sábado, 16 de enero de 2010

Taller Vallejo

El primer día de clases les había yo advertido a los alumnos que la experiencia de estudiar la poesía de César Vallejo es peculiar: al terminar el curso uno sabe menos que al comenzarlo.
Ahora que el seminario concluye, los siete estudiantes saben menos del poeta pero algo más de sí mismos. Han aprendido, por su cuenta, que su capacidad de leer requiere ser puesta a prueba. Reconocer la distinta legibilidad de un objeto de arte es parte de la experiencia crítica, de su aprendizaje sin rédito.
He hecho varias veces este seminario, que llamo Taller Vallejo, postulando no sin optimismo que el ejercicio de leer a este poeta dificilísimo es imprevisible para uno. La verdad, uno no se conoce bien hasta atravesar la ciudad de Trilce. Hay que meter las manos en el poema, diagramarlo, dibujarlo, para finalmente concluir que su descripción confirma que lo conocemos un poco menos. Los siete terminaban las dos horas exahustos y exaltados.
Un buen alumno –le dice el poeta a un tilo del Marne- leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca…” (...) El poema es todo lo que nos queda de la Naturaleza... Lectura de este post de Julio Ortega, vía El Boomeran(g).

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