Leyendo ADN, el suplemento cultural de La Nacón accedí a una entrevista de Susana Reinoso con Margaret Atwood -Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2008 que está en Buenos Aires por estos días-, de la cual he tomado algunas líneas que me han parecido interesantes para compartirlas con ustedes.
Me deslumbró una declaración suya respecto de que la poesía nace en el mismo sector del cerebro que crea la música y la matemática.
Es una teoría no totalmente probada de que la poesía tiene lugar en una parte diferente del cerebro, que es también el sitio de la música y la matemática. Y es más remota de la parte que produce el habla y la escritura narrativa. Las personas que tienen heridas en el cerebro y no pueden hablar, pueden cantar sus palabras y eso significa que ambas funciones están separadas en el cerebro. Se pueden perder elementos del habla y las palabras conectoras, pero se conserva el sentido musical.
Desde esa perspectiva ¿cómo definiría a la escritura?
Algunas personas sólo pueden escribir novelas, otros sólo pueden escribir poesía. Yo soy ambidiestra. Hago las dos cosas y son dos estados mentales diferentes. Escribir una novela es una parte de inspiración y nueve partes de trabajo. Escribir poesía implica un 60% de inspiración y el resto es escribir. ¿Qué prefiero yo? Prefiero lo que estoy haciendo en el momento de hacerlo.Lo que me atrapa es el momento, ya sea un estado poético o un narrativo. Lo disfruto de la misma manera.
Sin embargo ha dicho usted que el primer rayo inspirador fue la poesía.
El momento de inspiración es el mismo. Quizá toma más tiempo transformarlo en algo más largo, como una novela. Un escritor nunca lo sabe.
¿Qué siente usted que pasa con su escritura en relación con el mundo?
No es lo mismo que ser cantante de ópera y tener a la audiencia en vivo en el momeno de la actuación, que escribir un libro. Cuando uno escribe no está en la misma habitación que el lector que luego lee el libro. Todos los lectores son diferentes y extraen diversos significados de tu libro. La lectura es un acto individual. Cada uno reacciona de acuerdo con su propia experiencia, su tiempo, su género, su cultura. El texto es como una partitura musical. El lector es como un violinista. La partitura no es música hasta que alguien la toca. Es una receta. Del mismo modo, las palabras son marcas negras en páginas en blanco. Hasta que alguien las lee y se convierte en un libro.
¿Desde ese punto de vista el lector completa la obra?
Sí, debe ser así.. La novela sin lector es como una orquesta inmensa que nunca se puede escuchar. Hasta que un lector la encuentra.
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