martes, 16 de abril de 2013

Chimbote: la urgencia de ver la vida de otra forma


Augusto Rubio Acosta

En el lugar donde vivimos, ciudad diversa y heterogénea, la falta de curiosidad o inapetencia por el tema cultural es -a nuestro modesto entender- un índice de decadencia y pasividad, porque la cultura afectada por este síndrome se convierte en mero objeto de contemplación. Dar importancia a lo cultural en nuestras vidas es fundamental para poder ejercitar la sensibilidad, el entendimiento, el razonamiento y la comunicación que necesitamos aplicar en nuestro comportamiento social o ideológico; eso –en teoría- se conoce de sobra. A los chimbotanos (en edad escolar) se les obliga a tener una ‘cultura general’, se les ‘instruye’ (los índices de aprendizaje dicen lo contrario), pero es cuando dejamos este periodo donde debemos convertirla en afición, en modus vivendi.
Ser culto no es privilegio único de los que finalizan una carrera universitaria, tampoco de aquéllos que centran su pensamiento exclusivamente en un aspecto específico. Tampoco se puede pretender conocer todas las facetas; la cultura es tan extensa, tan vasta, que necesitaríamos cien vidas para poder conocerla y nunca llegaríamos a dominarla.
Lectura, escritura, música, pintura, escultura, arquitectura, historia, filosofía, ciencia y muchos más temas nos ofrecen un amplio abanico donde buscar respuestas o crearnos preguntas, pero también existe la cultura popular donde los usos y costumbres de otras personas también pueden enriquecerte tanto como las anteriores. Nuestra región es rica en todo ello.
La cultura engendra progreso y sin ella no cabe exigir de los pueblos ninguna conducta moral. La falta de cultura favorece la existencia de la discriminación, la intolerancia, la soberbia y otros comportamientos que no favorecen al ser humano. Ejemplos de ello en el puerto tenemos muchos (cientos, miles) y en todos los sectores sociales (incluso entre gente que se hace llamar ‘culta’), constituyen taras que se multiplican, que crecen entre los escasos árboles sobrevivientes a la pestilencia citadina día a día.
En Chimbote -y en el sector cultura- es urgente la autocrítica, el cambio radical, el empezar un nuevo proceso desde cero (quizá con puntaje en contra). ¿Tan difícil es que veamos la vida de otra forma?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

only write