jueves, 24 de julio de 2008

Ser peruano promedio . . .

A escasas horas de embarcarme rumbo a Lima (la FIL espera), entrego este post, que no es sino un texto solicitado por mi viejo Diario La Industria de Chimbote para su ediciòn del 28 de julio... Ah, olvidaba decir que me tomarè unos días libres; vuelvo después del feriado largo con más info en Marea Cultural. Que tengan un ¡ Feliz 28 de Julio !

Ser un peruano promedio en el Perú (perdonen la tristeza) es considerablemente jodido, es cargarse un peso imposible de cargar sobre la espalda, verse abrumado por la amable, hosca e indiferente sonrisa de los gobernantes de turno, de las gentes (comunes y silvestres) que se nos cruzan en la calle, y asistir al banquete de los hambrientos en el salón parroquial de las más crueles ceremonias. Ser peruano promedio es llanto y es risa, es pertenecer a una raza sentimental y a una patria fatigada, amarga y dulce. El peruano promedio olvida fácil y prácticamente todo; no se da cuenta o no se quiere dar por enterado que hay gritos angustiados provenientes de muchedumbres quejumbrosas que reclaman –hace años, plato vacío en mano- una vida digna y apacible en la cual se celebre la vida.

Al peruano promedio le llegan altamente los ancianos que marchan a diario pidiendo seguridad social; le resbalan los paros, las huelgas y las pintas en las paredes exigiendo proyectos de desarrollo que nos saquen del atraso; al susodicho sólo le interesa el día a día: después de todo si no chambea no come, si hay huelga no hay menú en casa, si no hay transporte no va a laborar y entonces le descuentan; qué le va a importar a él el país, el sistema…

El peruano promedio –sin embargo- trabaja duro y parejo para salir adelante, se levanta temprano para procurar que sus dos o tres chambas lo ayuden a subsistir, y así -de a pocos- logra un pequeño capital y construye la patria, su casita en algún lugar de la ciudad; pero él es quien también quien se divierte a más no poder (y no hay que olvidarlo): hace tono por cualquier cosa, anda en busca de carnavales, fiestas religiosas, juergas equis, aniversarios, yunzas, velorios y polladas que convulsionan las màs hondas estructuras de nuestra sociedad.

Basta pararse un cuarto de hora, en cualquier esquina donde haya un kiosco de periódicos con portadas que comentar, para manyar de cerca al peruano promedio. Hoy mismo que La Industria de Chimbote me solicitó estas líneas, decidí tomarle el pulso a la gente y me encontré con seres atemorizados, miserables, bromistas o llenos de ira ante el horror, la esperanza, el infortunio, la noticia de farándula, la victoria o la muerte, quien sabe reflejada en las letras de nuestros titulares. Y es a veces hay sangre fluyendo por las calles hasta chocar con el horizonte, retornando como resaca sin fin hasta nosotros (y ni cuenta nos damos).

El peruano promedio despierta a diario legañoso, se da una ducha (si tiene agua, si ha pagado el recibo), toma desayuno (económico), sale a la calle a caminar y respira como todos el aire enrarecido que le otorga la aventura de existir (que ha elegido para él y sus hijos). Nuestro amigo no se detiene a pensar que vivimos en un país democrático -¿para qué me sirve eso?-, aristocrático y perpetuo; a él le llegan también a buen sitio los TLC y las cumbres de presidentes de Estado. El peruano promedio –sea indio, blanco o mestizo- sólo se preocupa del sembrío, la cosecha, la sequía, la escasez, la lluvia y la inundación (si es campesino); se preocupa de la cárcel, el hospital, la fiscalía, la represión y el Poder Judicial (si es estudiante, obrero o dirigente sindical que sale a marchar exigiendo un país distinto).

El peruano promedio se deja llevar por las noticias de los periódicos vendidos al poder de turno y les cree a los seudo periodistas que cada vez abundan más en su pantalla; se preocupa del escándalo mediático de vedettes y presentadores de tevé desesperados por ganar sintonía; intuye (pero no está seguro) que el país donde vive es suyo, pero sabe que le es ajeno; a pesar de todo, cuelga su banderita nacional en el techo cada 28 de julio (para evitar la multa). Si alguien le pregunta “¿cómo va a ser en fiestas patrias?...”, dirá: “habla, mínimo un par de joncas…”, y entonces se embriagará con los suyos o con extraños llenándose la cabeza de luciérnagas y hasta llorará recordando su infancia allá en la tierra que tal vez sus padres nunca debieron dejar porque hubiese sido mejor para todos.

Al iniciar estas líneas afirmé que ser peruano promedio en el Perú es considerablemente jodido, y lo es sin tener en cuenta que el peruano (el chimbotano) promedio odia tanto la lectura que ni siquiera leerá este triste artículo que sale hoy a la luz quién sabe con qué objetivo vedado. ¿Qué más? … Nada más, hipócrita lector; por mi fuera (y si alcanzara el espacio) le daría a forro a ésta máquina que sabe de mis cosas, de esas cosas que a veces a uno lo estremecen cuando llega 28 de julio y los niños desfilan en el centro con su uniforme nuevo y sus manitas ondulantes al paso marcial de las bandas de música que nos hacen marcar el paso -sin querer queriendo- y pensar que ojalá un día tengamos un país, un país distinto.

2 comentarios:

  1. Gucho :qué es la patria si no la distancia entre hombres y no un trozo de tierra y de invasiones,qué es el Perú si no un cholo con cara de choro con vozarrón,halitosis, y sobaco espeluznante,qué es un desfile si no pura pantomima; olvidémonos de patriotismos patrioteros,fanatismos inútiles,y acordémonos de la lacrosa existencia de millones de peruanos que no viven fiestas patrias si no fiestas pero de hambre de hombres que reunidos podrían aprender de decencia,claridad ,olvidémonos de las fiestas de hoy y pensemos en los hombres de mañana si es que hay un mañana.
    Hasta más contactos.
    literaverba@hotmail.com

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  2. Daniel Pinares Huancayo31 de julio de 2009, 10:30 p.m.

    exelente articulo exelentes comentarios y de mucha verdad, el peruano promedio que son la mayoria piensa y labora asi dia a dia y como lo dice en el articulo, el sobrevive dia a dia por que si no come, cumple las normas ( como a banderita en 28) por miedo a la multa mas que por propia devocion.....salvo el dia del futbol y ahora mas con el voley.

    se interesa mas en el circo que nos dan cada dia con la guerra de vedets y ahora con Abencias, Mamanchuras y Marco Antonios

    el peruano promedio que alguna vez hemos sido todos, es una forma de escapar a nuestra realidad, todos los que hemos y (estamos ) pateando latas o protestando por algo a veces se requiere un desfogue.volverse inmune a esa realidad por que es la manera que usamos para poder entender todo y asi seguir funcionando. asi nos volvemos el peruano promedio.

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