domingo, 17 de febrero de 2013

La maldita TV


 Augusto Rubio Acosta

En sociedades como la nuestra, en las que el televisor es considerado más importante que una cocina o que cualquier otro artefacto doméstico, al punto de que en promedio existen dos cajas bobas (mal llamados televisores) por familia peruana, y un alto porcentaje de las mismas está colocada en la sala de los hogares y en el dormitorio, el camino para fomentar el hábito de la lectura entre los niños (obviamente con escaso o nulo control parental), se hace más difícil y tortuoso.

El asunto de la TV es extremadamente grave, porque además de ir a la escuela la principal actividad de los niños y adolescentes peruanos es ver televisión (1277 horas al año, en contraposición a las 1200 horas anuales que los más jóvenes ocupan en las aulas). En sociedades en que el mercado de la televisión por cable se expande en Lima y provincias (con una oferta mínima de contenidos de calidad para niños y adolescentes en la pantalla nacional), la caja boba domina hasta los momentos más íntimos e importantes de las familias.

¿Qué hacer para frenar una realidad apabullante como ésta?, ¿cómo evitar que los días que no hay clases, la mayoría de niños (95%) se dedique a ver televisión?, ¿cómo contrarrestar su influencia hasta en las conversaciones familiares durante el almuerzo?

La respuesta es sencilla y la tenemos todos al alcance: con voluntad, con firmeza y con perseverancia. Desterrar la televisión de la vida de nuestros niños resulta altamente saludable, sobre todo porque el tiempo antes destinado a ello será empleado en leer, dibujar, escribir, jugar e interactuar con la familia. Más allá de la TV hay otro mundo, uno mejor que muchos se niegan a verlo. Tú decides.  

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