Jamás sabremos hacia
dónde se dirigía
aquél día de su soledad
Ernesto Sábato
Augusto Rubio Acosta
Nadie supo su nombre
( tampoco importa )
continuaba muriendo exhausto
de tanto esfuerzo
y a pesar de su heroísmo
tal vez necesito hablar con alguien
que le enseñe a orinar
( a tiempo )
en los postes
quizá intentó explicar
los más insondables misterios
del destino
expresarle al amigo ebrio
( que nunca estuvo )
que él no era el último fumador
de sus tristezas
que al otro lado de La Cachina
vivía su infancia
y una fotografía borrosa
lo estaba esperando.
Se incorporó
( delirante )
a pesar de su muerte joven
bendijo a los niños en la puerta del
TEMPLO EVANGÉLICO FUNDAMENTALISTA
“EL APOSENTO ALTO”
vomitó en la fachada
de TRANSPORTES RICHIVÁN
( Pallasca-Chora-Conchucos )
y se introdujo en el diazepán
y la inmundicia de los parques
( sin flores )
en la madrugada de los barrios
y callejones perdidos
jamás supimos adónde iba
los burros la panca las carretas
los borrachines de Cinco esquinas
aún lo están esperando.
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