que se traduciría, como se indica en estas obras, en una especie de conversación a través de sus poemas. Así, a las palabras de Heraud en su "Arte Poética" fechada en Madrid 1961 y La Habana 1962 ("Y la poesía es entonces / el amor, la muerte, / la redención del hombre"), Hernández respondería en 1965 con estos célebres versos: "Solitarios son los actos del poeta / Como aquellos del amor y de la muerte". Conversación más allá de la muerte entre dos grandes de la generación del sesenta. Como diría O'Hara: entre Hache y Hache.

* Tomado de Caretas. La foto es del poema inédito de Heraud y del "Soneto" de puño y letra de Hernández. ( la leyenda es también de Caretas )

jueves, 12 de junio de 2008

Flaubert: fragmentos de una vida intensa

Julián Barnes

La correspondencia que el autor de Madame Bovary mantuvo con amigos y personalidades destacadas de su tiempo- entre ellas, los escritores George Sand y Guy de Maupassant- revela aspectos poco conocidos de su intimidad. El sexo, el arte, las intrigas del mundo cultural, el dinero y la política alimentaban una pluma apasionada, no solo en el terreno de la ficción.

La caja de instrumental de Eugène Delamare, funcionario de sanidad de la aldea normanda de Ry en la década de 1840, era sin duda de factura estándar: lo mismo ocurría con el propio Delamare. Hombre inepto aunque concienzudo, fracasó en sus exámenes de medicina y solo alcanzó su modesto estatus profesional gracias a la benévola intervención del cirujano de Ruán con el que se entrenó. Dos cosas, sin embargo, lo distinguían, ambas desafortunadas. La primera era su esposa Delphine. Ella tenía sueños que estaban por encima de su estatus: su variedad de amantes y sus gustos costosos -se comentaron mucho sus cortinas rayadas amarillas y negras- acabaron por conducirla en 1848 a la catástrofe financiera y social; su estrategia para librarse del problema fue el suicidio. El propio Delamare, preso del dolor, se mató el año siguiente. Su segunda desdicha radicaba en el nombre del cirujano que lo había entrenado: Achille-Cléophas Flaubert, padre de un hijo literato. Así, Delphine Delamare se convirtió en Emma Bovary, un fait divers local se convirtió en una gran novela, y por la ley de las consecuencias imprevistas, la caja de instrumental de Delamare (es decir, un objeto concreto cuyo único valor residía en su teórica conexión con un personaje de ficción) fue vendida en noviembre de 2007 por un librero de París en 6500 euros. Una suma que, de haber estado a disposición de madame Delamare, podría haberla salvado de la vergüenza y obligado a Gustave Flaubert a buscar en otra parte el tema de su primera novela.

Los caprichos de la historia y la pertinacia de los académicos hacen aparecer extrañas nimiedades póstumas en la vida de un escritor de genio. Por ejemplo: a fines del otoño de 1877, durante la campaña electoral en la que el reaccionario presidente MacMahon procuraba permanecer en el poder, un hombre mayor que viajaba por Normandía compró dos grandes lápices de carpintero. ...l y su compañero de viaje los usaron para garrapatear insidiosos grafitis contra MacMahon sobre muros e incluso asientos de tren. Estos apuntes menores de un novelista importante (que en ese momento se dedicaba a la investigación para Bouvard y Pécuchet ) nunca fueron mencionados en sus cartas ni registrados en ninguna conversación. Esa conducta antisocial -o libertad de expresión- solo se conoció veintisiete años después de su muerte, cuando su compañero de viaje, Edmond Laporte, le mencionó el asunto a un tal Lucien Descaves. Y el secreto incluso podría haber muerto con el habitualmente discreto Laporte, si Flaubert no hubiera terminado rudamente la amistad de ambos dos años después de aquel viaje de investigación.

