En Buenos Aires apareció un libro que analiza la original relación que tuvo Borges con el séptimo arte, una lúcida articulación entre el conocimiento previo de la literatura de Borges y el fenómeno del cine concebido con un prisma integral: tanto en relación al tipo de películas que Borges guionó, criticó o consumió como espectador a lo largo de su vida -aun cuando ya había perdido casi completamente la vista, hacia fines de la década del 50- como contemplando las implicancias culturales del desarrollo de la industria y el comercio del cine en la Argentina, con la llegada de films estadounidenses, rusos y europeos, con el salto del mudo al sonoro, con la proliferación de films vernáculos, entre muchos otros aspectos.
El libro se llama "Borges va al cine" y adn reseñó el hecho en un interesante artículo de Soledad Quereilhac, del cual compartimos algunos fragmentos:
"(...) Retomando algunas ideas del ensayo pionero de Edgardo Cozarinsky, Borges y el cine (1974), con el que reconocen su deuda, Aguilar y Jelicié desentrañan cuál era la verdadera "aventura del cine" para Borges: "El eterno retorno de la narración, de las variaciones hollywoodenses de diez o doce argumentos', como ya mucho tiempo atrás lo habían hecho los trágicos griegos". Pero también encuentran que el cine le permitía al escritor constatar "cómo las multitudes recibieron estas historias". En Borges, el adiós a las vanguardias y el abandono de la poesía son seguidos por su indagación del cine como usina productiva de eficacia narrativa.
En esta línea, Aguilar y Jelicié también enfatizan el estrecho vínculo entre su primer libro de relatos, Historia universal de la infamia (1935), y la fascinación de Borges con el cine de Hollywood de los años 30, al sumar una necesaria segunda vertiente a las lecturas que suelen encontrar las fuentes de sus historias en lo libresco y en el periodismo del diario Crítica: "Aunque las fuentes' están conformadas por libros, en todos los relatos se siente el gusto por las historias de aventuras y hasta por los seriales que se proyectaban en los cines".
Con todo, cuando la literatura de Borges fue adaptada al lenguaje del cine, con las versiones de "Emma Zunz", de Leopoldo Torre Nilson (Días de odio), o "La intrusa", de Carlos Hugo Christensen (La intrusa), entre otras, la relación se tornó compleja: a pesar de haber cedido derechos o acordado la trasposición, Borges siempre fue luego un severo crítico de esas películas y nunca logró reconocerse en ellas...". Habrá que esperar a que el libro llegue a nuestras manos.
El libro se llama "Borges va al cine" y adn reseñó el hecho en un interesante artículo de Soledad Quereilhac, del cual compartimos algunos fragmentos:
"(...) Retomando algunas ideas del ensayo pionero de Edgardo Cozarinsky, Borges y el cine (1974), con el que reconocen su deuda, Aguilar y Jelicié desentrañan cuál era la verdadera "aventura del cine" para Borges: "El eterno retorno de la narración, de las variaciones hollywoodenses de diez o doce argumentos', como ya mucho tiempo atrás lo habían hecho los trágicos griegos". Pero también encuentran que el cine le permitía al escritor constatar "cómo las multitudes recibieron estas historias". En Borges, el adiós a las vanguardias y el abandono de la poesía son seguidos por su indagación del cine como usina productiva de eficacia narrativa.
En esta línea, Aguilar y Jelicié también enfatizan el estrecho vínculo entre su primer libro de relatos, Historia universal de la infamia (1935), y la fascinación de Borges con el cine de Hollywood de los años 30, al sumar una necesaria segunda vertiente a las lecturas que suelen encontrar las fuentes de sus historias en lo libresco y en el periodismo del diario Crítica: "Aunque las fuentes' están conformadas por libros, en todos los relatos se siente el gusto por las historias de aventuras y hasta por los seriales que se proyectaban en los cines".
Con todo, cuando la literatura de Borges fue adaptada al lenguaje del cine, con las versiones de "Emma Zunz", de Leopoldo Torre Nilson (Días de odio), o "La intrusa", de Carlos Hugo Christensen (La intrusa), entre otras, la relación se tornó compleja: a pesar de haber cedido derechos o acordado la trasposición, Borges siempre fue luego un severo crítico de esas películas y nunca logró reconocerse en ellas...". Habrá que esperar a que el libro llegue a nuestras manos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
only write