
Apoyado en su bibliomoto (triciclo librero habilitado para viajar around the world a donde lo lleve la vida), El Chamán cuenta en cada visita que le hago su novelesca existencia: decomisos, broncas con los pitufos (municipales que suelen desalojarlo), vida campesina en La Huaca sembrando arroz, etapa amorosa con la chica conservera de Coishco que ahora le cuida los hijos en su casa de San Pedro, yapas, búsqueda infructuosa de incunables y libros que jamás ubicó, taxeo como “último recurso” para poder “jamear”, y vida y milagros de los “caseros”.
La librería sobre ruedas de El Chamán tendrá unos 300 títulos a lo sumo, todos libros viejos, de segundo a quinto uso, pero sobre todo tiene buena literatura. En la bibliomoto conseguí algunas joyas francamente inhallables. Revisar la ruma de libros con paciencia y mancharse los dedos de polvo hurgando entre textos de todo tipo, vale la pena, nuestra paciencia y perseverancia. Los pobres, los campesinos que “bajan” del campo a la ciudad los domingos y los lectores voraces, son los clientes asiduos de quien –en parte- nos ha hecho olvidar la ausencia del Tío Clorito, legendario librero cachinero que un día desapareció para siempre de Chimbote. Más tarde daré una vuelta por La Cachina; habla, ¿vamos a visitar al Chamán?
Muy buena historia. me hubiese gustado sea más extensa, creo que da para más.
ResponderBorrarLourdes Llaque
Muy interesante está el artículo posteado sigue así.
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