sábado, 6 de junio de 2009

García, a sangre fría

Imperdibles las columnas de hoy en La Primera, donde César Hildebrant y César Levano dejan sentir la profunda indignación que se ha establecido en la gran mayoría de peruanos a raíz de lo ocurrido en la selva. A continuación, breves fragmentos de las mismas, las que recomendamos leer en versión completa aquí y aquí. Ilustra el post, Alvaro Portales.

1
Al momento de escribir estas líneas ignoro, como todo el Perú, cuántos civiles han sido asesinados por las fuerzas del orden y cuántos cadáveres han sido ocultados o quemados al amparo del toque de queda. Lo que sí sé es que once policías han caído cumpliendo la orden de despejar una carretera tomada hace demasiados días. (...) Nada justifica el asesinato de los policías. Pero nada atenúa la responsabilidad de Alan García de haber dado la orden de “limpiar el puente y la carretera” justo 24 horas después de que el Congreso, sometido a sus órdenes, se burlara de la selva postergando el debate del decreto de urgencia 1090. (...) De modo que esa burla se convirtió en furia amazónica, en clamor exacerbado y en grito de guerra.

Lo que García ha vuelto a imponer es su estilo. Su ensangrentado estilo.
2
Alan García ha vuelto a manchar de sangre sus manos, esas manos que ordenaron la matanza de El Frontón y firmaron en su actual período el decreto que permite a las fuerzas del orden abrir fuego contra civiles y les garantiza impunidad.

(...) La selva no es un pueblo joven indefenso. Tampoco es el campo de maniobra de un manípulo de agitadores. Es una región abandonada por siglos, despreciada por las maniobras criollas del Congreso y que no se va a rendir mediante balazos, represión de sus líderes o prisión de Alberto Pizango, dirigente reconocido y admirado por los amazónicos y todo el pueblo. La selva es inmensa y allí todas las armas resultan cortas.

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