sábado, 6 de julio de 2013

Ética periodística y ciudadanía



Augusto Rubio Acosta

De los conceptos que a primera mano es posible recoger de los periodistas o ciudadanos sobre ética (ilusión, sueño, fantasía, ideal, metal alta), nos quedamos con las dos últimas. El sentido de la palabra se ajusta al talante quijotesco del periodista cuando es concebida de tal forma que éste asume el propósito de cambiarlo todo, de eliminar la corrupción y la injusticia.
Y es que la utopía del periodista es una insubordinación, una rebeldía frente a la realidad hiriente que nos toca y que sobre todo afecta a muchos inocentes. Es la subversión de la imaginación contra la racionalidad dominante. La utopía es necesaria porque impide nuestro estancamiento y resignación a como están las cosas, a cómo se conduce el mundo.
La ética es una utopía, pero no un vulgar conjunto de normas o imposiciones reglamentarias que hay que cumplir. La ética es una búsqueda, es el impulso a la excelencia, es hacernos felices intentando alcanzar una meta. Y el gran periodismo es ético. 
A propósito de todo esto, un buen ejercicio para analizar los medios que circulan en nuestra ciudad sería analizar las portadas de los periódicos y discutir alrededor de qué dilemas éticos se les plantearon a sus editores y directores a la hora de elaborar y aprobar las primeras planas. Y vamos a encontrar de todo: medios que dan todo el despliegue a acontecimientos deportivos o de farándula, dejando de lado el doloroso drama social; periódicos de dudosa conducta moral y profesional que no tienen devoción por el interés público; medios al servicio de intereses políticos y personales, elaborados en función al negocio.
El periodismo se ha degradado en la mayoría de medios de comunicación, es innegable. La pregunta entonces se desprende por sí misma: ¿son distintas la ética periodística y la ética general? La primera (deontología periodística o deberes de quien opta por el periodismo), es muy distinta de la segunda, que tiene como base los valores éticos de una buena persona. Y no es posible formar a un buen periodista si previamente no se ha formado a un buen ser humano.

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