El día que leímos por primera vez "Las venas abiertas de América Latina", mezcla simbólica y sentimental de la historia sangrienta y oculta de nuestra América, supimos que Galeano era un escritor ejemplarmente comprometido, cuya vocación por recopilar y contar historias de las injusticias sociales y humanas de nuestras tierras, lo convertirían en inmortal.
Hoy domingo leímos "El libro de los abrazos", relatos breves que pasan del dolor desgarrador, en un giro abrupto, a la esperanza final. Son historias cotidianas, escritas con los pies descalzos y bien hundidos en la tierra, Eduardo Galeano es testigo, confidente, solidario y parte de muchos de sus relatos, a través de sus viajes y de sus amistades.
Lo mejor de todo es que el libro se puede leer al azar. Como lo descargué vía Twitter, las primeras líneas que leí no necesariamente fueron las primeras páginas. Sin embargo, cada historia fue una sorpresa, una denuncia, muchas reflexiones. Respecto a Galeano nos debemos un café, una prolongada conversa, quien sabe unos cuantos vinos, el abrazo sincero de lector que nos toca. Citamos aquí breves líneas de este libro que nos conmueve, nos aniquila:
La dignidad del arte
Yo escribo para quienes no pueden leerme. Los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia, no saben leer o no tienen con qué. Cuando me viene el desánimo, me hace bien recordar una lección de dignidad del arte que recibí hace años, en un teatro de Asís, en Italia. Habíamos ido con Helena a ver un espectáculo de pantomima, y no había nadie. Ella y yo éramos los únicos espectadores. Cuando se apagó la luz, se nos sumaron el acomodador y la boletera. Y, sin embargo, los actores, más numerosos que el público, trabajaron aquella noche como si estuvieran viviendo la gloria de un estreno a sala repleta. Hicieron su tarea entregándose enteros, con todo, con alma y vida; y fue maravilla.
Nuestros aplausos retumbaron en la soledad de la sala. Nosotros aplaudimos hasta despellejarnos las manos.
Comparto con ustedes "El libro de los abrazos" en PDF. De nada, otro día que nos encontremos en la calle nos tomamos un vino.
Lo mejor de todo es que el libro se puede leer al azar. Como lo descargué vía Twitter, las primeras líneas que leí no necesariamente fueron las primeras páginas. Sin embargo, cada historia fue una sorpresa, una denuncia, muchas reflexiones. Respecto a Galeano nos debemos un café, una prolongada conversa, quien sabe unos cuantos vinos, el abrazo sincero de lector que nos toca. Citamos aquí breves líneas de este libro que nos conmueve, nos aniquila:
La dignidad del arte
Yo escribo para quienes no pueden leerme. Los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia, no saben leer o no tienen con qué. Cuando me viene el desánimo, me hace bien recordar una lección de dignidad del arte que recibí hace años, en un teatro de Asís, en Italia. Habíamos ido con Helena a ver un espectáculo de pantomima, y no había nadie. Ella y yo éramos los únicos espectadores. Cuando se apagó la luz, se nos sumaron el acomodador y la boletera. Y, sin embargo, los actores, más numerosos que el público, trabajaron aquella noche como si estuvieran viviendo la gloria de un estreno a sala repleta. Hicieron su tarea entregándose enteros, con todo, con alma y vida; y fue maravilla.
Nuestros aplausos retumbaron en la soledad de la sala. Nosotros aplaudimos hasta despellejarnos las manos.
Comparto con ustedes "El libro de los abrazos" en PDF. De nada, otro día que nos encontremos en la calle nos tomamos un vino.
Hace unas semanas, me permití escribir una prosa, sobre el libro mencionado; comparto con vosotros, dicho escrito:
ResponderBorrarhttp://lacomunidad.elpais.com/rholandos/2011/8/1/abrazando-libro-los-abrazos
Un abrazo y mi gratitud por esa numantina difusión de la cultura.
Rolando.
estimado rolando, la numantina defensa de la cultura y del trabajo cultural de quienes están convencidos de su valor instrínseco se debe a que es parte de nuestro modo de vida, a que no se puede vivir sin comunicar la buena nueva de la lectura y a que como en el cerco de numancia quien sabe todo esto termine con el suicidio de sus defensores.
ResponderBorrarun abrazo