No hay nada que nos irrite tanto como escuchar a los políticos caducos, lamentables e hipócritas, hablar de moral y prometerle al pueblo -en la plaza o en cualquier noticiero de radio o de tevé- la ansiada estabilidad económica, asegurar que habrá empleo suficiente para todos y que al fin se desterrará la pobreza, la injusticia, la maldita corrupción.
No hay nada que nos reviente más que leer publicaciones pésimamente escritas; nos irrita hasta el límite estar en la cola del estadio, del paradero interprovincial o de saludo del matrimonio, y que alguien (alguna fémina atractiva o dama entrada en años) pretenda “colarse”. Nos revientan los cantantes sin voz en el mejor de los karaokes; las mujeres vulgares, “lanzas” y sofisticadas; los que dicen ser periodistas pero la profesión les queda grande a pesar de sus estudios de postgrado. Nos enerva además los peloteros de fin de semana (¿acaso no tienen nada que hacer?) y el respectivo “full vaso” (podría emplearse el tiempo en actividades más productivas); los padres que compran metralletas de juguete a sus hijos; los menores de edad que mueren de una bala perdida y por la espalda; los TLC “con beneficios” para sus impulsores; la gente hipócrita; los piscos peruanos pero “chilenos”; los que dicen “Que Dios te bendiga” si les das cincuenta céntimos; tantas cosas…
Para variar, el suscrito odia a quienes crían perros y no saben cómo cuidarlos o evitar que muerdan al prójimo (después se escudan en seudo asociaciones protectoras de animales); odia a los policías corruptos (en verdad no los odiamos, se trata de desprecio) y a sus abusivos integrantes. Nos enerva (además nos da risa) que la ignorancia sea tal en los gobiernos regionales, que no tengan un solo proyecto de desarrollo cultural en su lista de prioridades; nos revienta que los municipios de la provincia no promuevan la lectura y todo lo vean construir “obras de cemento” y losas deportivas sobre los desolados arenales. Nos da bronca los que se emborrachan y provocan trifulcas, los que afanan hembritas con sonrisa fingida, los profesores que nunca leen (y jamás leerán), y los tristemente célebres jueces corruptos y trabajadores “vendidos al poder de turno” del Poder Judicial, el edificio ése que nos avergüenza a muchos.
Nos dijeron que no deberíamos escribir sobre las cosas que odiamos sino sobre aquéllas que no odiamos, que sería más sencillo –dada nuestra naturaleza- “carburar” sobre ello. Emplearíamos menos papel, seguro; ¿por qué no mencionas sólo lo que te agrada, Augusto?, usarías menos tiempo y tus aburridos lectores del blog no estarían pensando abandonarte antes de terminar de leer estas líneas…
El hecho es que detestamos también que la gente gaste su plata yendo al estadio a ver a la selección peruana y se olvide de la podrida Federación Peruana de Fútbol, cuya corrupción se pretende ocultar con algunos partidos ganados (dizque para clasificar al mundial); nos irrita que haya quienes creen que algún día un equipo peruano campeonará en la Libertadores (son tan ilusos). Nos da náuseas comprobar que la prensa vendida gana cada vez más adeptos, que aparezcan más locutores de programas chicha y tristes periódicos y revistas dedicados a la farándula, al fútbol y al seudo periodismo. Olvidábamos decir que nos revienta sobremanera que al tema cultural las autoridades no le den importancia (allá ellos, morirán sin conocer lo que es verdaderamente importante en la vida). Podríamos desaparecerlos a todos, pero no creo que valga la pena; además nos ensuciaríamos las manos, son demasiadas las cosas que nos molestan y sólo hemos podido acordarnos de algunas de ellas en este avión camino a la capital de la República. Es hora de aterrizar; seguramente el piloto y su tripulación podrían ser parte de algunos de los personajes que he nombrado hoy y sobre los que he escrito en ésta mi libreta huancaína que siempre me acompaña. Es todo, amigos; tranquilos nomás, no los odiamos. Nos jode sí que no nos lean (perdonen la franqueza), que compren un panfletos chicha para coleccionar “malcriadas” y que sintonicen una de esas radios o canales de tevé que solo producen ruido, escándalos mediáticos y no aportan en absoluto al desarrollo. Es tarde, viajamos en vuestras palabras y nuestras palabras viajan (Hinostroza); hablamos, entonces; uno de estos días nos encontramos en cualquier café de la ciudad o en Twitter, ya nos vemos.
