desangrándome en la impavidez
de mi cielo
vértebra extraviada
perro de mi tiempo
me siento a escribir tu poema
bajo las nubes más oscuras
de nuestra historia
que es la historia del mar
con estas manos de barro
con las que construí nuestra casa
empapelada de memoria
aula precaria infinita
te escribo ahora para alcanzarte
para cantar contigo
para que cantes como antes
conmigo, chiqui
la incorpórea presencia de la vida
yo
que te he visto dormir entre mis libros
y te volvía a ver
y no creía que fueses verdadera
yo que te elegí por morada
que te he visto crecer
mientras me extinguía
que fotografié tu historia entre la niebla
el fogón el trigo
tu alegría y tus lágrimas
la tierra
también tu soledad
hoy tejo a solas mis sueños sin reposo
habito el magro agujero del silencio
atado a la esperanza que es sobrevivencia mirando el mar
que es el vivir
¿adónde anida tu verbo
adónde tu mirada
adónde la luna grande
inesperada
adónde se incuba tu memoria?
¿adónde, chiqui
¿adónde, chiqui
se fatigan tus sueños
adónde yo en tu canto
adónde mis poemas suspendidos
el destino de la música
ese sustrato de lengua
que aniquila mi garganta?
yo
que observé a esther
acomodarte siempre la almohada
al costado de tu sombra
que te he visto compartir el rancio pan
con el apetito de los pobres
tú que has llorado conmigo
de placer y de dolor
de estrépito de piel y de conciencia
no olvides que del abismo
me arrojan mis palabras
que este poeta conserva
la edad de tu corazón
mi última carta es sumamente explícita:
ya no tengo la luz
necesito de tus ojos.
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