domingo, 24 de enero de 2010

Chéjov por sí mismo

Chéjov es el cronista de la vida cotidiana y sus momentos fugaces. Por eso carece de grandes tramas y de grandes personajes. Algo les falta a sus relatos, algo que paradójicamente no es un defecto sino una virtud. Y, como toda zona de sombra, constituye un reto de interpretación. ¿Cuál es el secreto de Chéjov? Mucha -y muy buena- tinta ha corrido intentando una respuesta. Pero, como suele ocurrir, el escritor tenía las mejores claves sobre su escritorio. En su cuaderno de notas, donde iba anotando lo que le interesaba de las personas, lo que pensaba, los libros que leía, los viajes que hacía, las posibles historias, Chéjov dejó las huellas intactas de su visión de mundo. Muy a su estilo: escueto, telegráfico, puntilloso. Leer este Cuaderno de notas, que escribió hasta su muerte en 1904, es el mayor acercamiento que podemos tener a su original espíritu. No a su vida privada; la vanidad no estaba entre sus defectos. Más lectura vía Semana.com

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