Hace un par de días, el suscrito leía en algún lugar de la web, que efectivos policiales en actitud matonesca atacaban la muestra fotográfica Yuyanapaq en la Plaza de Armas de Huancayo, acusando a los responsables de la organización de la exposición de "apólogos del terrorismo". El hecho constituye, sin duda, una de las múltiples formas de censura que se ha pretendido imponer todos estos años sobre lo que a todas luces es evidente: las sistemáticas violaciones de los derechos humanos que se cometieron el país durante el conflicto armado interno, hechos de sangre que no fueron simples cuestiones aisladas, que en la mayoría de los casos nunca fueron esclarecidos, y que algunos seudo peruanos pretenden invisibilizar, menoscabar, desconocer.
Mañana se cumplen 8 años de la entrega del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación Nacional (documento que pormenoriza los hechos violentos que se registraron durante el enfrentamiento que las fuerzas del Estado y grupos terroristas mantuvieron en Perú entre 1980 y 2000) y por eso ayer diversas organizaciones de defensa de derechos humanos y familiares de víctimas de la violencia interna en Perú conmemoraron la fecha con diversas actividades de memoria.
Sin embargo, las preguntas de siempre se mantienen flotando y nos hieren: ¿hasta cuándo vamos a esperar que el Estado atienda y cumpla las conclusiones y recomendaciones del Informe Final de la Comisión de la Verdad?, ¿cuándo se implementará una estrategia y una política de memoria que permita posteriores desgracias a causa de la violencia subversiva?, ¿el Estado va a reparar individualmente o no a las víctimas de la guerra interna?, ¿Hasta cuándo habrá que seguir difundiendo el informe final, posteando e insistiendo al respecto, hasta cuándo visitando puntualmente el "Ojo que llora", organizando actos públicos de memoria y lamentándonos un año más que de que el gobierno haga caso omiso a demandas que surgen de lo más hondo de la peruanidad?, ¿hasta cuándo tenemos seguir esperando?...
Han pasado muchos años y han sido demasiados. Ya una buena cantidad de los directamente afectados por la escalada violentista de las décadas pasadas han muerto en el más completo abandono moral y material (y nadie ha dicho esta boca es mía). El suscrito ya no quiere recordar lo que pasó si es que se va a tratar solamente de lamentarnos sobre lo ocurrido. Necesitamos recordar para no repetir, ser autocríticos respecto al rol que hemos cumplido como sociedad civil, al rol que han jugado las organizaciones y ONGs que defienden los derechos humanos, pero además se necesita acción y reparaciones concretas. Más de 70 mil personas fallecieron durante las décadas infaustas de la guerra, la mayoría campesinos pobres de las comunidades más alejadas del Perú; si nos importan ellos, la tragedia que vivimos, si queremos que nuestros hijos vivan en un país con respeto a la dignidad y los derechos humanos (que son muchos y no sólo los que tienen que ver con la violencia política), y sobre todo si no ha bastado el reclamo y la exigencia desde la sociedad civil hasta el momento, no debemos continuar siendo pasivos, no debemos prolongar la espera. La justicia es un derecho humano, anterior y superior a la autoridad del Estado, de carácter universal y del cual depende la seguridad jurídica de las personas, el orden social y la paz. A esta altura del Siglo XXI el Perú ya debería haber implementado la enseñanza de un curso de derechos humanos en las escuelas públicas del país, es lo mínimo que podemos gestionar, exigir. En fin, hay mucho que decir al respecto, sobre todo hay mucho que hacer. El espacio y el tiempo son breves siempre por aquí, pero en el viejo blog de "marea cultural" siempre habrá espacio. Otro día hablamos, ya nos vemos.
* Ilustran este post dos fotografías de @rofacio, la tercera (en realidad las tres) le pertenecen desde hoy al pueblo-twitter. Muchas gracias.
* Para mayor lectura, aquí está el documento sobre los avances en las reparaciones a la víctimas de la violencia política.
Mañana se cumplen 8 años de la entrega del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación Nacional (documento que pormenoriza los hechos violentos que se registraron durante el enfrentamiento que las fuerzas del Estado y grupos terroristas mantuvieron en Perú entre 1980 y 2000) y por eso ayer diversas organizaciones de defensa de derechos humanos y familiares de víctimas de la violencia interna en Perú conmemoraron la fecha con diversas actividades de memoria.
Sin embargo, las preguntas de siempre se mantienen flotando y nos hieren: ¿hasta cuándo vamos a esperar que el Estado atienda y cumpla las conclusiones y recomendaciones del Informe Final de la Comisión de la Verdad?, ¿cuándo se implementará una estrategia y una política de memoria que permita posteriores desgracias a causa de la violencia subversiva?, ¿el Estado va a reparar individualmente o no a las víctimas de la guerra interna?, ¿Hasta cuándo habrá que seguir difundiendo el informe final, posteando e insistiendo al respecto, hasta cuándo visitando puntualmente el "Ojo que llora", organizando actos públicos de memoria y lamentándonos un año más que de que el gobierno haga caso omiso a demandas que surgen de lo más hondo de la peruanidad?, ¿hasta cuándo tenemos seguir esperando?...
Han pasado muchos años y han sido demasiados. Ya una buena cantidad de los directamente afectados por la escalada violentista de las décadas pasadas han muerto en el más completo abandono moral y material (y nadie ha dicho esta boca es mía). El suscrito ya no quiere recordar lo que pasó si es que se va a tratar solamente de lamentarnos sobre lo ocurrido. Necesitamos recordar para no repetir, ser autocríticos respecto al rol que hemos cumplido como sociedad civil, al rol que han jugado las organizaciones y ONGs que defienden los derechos humanos, pero además se necesita acción y reparaciones concretas. Más de 70 mil personas fallecieron durante las décadas infaustas de la guerra, la mayoría campesinos pobres de las comunidades más alejadas del Perú; si nos importan ellos, la tragedia que vivimos, si queremos que nuestros hijos vivan en un país con respeto a la dignidad y los derechos humanos (que son muchos y no sólo los que tienen que ver con la violencia política), y sobre todo si no ha bastado el reclamo y la exigencia desde la sociedad civil hasta el momento, no debemos continuar siendo pasivos, no debemos prolongar la espera. La justicia es un derecho humano, anterior y superior a la autoridad del Estado, de carácter universal y del cual depende la seguridad jurídica de las personas, el orden social y la paz. A esta altura del Siglo XXI el Perú ya debería haber implementado la enseñanza de un curso de derechos humanos en las escuelas públicas del país, es lo mínimo que podemos gestionar, exigir. En fin, hay mucho que decir al respecto, sobre todo hay mucho que hacer. El espacio y el tiempo son breves siempre por aquí, pero en el viejo blog de "marea cultural" siempre habrá espacio. Otro día hablamos, ya nos vemos.
* Ilustran este post dos fotografías de @rofacio, la tercera (en realidad las tres) le pertenecen desde hoy al pueblo-twitter. Muchas gracias.
* Para mayor lectura, aquí está el documento sobre los avances en las reparaciones a la víctimas de la violencia política.
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