Meses después de su publicación, la biografía de Ryszard Kapuscinski (Pinsk, 1932-Varsovia, 2007) todavía se exhibe en los escaparates de las librerías de Varsovia. El libro se ha convertido en un récord y no solo de ventas. Es difícil dar con gente en la capital polaca que no sepa quién fue Kapuscinski. Muchos no ven con buenos ojos su activa militancia en la Polonia Popular dejando de lado si nos contó toda la verdad en sus libros y reportajes. El tercer punto de discordia lo ha puesto Alicja, pediatra y viuda del periodista, que no parece nada contenta con que se haya aireado el pasado mujeriego de su esposo. De hecho ya prepara una tercera demanda -perdió las dos anteriores- contra Artur Domoslawski, autor del libro, que ha debutado con esta biografía en el género y se confiesa harto: "Una y no más".
Desde luego supo crear su propia leyenda. Monaguillo antes de la entrada de los rusos, miembro activo de las juventudes comunistas después, poeta..., Kapuscinski solía implicarse en todo lo que le rodeaba. No era un tipo pasivo. "Jamás de los jamases se debe abandonar una pasión", decía el creador del reportaje literario polaco. Libros como El emperador o El Sha eran y siguen siendo magníficos, pero ahora sabemos que "coloreaba" sus reportajes y que utilizaba licencias poéticas desde que empezó a redactar reportajes para completar algunos textos. Todo eso se desprende de la lectura de las más de seiscientas páginas de Kapuscinski non fiction, un trabajo exhaustivo de tres años, elaborado sin ánimo inquisitivo, desde el cariño y el respeto, a base de entrevistas y testimonios de más de un centenar de personajes. El reportero de Gazeta Wyborcza añade que "desde el principio quiso ser un gran escritor y experimentó con las formas hasta acabar por cruzar la frontera que separa el periodismo de la ficción, aunque poseía el talento de capturar el espíritu del lugar". Más lectura vía El País.
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