Más que cualquier otro escritor de su época, Flaubert se esforzó por mantener a distancia a los que sentían curiosidad por su vida. "No tengo biografía", respondió magistralmente en una oportunidad en que le pidieron detalles personales. Repelía a los periodistas y no permitió que se publicara ninguna fotografía suya. "Ofrecerle al público detalles sobre uno mismo -le escribió a un amigo seis meses antes de morir- es una tentación burguesa a la que siempre me he resistido." También procuró negarle a la posteridad el libre acceso a sus secretos. Alarmado por la publicación póstuma de dos series de cartas de amor de Mérimée, hizo en 1877 un pacto de quema de cartas con Maxime Du Camp, que borró "nuestra vida entre 1843 y 1857". Dos años más tarde, durante una sesión de ocho horas con su protégé Maupassant, toda una vida de cartas recibidas fue evaluada, ordenada, empaquetada y en algunos casos (con seguridad, en el de Louise Colet y posiblemente, en el de la institutriz inglesa Juliet Herbert), quemada.

Sin embargo, no es tan sencillo derrotar a la posteridad. No siempre es posible recuperar las cartas y destruirlas; con frecuencia puede adivinarse el contenido y el propósito de las lagunas en una correspondencia; y el solo hecho de la publicación conjunta de casi todas las cartas conocidas -algo que Flaubert difícilmente podría haber imaginado- sirve para subrayar incoherencias, contradicciones y aquellas pequeñas hipocresías impuestas por la cortesía y los buenos modales. Cuando Flaubert se disculpa, en mayo de 1879, por no haber visitado a la belleza de alta sociedad Jeanne de Loynes porque solo "estaba en París por unas pocas horas", un editor, 130 años más tarde, señala que en realidad estuvo en la ciudad durante casi tres días. Cuando, en marzo del mismo año, le dice a Edna Rogers des Genettes que acaba de terminar de leer todo Spinoza por tercera vez, Jean Bruneau (para quien la Correspondance fue un trabajo de toda la vida) sabe lo suficiente para explicar que ese alarde se aplica solamente a la ...tica , ya que Flaubert no descubrió el Tractatus hasta 1870. Y en cuanto a su vida sexual, es frecuente atrapar al novelista mintiéndoles a sus amigas acerca del lugar adónde va, mientras les pide a sus amigos que lo encubran y les informa más tarde qué era lo que había hecho en realidad.

El caso de Juliet Herbert resulta particularmente ejemplar. Hasta hace treinta años, la institutriz a cargo de Caroline, la sobrina de Flaubert, era apenas una presencia efímera en sus cartas; era objeto de algunos comentarios machistas entre Flaubert y Louis Bouilhet, y también se sabía de ella que había completado la primera traducción (ahora perdida) de Madame Bovary , para la que trabajó en estrecha colaboración con el autor. Pero no ha sobrevivido ni una sola carta intercambiada entre ambos y tampoco ha aparecido nunca una fotografía de miss Herbert. En 1980 Hermia Oliver, en Flaubert and an English Governess , postuló que Juliet había sido una presencia mayor y más presente de lo que hasta entonces se había supuesto en la vida de Flaubert. Y ahora, esa relación no solo se considera de toda la vida sino también persistentemente sexual, de manera que en 1878 -dos décadas después que Juliet dejara de trabajar en Croisset-, cuando Flaubert se despide de Laporte, en una carta desde París: "Lo abrazo. Su GIGANTE (que f... como un asno)", la edición de La Pléiade anota sobriamente: "Tal vez una alusión a Juliet Herbert". Resulta difícil no preguntarse qué habría pensado de esto la familia Herbert.

