Gustavo Gutiérrez es uno de los pocos peruanos universales. En esta época de los conocimientos especializados, Gustavo destaca por su erudición humanista. Se mueve con mucha facilidad y solvencia en diversos campos del saber. Conoce a los clásicos en su propio idioma, sea este el griego o el latín, discute con pasión diversos tópicos de la filosofía, trata con erudición los temas de la psicología y del psicoanálisis, está al día en los grandes debates de las ciencias sociales, especialmente de la sociología, la política y la cultura y se desplaza con fruición en el vasto campo de la literatura. En la feria internacional del Libro de Guadalajara en el 2005, en la que el homenajeado era Mario Vargas Llosa, Gustavo Gutiérrez fue invitado a disertar primero sobre la poesía de Vallejo y luego sobre las novelas de Arguedas. La sala de conferencias se llenó de bote a bote y deslumbró al auditorio que lo aplaudió con entusiasmo. Los jóvenes lo rodearon para felicitarlo y para tomarse unas fotos con él.
Como si todo lo anterior fuera poco, estudió también Medicina en San Fernando de la UNMSM. El campo en el que se mueve, sin embargo, como pez en el agua es la teología en la que ha producido una revolución copernicana. La Teología de la liberación (1971), su libro más conocido, es un discurso sobre Dios desde el pobre. Dios es mirado, no desde el poder, desde la jerarquía eclesiástica que dictamina sobre verdades y herejías y que condena y castiga a los herejes para mantener el orden, sino desde el pobre que se atreve a decir su propia verdad para entenderse a sí mismo, cambiar su situación de desamparo y reordenar el mundo. Es el diálogo entre el ser y la nada para producir algo: la historia de los que nunca la tuvieron porque los derrotados no han tenido derecho a la memoria. En la presentación del libro de homenaje que la PUCP acaba de publicar con motivo de sus 80 años, Gustavo Gutiérrez sostuvo, recordando unos versos de Marco Martos, que la teología de la liberación discurre entre el silencio y la palabra... Lea aquí el artículo completo de Sinesio López publicado hoy en La República.
Como si todo lo anterior fuera poco, estudió también Medicina en San Fernando de la UNMSM. El campo en el que se mueve, sin embargo, como pez en el agua es la teología en la que ha producido una revolución copernicana. La Teología de la liberación (1971), su libro más conocido, es un discurso sobre Dios desde el pobre. Dios es mirado, no desde el poder, desde la jerarquía eclesiástica que dictamina sobre verdades y herejías y que condena y castiga a los herejes para mantener el orden, sino desde el pobre que se atreve a decir su propia verdad para entenderse a sí mismo, cambiar su situación de desamparo y reordenar el mundo. Es el diálogo entre el ser y la nada para producir algo: la historia de los que nunca la tuvieron porque los derrotados no han tenido derecho a la memoria. En la presentación del libro de homenaje que la PUCP acaba de publicar con motivo de sus 80 años, Gustavo Gutiérrez sostuvo, recordando unos versos de Marco Martos, que la teología de la liberación discurre entre el silencio y la palabra... Lea aquí el artículo completo de Sinesio López publicado hoy en La República.
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