Juan Cristóbal
Me pervierto cuando hablo de mi vida
Cuando pienso en las raíces oscuras de mi sino
En la sinceridad imberbe de las plantas
En las heridas inocuas de los cielos
En los ojos infernales de los perros /
Mi vida / como veis /
Está llena de sapos y culebras
Alimañas y ladrones
Y no sé descifrar las miradas que me miran
Las palabras que me hablan
Los silencios que me quieren /
Por eso creo que la vida es una mierda
Un pedazo de locura atravesando los desiertos
Que nos hace creer -ingenuamente-
Que la felicidad es lo único valedero en el concierto
Para aceptar la delicia indispensable para ello:
Que la existencia es otra historia / otro espacio / otro modo
De ver la desvergüenza de los días
Los callejones intransitables de la muerte /
Pero todo /
si lo entendéis bien / desde la miseria de los gritos /
No es sino una mentira inventada en el principio
Un desliz fatigado y envejecido en las ojeras de los gatos
Una forma reiterativa de amarrarnos a la mazmorra del olvido
A los mástiles palurdos y encebollados de los miedos /
Por eso envejezco sin hablarle a mis parientes
Sin mentarle la madre a los pendejos
Sin hacerle caso a los organilleros en los parques /
Y si miro de reojo a las muchachas
O fumo o sonrío en los prostíbulos baratos
Es una forma de agradecer a los vecinos
El estar vivo en este mundo
Soportando los chismes de la lluvia
Las injurias de los tontos
Y para hacerles creer a los incautos
Que me masturbo con las flores y las nubes y el mar
ricotón de las delicias
Cuando -en verdad-
Solo pienso en las figuras simiescas del delito
En los paisajes abandonados de las ruinas /
Por eso es que prefiero los fulgores desorbitados del pasado
A la codicia fervorosa y rudimentaria del futuro
Que siempre aparece y desaparece en las colinas
Como el rostro más oscuro y tenebroso de los tiempos /
De allí las preguntas que se me salen como trompos
del fondo del pellejo:
¿Qué soy -realmente- en este mundo?:
¿Un moscardón rondando los arrabales de la noche?
¿Una sombra extraviada en los umbrales del delirio?
¿La melodía perdida y enloquecedora de los niños?
¿O ese geranio desatado en las tierras baldías del peligro ? /
Como las respuestas no llegan como quiero
No me queda más remedio
Que seguir siendo el silencio de una voz desconocida
Revelando sus secretos a la inocencia de la oruga
a los huevecitos pasados de los grillos /
Mientras siento desbocarse tiernamente mis aullidos
como un fantasma
Por los restos de un universo sin sentido
Y entrar por esa puerta que jamás volverá abrirse
A no ser para encontrarse con las telarañas del vacío /
De este modo reconozco que la tristeza y la muerte
Son mis amigas y enemigas en el sueño
Compañeras inseparables de los mendigos y boxeadores
en el alba
De los poetas y jubilados en la tierra /
Y si se aman y comprenden
Como el sol cuando se arrecha con la luna en los hospicios
de la nada
Es porque les encanta viajar juntas
Hacerse arrumacos en todas las tabernas
Darse besitos en los asilos desesperados de la playa
Mientras derraman sus garbos y lisuras
Y sus voces insepultas
En todo el confín azul del universo.
* Tomado del poemario inédito "Para olvidar a la muerte". Poema reproducido hace unas horas en vosquedepalabrasvives.blogspot.com
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