El primer volumen de la Correspondance , que abarca los años 1830-1851, se publicó en 1973. Desde entonces, mostrar los veintinueve años restantes de la vida de Flaubert ha insumido treinta y cuatro años de trabajo editorial; así, los fieles lectores han experimentado la extraña sensación de envejecer a la misma velocidad que Flaubert. Jean Bruneau también envejeció con él y cuando Bruneau murió, en 2003, Yvan Leclerc se encargó de completar un trabajo de edición que es virtualmente impecable (el único defecto de este quinto volumen es que Gallimard haya suprimido el índice de cartas, un útil recurso que figuraba en los cuatro volúmenes anteriores). Este volumen final empieza con las últimas cartas de la prolongada y esencial correspondencia de Flaubert con George Sand. Hasta el final ella predica el optimismo, todavía reprochándole su obsesión con la forma novelística, todavía desestimando como una "fantasía insana" su convicción de la ausencia del autor. ...l recibe sin malhumor alguno la bienintencionada reprimenda y explica una vez más: "No puedo tener ningún temperamento que no sea el mío. Ni una estética que no sea consecuencia de mi propio temperamento". Su vida, les dice a otros corresponsales, se ha vuelto "austera y poco sociable"; no hay en ella más que "trabajo, recuerdos y sueños". Más de una vez se queja de que el "resorte" de su propio mecanismo se ha roto. Está terminando los Tres cuentos y escribiendo Bouvard y Pécuchet ; aparte de eso, sus cuatro últimos años son una época de soledad y de espera del fin. El ermitaño de Croisset ha alcanzado la etapa final de su aislamiento.

Es cierto que su cuerpo se deteriora: se fractura una pierna y solo le queda "una ficha" en el maxilar superior; sufre de lumbago, blefaritis, forúnculos en la cara y de esa perenne afección del escritor sedentario, hemorroides. Sus nervios, sin embargo, son el mayor problema: en 1879, el médico local, Charles Fortin, lo reprende calificándolo de "gran muchacha histérica", un juicio que concuerda con el diagnóstico enunciado por el doctor Hardy cinco años antes (una "vieja chica histérica"). También es cierto que estas cartas describen la vida de un hombre anciano sin compañía, en todos sus detalles mundanos. Flaubert escribe sobre esponjas y enjuagues bucales y el alto precio de las coliflores; hace arreglar las suelas de sus zapatillas de Estrasburgo, llama a un pedicuro, compra azúcar y damascos para la mermelada, repara el timbre de la puerta con un atizador en vez de un alambre, pierde el irrigador para sus hemorroides, hace renovar las baldosas del baño. Su perro lo "humilla" con sus constantes erecciones, aunque lo divierte cuando vomita sobre la alfombra.

Pero las cartas también socavan la imagen de sí mismo que tiene Flaubert como trabajador implacable y hombre de vida austera: no solo por las escapadas sexuales durante sus viajes a París, sino también por su constante activismo en diversas causas. Pone mucha energía en gestiones e intrigas, tanto en persona como por carta. Su preocupación más duradera es tratar de rescatar el arruinado negocio maderero del esposo de Caroline, Ernest Commanville, objetivo que procura lograr despertando interés y consiguiendo apoyo para constituir una empresa coparticipativa. Pero también politiquea con ministros para conseguirles empleos a Laporte, a Maupassant y a un tal De Le Plé. Es el promotor, casi el agente, de la carrera inicial de Maupassant como poeta y dramaturgo, y usa su influencia para conseguir que se retire la acusación de obscenidad contra el joven escritor; participa en las comisiones abocadas a la construcción de monumentos conmemorativos de Bouilhet en Ruán y de Sand en París, acosa a los editores para que publiquen los poemas reunidos de Bouilhet, estimula la incipiente carrera pictórica de Caroline. Y para sí mismo, trabaja constantemente a fin de asegurar la reedición de sus novelas, la puesta en escena de Le Château des coeurs , su (mediocre) féerie , yla versión operística de Salammbô (se rumorea que con el apoyo de Verdi). Es cierto que estos proyectos no fueron del todo exitosos (Commanville fue a la quiebra, Le Château des coeurs nunca llegó al escenario y George Sand tuvo que esperar hasta 1904 para tener una estatua en París) pero ser un hombre influyente era parte de la imagen que Flaubert tenía de sí mismo. Aunque despreciaba "los negocios", también creía, a veces al punto de ser cómico, que podía ser bueno en eso cuando era necesario. El ermitaño como gran gestor.

