domingo, 13 de febrero de 2011

Rulfo y Arguedas: apuntes sobre una amistad

En diciembre de 1979, la revista El viejo topo publicó una entrevista concedida por Juan Rulfo al novelista y periodista español Ernesto Parra, en la que éste le pide que mencione los nombres de los escritores hispanoamericanos que prefiere:
JR: En primer lugar, a Juan Carlos Onetti. Para mí es un autor fundamental. Después, José María Arguedas, de Perú, que desgraciadamente se suicidó.
EP: Leí una de sus novelas, El sexto, y tanto el relato como su manera de contarlo no dejan espacio a muchos peros, desde luego…
JR: Tiene otra novela excelente, Los ríos profundos. Un gran escritor José María Arguedas, mejor que Vargas Llosa.
Luego, Rulfo señala a unos cuantos escritores más: Augusto Roa Bastos, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Martín Luis Guzmán… Dada su consabida parquedad, lo que dice sobre Arguedas –a 10 años del suicidio de éste– debe considerarse como un gran elogio.
El centenario natal de Arguedas se cumplió el pasado 18 de enero. En Perú se han realizado todo tipo de conmemoraciones y homenajes, sólo faltó, para darle plena relevancia, que el gobierno peruano declarase formalmente este 2011 como el “año del centenario de José María Arguedas”. Así lo reclamaba mucha gente, como lo prueban decenas de artículos en la prensa local y escritos en la red electrónica. Pero después de una larga espera, el presidente de ese país, Alan García, decretó que se denominaría “Año del Centenario de Machu Picchu para el Mundo”, puesto que en julio de 1911 el estadunidense Hiram Bingham dio a conocer el hallazgo de la asombrosa ciudadela inca.
La decisión resultó controversial, y la opinión generalizada es que, una vez más, las razones de carácter turístico-económicas prevalecieron sobre las consideraciones culturales.
Perú le debe a Arguedas muchas cosas. La principal, sin duda, es la de inaugurar la reflexión sobre el conflicto lingüístico que durante mucho tiempo escindió cruelmente a ese país. (Pocos autores podían tener una conciencia de él tan honda como Arguedas, quien aprendió a hablar y a escribir en quechua antes que en castellano, y amó siempre su primera lengua como vehículo idóneo para describir el mundo andino, razón por la cual se le considera como su mejor conocedor e intérprete.)
Lea el texto completo vía Proceso.

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