En un principio, el concepto de "industria cultural", enunciado en la década del 40 por el filósofo alemán Theodor Adorno, tenía una connotación peyorativa. Para éste y otros teóricos de la Escuela de Fráncfort, el término encerraba en sí mismo una contradicción, ya que aludía a la reproducción en serie de un hecho u objeto que es en sí mismo único, como un concierto de música o una pintura al óleo. No obstante, a partir de la década del 80, comenzó a otorgarse particular importancia a este sector, que incluye desde la producción de libros, películas y CD de música hasta los espectáculos en vivo y las obras de arte; y a tratar de medir su impacto en las exportaciones, la economía y el empleo.
Actualmente, casi todos los países tienen, dentro de los organismos públicos de fomento a la cultura, un área de promoción de las industrias culturales. Algunos las consideran dentro del conjunto de las "industrias creativas" e incluyen el diseño, el desarrollo de software, videojuegos y servicios conexos. Sin embargo, la cuenta satélite del PBI cultural argentino se circunscribe a los rubros audiovisual, editorial, musical, espectáculos y obras de arte.
En la Argentina, las industrias culturales representaron en 2009 -último dato disponible- el 3,5% del Producto Bruto Interno (PBI), es decir, unos 13.532 millones de pesos, según los cálculos del Sinca (Sistema de Información Cultural de la Argentina), de la Secretaría de Cultura de la Nación. Esta cifra, que supera la de actividades extractivas como la minería y la pesca, y alcanza la mitad de la de la industria de la construcción, viene en ascenso desde 2004, año en que comenzó a medirse la cuenta satélite de cultura dentro del PBI argentino, y crece a tasas superiores a las del conjunto de la economía nacional.
La participación de la cultura en el PBI nacional es alta si se la compara con otros países de América latina como Brasil (1,5%), Colombia y Chile (alrededor del 2%), y similar a la de algunos países europeos (España, 2,8%).
Lea la nota completa vía adn cultura.
Actualmente, casi todos los países tienen, dentro de los organismos públicos de fomento a la cultura, un área de promoción de las industrias culturales. Algunos las consideran dentro del conjunto de las "industrias creativas" e incluyen el diseño, el desarrollo de software, videojuegos y servicios conexos. Sin embargo, la cuenta satélite del PBI cultural argentino se circunscribe a los rubros audiovisual, editorial, musical, espectáculos y obras de arte.
En la Argentina, las industrias culturales representaron en 2009 -último dato disponible- el 3,5% del Producto Bruto Interno (PBI), es decir, unos 13.532 millones de pesos, según los cálculos del Sinca (Sistema de Información Cultural de la Argentina), de la Secretaría de Cultura de la Nación. Esta cifra, que supera la de actividades extractivas como la minería y la pesca, y alcanza la mitad de la de la industria de la construcción, viene en ascenso desde 2004, año en que comenzó a medirse la cuenta satélite de cultura dentro del PBI argentino, y crece a tasas superiores a las del conjunto de la economía nacional.
La participación de la cultura en el PBI nacional es alta si se la compara con otros países de América latina como Brasil (1,5%), Colombia y Chile (alrededor del 2%), y similar a la de algunos países europeos (España, 2,8%).
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