En sus años postreros, a veces se refería a sí mismo como "el último de los Padres de la Iglesia". Caroline, en su libro de memorias Heures d autrefois , escribió que "parecía una solitaria figura de Port Royal"; y en 1878, cuando Flaubert asistió a un funeral en la catedral de Ruán, su abrigo clerical y su casquete de seda hicieron que uno de los empleados de la funeraria lo llamara "señor abad". Pero su verdadera iglesia, como siempre, era su "sacrosanta literatura", en cuyo ámbito todo el mundo lo reconocía como sumo sacerdote, cardenal, papa. Los escritores más jóvenes pedían sus consejos y su bendición, la nueva generación ofreció una cena de gratitud en alabanza de Flaubert, Zola y Edmond de Goncourt, una cortesía que ese trío de ancianos retribuyó.

Pero, en este punto, una vez más irrumpe la ley de la consecuencia imprevista. Ya es suficientemente malo que el duradero éxito de Madame Bovary haya opacado, y a sus ojos, disminuido, la apreciación pública y crítica de sus libros ulteriores ("Le aseguro que si pudiera permitírmelo, dejaría ese libro fuera de circulación"). Peor aún, advierte que, a medida que la historia de la literatura empieza a solidificarse a su alrededor, su posición parece haber sido malentendida. El mundo artístico se ha llenado de manera irritante de escuelas e -ismos: realismo, naturalismo, impresionismo ("¡Una banda de bromistas que se han convencido a sí mismos y quieren convencernos a nosotros de que han descubierto el Mediterráneo!"). Y ahora descubre que lo aclaman como uno de los fundadores y príncipes del realismo. Y eso a pesar de haber dicho que había escrito Madame Bovary precisamente porque odiaba el realismo. Y aun a pesar de que también había dicho que el éxito, cuando llegaba, lo hacía siempre por la razón equivocada.

¿Qué puede hacer salvo seguir predicando su misma herejía altruista? Tal como antes había argumentado contra el virtuoso idealismo de Sand, ahora debe argumentar contra la idea del realismo que afirma que basta con ser fiel a la naturaleza: "Ese materialismo me causa indignación". No solo es una estética impertinente e inadecuada, sino también ahistórica. "¿Qué es esta manía de creer que acaban de descubrir la Naturaleza ?", le preguntó a Léon Hennique tres meses antes de morir. Para él, como para cualquier artista genuino, la realidad es solo un trampolín que sirve para impulsar el salto imaginativo hacia la meta final: la belleza. Le explica el asunto -aunque disfrazándolo de un pedido directo de información- a su discípulo más talentoso (y amigo de la familia), Maupassant. Está escribiendo Bouvard y Pécuchet y necesita un escarpado acantilado de piedra caliza para una escena en que sus dos protagonistas, tras una discusión acerca del fin del mundo, deben caer en pánico debido a un súbito desprendimiento de rocas. Tiene que ser una clase particular de acantilado, con vetas horizontales de sílex. Ha buscado lo que necesita sin éxito cerca de El Havre, pero Maupassant, que conoce el tramo de costa entre Bruneval y ...tretat, podría tener más éxito para hallar la locación. Esto puede dar la apariencia de que un realista le encarga a alguien que investigue un paisaje para él, tanto más cuando Maupassant regresa con lo que Flaubert admite que es una "información perfecta". Pero la información perfecta no es lo que él necesita: "Este es mi plan y yo no puedo cambiarlo. La naturaleza tiene que prestarse a mi plan". Así, se trata de lo contrario del naturalismo: la concepción del escritor está en primer lugar, la realidad es secundaria y cuando se encuentra la realidad apropiada, esta no debe contradecir la visión imaginativa del escritor ni procurar imponerle su propia ley.

