Diez años sin Kubrick

De niños, en una de esas películas que programaba Semana Santa, vimos por primera vez Espartaco, el célebre film dirigido por Stanley Kubrick. Hoy se cumple una década del fallecimiento de este notable cineasta, quien dirigió otros notables largometrajes como 2001: Odisea en el espacio, La naranja mecánica y Barry Lyndon. El realizador norteamericano, sobre cuya vida privada, sin embargo, se ignora casi todo, se ha convertido desdehace mucho en una referencia obligada de la cultura del siglo XX.

Kubrick es sin duda el director más venerado de la historia del cine gracias a la enorme personalidad que impregnó a sus trabajos, fue uno de los pocos realizadores que consiguió el control total de su obra, incluido el montaje final.

Las impactantes imágenes de sus únicas 13 películas, la originalidad de sus planteamientos, las innovaciones técnicas y la profundidad filosófica de sus historias hicieron de Kubrick un director de culto entre los aficionados al cine, pero ignorado en lo que a premios se refiere. Sus películas consiguieron 27 candidaturas a los Óscar -cuatro de ellas al mejor director-, de las que se consiguieron 9, pero siempre en categorías técnicas.

En Espartaco (1960) Kirk Douglas es el protagonista en una historia de revuelta de esclavos en el Imperio Romano. Fue la primera gran producción de Kubrick y que, aunque obtuvo un gran éxito, no fue lo que él buscaba, razón que lo llevó a mudarse a Londres.

Su primer filme británico fue Lolita (1962), una adaptación de la novela de Vladímir Nabokov, que cosechó la misma polémica que la versión escrita, tras la que llegaría la única comedia de su carrera, Dr. Insólito o cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba (1964), un irónico filme, pionero en reírse de la energía nuclear.

Los siguientes cuatro años Kubrick se los pasó inmerso en el rodaje y posproducción de la que es su película más célebre 2001: Odisea en el espacio (1968), que muchos consideran el mejor filme de ciencia ficción de la historia del cine. Luego vendría La naranja mecánica, pero esa es otra historia.