martes, 20 de abril de 2010

Los últimos años de Cortázar

Ya no fue más la ciudad del juego, ese laberinto de nubes y buhardillas. Julio Cortázar había llegado a París con una beca en 1952. Y se quedó. Allí fue distribuidor de libros y locutor de radio, y escribió sus mayores obras: de Final de juego a Rayuela. Allí vivió con Carol Dunlop, su última esposa, y allí la enterró. "Ahora es el hueco, es un París zombie, no puedo escribir ni vivir mientras veo cómo nacen estas palabras y corre la tarde", escribió, a dos semanas de la muerte de la fotógrafa americana.
Era fines de 1982 y el escritor argentino le escribía a su amigo Félix Grande, poeta español que había conocido en La Habana 15 años atrás. "A esa casa que siempre tuvieron abierta para mí y en la que también entró Carol, a esa casa volveré pronto para estar con ustedes y también con ella, que seguirá junto a mí en todos los viajes que me toque hacer, llegaremos un día los dos, seremos siempre los dos como tú nos ves en esas páginas que me destrozan". Cortázar moriría dos años después, en febrero de 1984. Su correspondencia con Félix Grande se mantuvo inédita hasta hoy, que es publicada por La Revista Atlántica de Poesía, de Cádiz. "No las he publicado antes por pudor. Me parecía presuntuoso presumir de la amistad de Cortázar", dijo el poeta. La nota completa puede ser leída aquí.

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