El colega al que Flaubert está estéticamente más próximo en estos últimos años es Turgueniev (quien tradujo dos de los Tres cuentos al ruso). Flaubert admira el genio innato de Zola y su ritmo de trabajo, pero deplora su carencia de arte y su proselitismo. En cuanto a los muertos famosos, todavía no ha encontrado tiempo para "ese idiota de Stendhal" y cambia de opinión sobre Balzac después de leer sus cartas. Aunque indudablemente era "un gran hombre", no era "un poeta" ni, por cierto, "un escritor", sino tan solo "un tipo inmenso de segunda fila". Cuando le da consejos a Maupassant sobre sus versos, firma "Gve. Flaubert sévère mais juste" . Su actitud hacia la vida puede estar influida por su hipocondría y los achaques de la edad, pero en lo referido al arte, sigue siendo un estímulo para los jóvenes y un admirador de los principios firmes y de lo genuino. Tostoi (hasta que empieza a "filosofar" al final de La guerra y la paz ); Berlioz, que también encarna la sentencia flaubertiana que afirma que el odio a lo burgués es el principio de la virtud, y Maupassant, cuyo relato Bola de sebo Flaubert aclama de inmediato como una obra de arte.

Maupassant representa la más alta esperanza de la generación siguiente; por lo tanto, Flaubert se muestra paternalmente alentador y "severo pero justo". Ve a un joven escritor de gran talento y escasa disciplina. Le dice que trabaje con mayor ahínco y le explica que la religión del arte exige el sacrificio de la vida. Le advierte contra el peligro que entraña ser demasiado mujeriego, demasiado peleador, demasiado atlético. "Una persona civilizada necesita mucha menos locomoción de la que recomiendan los médicos." Maupassant se queja de que el sexo se está volviendo monótono; Flaubert le dice que lo suspenda por un tiempo. Maupassant se queja de que "los acontecimientos son repetitivos"; Flaubert le ordena que los observe con mayor atención. Maupassant se queja de que "no hay frases suficientes"; Flaubert replica: "¡Busca y encontrarás!". Maupassant parece hundirse en la autoindulgencia y la autoconmiseración; Flaubert le advierte: "La tristeza es un vicio".

El propio Flaubert evita la tristeza gracias a una mezcla de orgullo, estoicismo y exasperación. Y las cosas que lo exasperan son muchas. Entre ellas: MacMahon, la democracia, el orden moral, la "Mediocracia", la burguesía, los habitantes de Ruán, la estupidez ("Solo existe un delito en el mundo: la estupidez"), el periodismo, los editores ("soretes blandos"), las ilustraciones de los libros y las revistas literarias, y finalmente, siempre, el maltrato, el menosprecio, la incomprensión y el odio al arte. Con frecuencia estas categorías se superponen. En una carta dirigida a su sobrina, tres semanas antes de morir, Flaubert escribe que la estupidez hacia el arte viene menos del público que de "1) el gobierno, 2) los empresarios teatrales, 3) los editores, 4) los editores de periódicos y 5) críticos oficiales en suma, de los que tienen el poder, porque el poder es esencialmente estúpido". Sus comentarios sobre el mercado literario encontrarán eco entre los escritores de hoy. Tras consignar las virtudes y los defectos de una novela de Daudet, agrega: "Pero si corrigiera sus defectos, vendería menos". Y para cualquier novelista literario proclive a la exasperación ante el hecho de que durante varias semanas del año anterior la novela de tapa dura comprada por el mayor número de británicos fuera escrita por una celebridad menor con los mayores implantes de senos que se hayan visto, hay poco consuelo en que el año 1878 haya visto un acontecimiento semejante. El editor de Flaubert, Charpentier, le había prometido -por segundo año consecutivo- publicar La leyenda de San Julián el hospitalario en un formato especial de Año Nuevo, como regalo, pero a último momento faltó a su promesa y prefirió publicar en cambio un texto más comercial de Sarah Bernhardt, que relataba el viaje de la actriz por los cielos en un globo de gas. Flaubert resopla y vocifera ("¡Charpentier prefiere la literatura de Sarah Bernhardt a la mía!"), mientras Turgueniev, tonificantemente sensato en este caso (como siempre), trata de apaciguarlo. ¿Por qué una "nimiedad" como esa debía afectar tanto a su amigo? Ese libro está "estúpidamente escrito y horriblemente ilustrado", y ya está "tan olvidado como la moda del año pasado".

