jueves, 29 de agosto de 2013

Para llegar a la Biblio

Las bibliotecas son necesarias para vivir, en ellas está contenido el conocimiento y los libros imprescindibles para una vida plena. El problema es que las grandes mayorías no descubren que en ellas se puede hallar no solo información, sino ocio, cultura, relaciones personales. No haciéndolas suyas, no habitándolas ni hurgando en sus estantes, los ciudadanos relegan a las bibliotecas de sus listas de necesidades de disfrute y -obviamente- se colocan al margen (de espaldas) a su defensa.
El problema de las bibliotecas (que suelen quejarse de la ausencia de lectores), es que no han llegado a ser lo que deberían: centros grandes y vivos, llenos de gente lectora y no lectora. Otro problema reside también en la escasez de especialistas al frente de sus fondos bibliográficos, los mismos que dicho sea de paso suelen estar desactualizados.
Hace casi una década escribí el texto que a continuación sigue, líneas dedicadas a un viejo amigo libresco que es también su director. En la segunda edición de 'Mundo cachina', mi libro de crónicas que ingresará a imprenta la próxima semana, podrán también leerla. Muchas gracias.



Para llegar a la Biblio

A Paulino Meléndez,
en su vieja casa de cartón

Augusto Rubio Acosta

Para llegar a la Biblio hay que atravesar la avenida Gálvez, hay que evadir a los choros que merodean el Mercado de peces (debería ser de pescados) y a los viajeros de ruta que se embarcan rumbo a Trujillo. Para llegar a la Biblio hay que torear la estampida de autos y tráileres en doble sentido, tragarse el smog, los putamadreos de los taxistas desesperados en hora punta, soportar a los ilusos barristas del Gálvez FBC que "bajan" del estadio Gómez Arellano, a los cargadores de bultos rumbo a El Progreso, a los vendedores de aves y cachineros de la avenida Buenos Aires que también caen a "recursearse", y aguantar también el ruido infernal de esa innombrable parte de la ciudad.

Para llegar a la Biblio -qué duda cabe- hay que ser valiente. Cuántas veces me han asaltado en su misma puerta, ante la mirada impasible de comerciantes, tricicleros, pájaros fruteros, papelucheros de la Caja Municipal, pirañitas de poca monta, estudiantes, y hasta en las narices de los mismos "pitufos" o vigilantes del local edil. Pero la Biblio es la Biblio, la casa es la casa y hay que llegar hasta ahí aunque sea peligroso, porque si no de qué nos alimentamos, dónde imaginamos, leemos y escribimos (donde vivo ya no hay qué leer, qué triste...), dónde crecemos...
Para ir a la Biblio hay que tener carné del lector, señala un documento pegado en la pared, pero la cartulina amarilla no cuesta mucho. Yo, que no tengo carné desde hace cinco años, ya debería haberme sacado uno nuevo. Sucede que quizá el hecho de "no necesitarlo" (solicito libros, periódicos, y hasta el auditorio para presentar libros o para algunas actividades culturales a pesar de no tener carné de lector), ha hecho que me inhiba de sacar mi nuevo documento, de actualizar mis datos y hasta de tomarme una nueva fotografía. El hecho es que a pesar de todo, contra todo pronóstico y por un sentido elemental de sobrevivencia, suelo acudir a diario a la Biblio de Gálvez que se llama igual que el cholo de Santiago de Chuco, a sentarme en mi mesa del fondo para disfrutar de la lectura.
Por estos días se respira un nuevo aire en la Biblio. Será porque hace unos días se develó una placa en el ingreso que señala que ahora la Biblioteca Municipal César Vallejo es el novísimo Centro Coordinador de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP) en Áncash, será porque ahora todos esperamos que el contacto de la BNP con nuestra Biblio no sea tan gaseoso como siempre fue, será que el nuevo aire se siente porque hay cierta esperanza de que se arme una nueva programación de distribución librera entre Lima y la provincia, porque ahora se gestionará en nuestro puerto el Depósito Legal y una nueva política cultural al interior de las bibliotecas.
Y es que hasta para leer, hasta para eso hay que ser valiente. Libros nuevos es lo que no hay en la Biblio nuestra de cada día y eso es un escándalo. Hay que releer entonces, acudir a los "refritos", a los clásicos que siempre ayudan, pero que no bastan para un lector vicioso. La Ley de Municipalidades y la Ley del Libro son claras: las comunas deben velar, mantener y promover la creación de Bibliotecas Municipales en todo el país. Entonces, ¿dónde estamos?, ¿por qué la comuna provincial ignora la ley?, ¿por qué se construyen pistas, plazas, malecones, estadios, puro cemento -amén del despilfarro y la corrupción municipal- y ningún libro para nuestra gente?...
Para llegar a la Biblio hay que tragarse todo esto y más. Hay que constatar que no se asigna ni un miserable sol para sacar adelante nuestra casa. En la Biblio de Gálvez no hay ni papel bond para hacer documentos, tampoco toner para poner a funcionar una fotocopiadora que sería mejor cachinearla antes que termine de oxidarse, amén de infraestructura y logística; hasta los muebles y sillas están deteriorados, el techo se cae a pedazos día a día (ojalá no continúe lloviendo porque tendríamos que lamentar la desgracia total de nuestros libros), si hasta la comuna ordenó despojar del sistema de Internet a la Biblio de todos con el pretexto de instalarlo en el Terminal Terrestre, cuando todos sabemos que esas máquinas han ido a parar a las oficinas del local central. En la Biblio tampoco hay recursos para las actividades culturales que se continúan haciendo por esfuerzos particulares y de amigos de una asociación que ya debería ver la luz (jalón de orejas): los Amigos de la Biblioteca.
Para llegar a la Biblio hay que ser masoquista, porque jode, porque duele, porque indigna y hasta enerva que la comuna la tenga en semejante abandono. Al año se realizan de 36 a 48 actividades culturales en ese espacio. ¿Sabrá nuestro desilustrado alcalde lo que es una actividad cultural?... En la Biblio se realiza estos días una muestra nacional de pintura, se presentan libros de cuento, poesía, historia y ensayo, se plasman conversatorios sobre identidad y temas diversos, conferencias, recitales, festivales de teatro, hasta películas de calidad se han proyectado en "la azotea del Mercado de peces", a pesar del televisor de 14 pulgadas, el VHS prestado y las enormes restricciones que existen. La Biblio de Gálvez tiene ya más de cuarenta años y no es dueña de local alguno. Dicen que cierto alcalde le construirá un local nuevo, pero al parecer sólo son rumores (tú sabes lo habladora que es la gente). Lo que hasta ahora no aclaran ni el alcalde ni cierto pleno edil, es quién administrará (de construirse) el nuevo espacio y eso es importante, no vaya a ser que la casa de los libros termine en manos de quienes nada tienen que hacer con su desarrollo.
El techo se cae a pedazos en la biblioteca de Gálvez mientras acabo de escribir un nuevo poema y de afinar estas líneas. Para llegar aquí hay que sortear -es cierto- las mil complicaciones líneas arriba mencionadas, pero si llegas, espero que no sea sólo para hacer tu tarea de colegio o de maestría (sería triste), tampoco para afanar a las hembritas que por aquí caen de vez en cuando; espero que sea para comprometerte de verdad con su desarrollo y fortalecimiento, con nuestra causa, con la recuperación de su dignidad.

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