De Luis Eduardo García, poeta, comunicador, profesor universitario y amigo liberteño, compartimos este post publicado hace unos días en Consejero del lobo, líneas que obviamente suscribimos.
El periodismo deportivo ha creado una extraña y monstruosa asociación entre César Vallejo, lenguaje y fútbol que raya, por el mal gusto, en la transgresión inaceptable. César Vallejo es a veces una moda con la que hay que estar a tono, un tema que da siempre prestigio intelectual o un recurso al que los periodistas echan mano de manera indiscriminada.
Su nombre ha servido, sirve y servirá para dar nombre a calles, avenidas, plazas, parques, universidades, academias, asentamientos humanos, clubes de fútbol y un sinnúmero de instituciones sociales, lo cual no está mal puesto dado que se trata del más grande y más universal de los poetas peruanos. El problema con Vallejo y con la poesía se presenta a la hora en que los periodistas deportivos —quienes, dicho sea de paso, merecen el mayor de mis respetos— usan el español para titular y redactar notas informativas.
Una cosa es el lenguaje metafórico, para el que hay que tener buen gusto y estar informado, y otra el lenguaje chirriante y huachafo que oculta falta de talento e imaginación. Si este último se divulga a través de un medio de comunicación, el asunto pasa de feo a horroroso. Y esto último es lo que ocurre precisamente con Vallejo y la poesía. El lenguaje pobre y limitado del que abusan algunos periodistas deportivos está enraizado en medios radiales, televisivos, de prensa escrita e incluso en Internet.
Los periodistas de marras llaman a los integrantes del club César Vallejo «poetas» y al equipo en abstracto «poeta». Así, los poetas «salen a matar», «preparan versos (goles)» o «tienen una tarde inspirada». Lo mismo pasa con el equipo, que unas veces «se levanta» como el cadáver del poema “Masa” y otras veces no es capaz de «componer estrofas» (mejor dicho, ganarle a sus contrincantes) «y sigue muriendo». La lista en realidad es muy larga e incluye palabras y frases antológicas. La más asombrosa quizás sea «Vallejo busca mañana reencontrarse con la poesía». Aunque lo que no dice es hermoso (que juegue bien y gane con elegancia), no justifica bajo ningún punto de vista el empleo del contexto. No soy un purista ni mucho menos, sin embargo me aterra el facilismo con que se escribe y se abusa de los procedimientos idiomáticos. ¿Qué pasaría si el nombre del equipo fuera por ejemplo Ciro Alegría? Supongo que a los jugadores los llamarían «narradores» o «novelistas» y al equipo «novelista» o «narrador», y los primeros no prepararían versos sino prosas; y el segundo compondría capítulos en lugar de estrofas.
Es muy extraño que los lectores de los estratos medios y populares, para quienes los poetas y la poesía están a años luz de sus interese mediatos e inmediatos, tolere este lenguaje y, sobre todo, entienda la aparente clave metafórica que tiene detrás. Quizás la intención no pase de ser un recurso retórico, un adorno verborreico, pero como es repetitivo y asfixiante raya en la transgresión.
Supongo que la asociación poesía/fútbol no solo tiene que ver con la figura emblemática del poeta César Vallejo —a quien a comienzos del siglo XX en Trujillo le daban duro con un palo y duro y ahora recuerdan mañana tarde y noche en la radio, televisión, prensa escrita e Internet—, sino también con la creencia muy difundida de que el fútbol es como la poesía: gitana, súbita, inspirada; en fin, algo que es producto del momento y no de la planificación. El fútbol sin duda expresa a la sociedad peruana.
La poesía, dice el diccionario de la RAE, es la «manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa» y poeta «Persona que compone obras poéticas y está dotada de las facultades necesarias para componerlas». Los conceptos tienen una enorme carga significativa y se refieren a una actividad muy distante del fútbol. ¿Cuál es entonces la relación, aparte de la puramente nominal y traída de los pelos, entre una persona que escribe versos y otra que quiere meter goles en el arco contrario? Si existe algún parecido este no es precisamente el que creen los periodistas deportivos. Más respeto, por favor, con César Vallejo y con el español que él amó mucho y manejó con esmerada destreza.
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