Sin embargo, el último año de la vida de Flaubert está ensombrecido por una exasperación que ni siquiera Turgueniev hubiera podido disipar. Edmond Laporte había conocido a Flaubert en 1866 y había sido su más íntimo amigo desde las muertes de Bouilhet y Jules Duplan. También fue su compañero de viaje, el que garrapateó con él los grafitis, su investigador y secretario (tareas por las que nunca cobró nada), mientras trabajaba por su cuenta como director de una fábrica de encajes y político local. Fue Laporte quien le había regalado a Flaubert su perro (el de las erecciones humillantes y los vómitos sobre la alfombra); Laporte, quien fue a buscar al novelista a Suiza para traerlo de regreso en 1874; Laporte, quien colaboró en la copia de Bouvard y Pécuchet . Cuando la empresa de Commanville empezó a decaer, colaboró como garante de un pagaré firmado por Caroline. La garantía fue renovada pero luego el propio Laporte cayó en dificultades financieras. Si le hubieran reclamado la deuda, habría tenido que hipotecar su casa: una demostración de incompetencia financiera que hubiera puesto en peligro su carrera política. La crisis se produjo en 1879. Atrapado entre el artero interés personal de Commanville y el imperativo interés personal de Flaubert, a la deriva en un empleo burocrático en Nevers, con un futuro muy incierto, Laporte se negó a renovar una vez más la garantía. Instantáneamente, Flaubert le retiró la palabra, acusándolo de "egoísmo" y "traición". Laporte se convirtió en " mon ex-ami ", y a partir de ese momento no le respondió ni sola una carta. Esa acción -junto con haber intimidado a Caroline para convencerla de que debía casarse con Commanville- es la menos honorable de la vida de Flaubert. Y se agravó más con su muerte: en el funeral, Caroline y su esposo emplazaron a Maupassant en la puerta para que Laporte no pudiera entrar.

Pero también en este caso se aplicó la ley de las consecuencias imprevistas. La hija de Laporte se casó con el especialista en Flaubert René Dumesnil. Sin embargo, para Caroline, Dumesnil quedó manchado para siempre por la "traición" de su suegro. Tal como explicó Jean Bruneau en el tercer volumen de la Correspondance , el casamiento de Dumesnil "durante mucho tiempo demoró y trabó los estudios sobre Flaubert, porque se le prohibió examinar el archivo Commanville, y lo mismo le ocurrió a su gran amigo René Descharmes, el más grande flaubertista de su época".

Cuando Flaubert murió, el 8 de mayo de 1880, la casa de Croisset fue cerrada y precintada, según lo exige la ley francesa. El 20 de mayo, Maître Bidault hizo quitar los precintos y efectuó un inventario de los bienes. Ese documento de trece páginas fue publicado por primera vez en el Bulletin Flaubert-Maupassant (n° 8 - 2000). Cada cosa que había en la casa fue consignada y valuada, desde el contenido del guardarropa del escritor (280 francos) hasta un lote variado que consistía en "una sopera, una ensaladera, dos platos, una balanza de cocina, otra ensaladera y una cantidad de cazos" (2 francos). El 22 de mayo el abogado tasó la biblioteca de Flaubert, que incluía su tan releído (aunque no tanto como él afirmaba) Spinoza, las obras de Louis Bouilhet, diez volúmenes de Zola, trece de Maxime Du Camp, ochenta de George Sand (regalo de la autora), veinte de los Goncourt, y la obra en tres volúmenes de "Louise Collet" [ sic ]. Bidault también tuvo alguna dificultad para escribir los títulos de los libros de Flaubert y escribió Salammbô de dos maneras diferentes, ninguna de ellas correcta. La sección final del inventario consignaba "diversos manuscritos de las obras de monsieur Flaubert", desde " Madame Bovary autographe " hasta " Sallambô autographe " y "el manuscrito inconcluso de una obra titulada Bouvard et Pécuchet ". Se estimó que los bienes domésticos ascendían a un valor de 5315 francos; la biblioteca, 1610 francos, y se encontraron 2515 francos en efectivo en el cajón de una biblioteca. El prudente abogado dejó en blanco la columna que estaba a un costado de los manuscritos, "dada la imposibilidad de adjudicarles un valor en este momento".

( Traducción de Mirtha Rosemberg para ADN )