A la edad de 81, después de haber ganado el premio Nobel en 1927 y contribuido con ideas claves a la filosofía moderna, Henri Bergson murió de una pulmonía el 4 de enero de 1941, en París. A setenta años de su muerte, podemos decir que Bergson no sólo creo nuevos conceptos sino que además logró exponerlos en situaciones mundanas y asequibles como la carcajada. La generosidad de sus explicaciones lo distingue de la mayoría de los filósofos y constituye la marca de su grandeza, tan distinta de la risible vanidad.
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