La primera vez que vi y escuché a Emilio Adolfo Westphalen fue en julio de 1990 en "L´Imaginaire". Acababa de llegar a Lima y asistí a la retrospectiva de la obra plàstica de César Moro, espectacular exposición con más de cien obras del artista proporcionadas mayormente por el autor de "Las ínsulas extrañas". Unos días después volví a ver al poeta en su disertación sobre César Moro y los surrealistas. El coloquio Avatares del surrealismo en el Perú y América Latina hervía, pero para alguien como yo: escuálido lector y estudiante que acaba de ingresar a la universidad, Westphalen se limitaba a un par de poemas leídos en alguna enciclopedia escolar, en especial a ese que habla de "dejar descansar tristemente la cabeza en esa sombra que cae del ruido de los pasos..." . Años después habríamos de nutrirnos, de aquilatar su obra.
Considerado una de las más altas voces de la poesía peruana del Siglo XX, Westphalen le dio mucho a la poesía peruana. Allí están "Las ínsulas extrañas" (1933) y "Abolición de la muerte" (1935), sus más emblemáticas publicaciones. Junto a César Moro coeditó la revista El uso de la palabra (1939), años después el poeta publicaría las revistas Las Moradas (1947-1949) y Amaru (1967-1971). Westphalen asimiló la influencia del surrealismo francés, pero nunca se incorporó al grupo que dirigía el poeta francés André Breton. El autor es reconocido como uno de los poetas más altos de la vanguardia peruana y latinoamericana.
Octavio Paz se refirió a él en algún momento: “Westphalen es uno de los poetas más puramente poetas entre los que escriben (hoy) en español. Su poesía no está contaminada de ideología ni de moral ni de teología. Poesía de poeta y no de profesor ni de predicador ni de inquisidor. Poesía que no juzga, sino que se asombra y nos asombra”. Todavía guardamos El Dominical de El Comercio de agosto de 2001, un memorable especial a propósito de su fallecimiento. Westphalen nació un día como hoy en 1911. Son cien años de vida, el poeta es inmortal.
Considerado una de las más altas voces de la poesía peruana del Siglo XX, Westphalen le dio mucho a la poesía peruana. Allí están "Las ínsulas extrañas" (1933) y "Abolición de la muerte" (1935), sus más emblemáticas publicaciones. Junto a César Moro coeditó la revista El uso de la palabra (1939), años después el poeta publicaría las revistas Las Moradas (1947-1949) y Amaru (1967-1971). Westphalen asimiló la influencia del surrealismo francés, pero nunca se incorporó al grupo que dirigía el poeta francés André Breton. El autor es reconocido como uno de los poetas más altos de la vanguardia peruana y latinoamericana.
Octavio Paz se refirió a él en algún momento: “Westphalen es uno de los poetas más puramente poetas entre los que escriben (hoy) en español. Su poesía no está contaminada de ideología ni de moral ni de teología. Poesía de poeta y no de profesor ni de predicador ni de inquisidor. Poesía que no juzga, sino que se asombra y nos asombra”. Todavía guardamos El Dominical de El Comercio de agosto de 2001, un memorable especial a propósito de su fallecimiento. Westphalen nació un día como hoy en 1911. Son cien años de vida, el poeta es inmortal.
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