No hay nada que nos reviente más que leer publicaciones pésimamente escritas; nos irrita hasta el límite estar en la cola del estadio, del paradero interprovincial o de saludo del matrimonio, y que alguien (alguna fémina atractiva o dama entrada en años) pretenda “colarse”. Nos revientan los cantantes sin voz en el mejor de los karaokes; las mujeres vulgares, “lanzas” y sofisticadas; los que dicen ser periodistas pero la profesión les queda grande a pesar de sus estudios de postgrado. Nos enerva además los peloteros de fin de semana (¿acaso no tienen nada que hacer?) y el respectivo “full vaso” (podría emplearse el tiempo en actividades más productivas); los padres que compran metralletas de juguete a sus hijos; los menores de edad que mueren de una bala perdida y por la espalda; los TLC “con beneficios” para sus impulsores; la gente hipócrita; los piscos peruanos pero “chilenos”; los que dicen “Que Dios te bendiga” si les das cincuenta céntimos; tantas cosas…
Para variar, el suscrito odia a quienes crían perros y no saben cómo cuidarlos o evitar que muerdan al prójimo (después se escudan en seudo asociaciones protectoras de animales); odia a los policías corruptos (en verdad no los odiamos, se trata de desprecio) y a sus abusivos integrantes. Nos enerva (además nos da risa) que la ignorancia sea tal en los gobiernos regionales, que no tengan un solo proyecto de desarrollo cultural en su lista de prioridades; nos revienta que los municipios de la provincia no promuevan la lectura y todo lo vean construir “obras de cemento” y losas deportivas sobre los desolados arenales. Nos da bronca los que se emborrachan y provocan trifulcas, los que afanan hembritas con sonrisa fingida, los profesores que nunca leen (y jamás leerán), y los tristemente célebres jueces corruptos y trabajadores “vendidos al poder de turno” del Poder Judicial, el edificio ése que nos avergüenza a muchos.
Nos dijeron que no deberíamos escribir sobre las cosas que odiamos sino sobre aquéllas que no odiamos, que sería más sencillo –dada nuestra naturaleza- “carburar” sobre ello. Emplearíamos menos papel, seguro; ¿por qué no mencionas sólo lo que te agrada, Augusto?, usarías menos tiempo y tus aburridos lectores del blog no estarían pensando abandonarte antes de terminar de leer estas líneas…
El hecho es que detestamos también que la gente gaste su plata yendo al estadio a ver a la selección peruana y se olvide de la podrida Federación Peruana de Fútbol, cuya corrupción se pretende ocultar con algunos partidos ganados (dizque para clasificar al mundial); nos irrita que haya quienes creen que algún día un equipo peruano campeonará en la Libertadores (son tan ilusos). Nos da náuseas comprobar que la prensa vendida gana cada vez más adeptos, que aparezcan más locutores de programas chicha y tristes periódicos y revistas dedicados a la farándula, al fútbol y al seudo periodismo. Olvidábamos decir que nos revienta sobremanera que al tema cultural las autoridades no le den importancia (allá ellos, morirán sin conocer lo que es verdaderamente importante en la vida). Podríamos desaparecerlos a todos, pero no creo que valga la pena; además nos ensuciaríamos las manos, son demasiadas las cosas que nos molestan y sólo hemos podido acordarnos de algunas de ellas en este avión camino a la capital de la República. Es hora de aterrizar; seguramente el piloto y su tripulación podrían ser parte de algunos de los personajes que he nombrado hoy y sobre los que he escrito en ésta mi libreta huancaína que siempre me acompaña. Es todo, amigos; tranquilos nomás, no los odiamos. Nos jode sí que no nos lean (perdonen la franqueza), que compren un panfletos chicha para coleccionar “malcriadas” y que sintonicen una de esas radios o canales de tevé que solo producen ruido, escándalos mediáticos y no aportan en absoluto al desarrollo. Es tarde, viajamos en vuestras palabras y nuestras palabras viajan (Hinostroza); hablamos, entonces; uno de estos días nos encontramos en cualquier café de la ciudad o en Twitter, ya nos vemos.
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