
Fue en 1928 cuando el Premio Nobel de Literatura realizó su primera visita a la isla. Bastaron dos días para que se enamorara de este destino. Cuatro años después aprovechó la invitación de un navegante y contrabandista americano para practicar la pesca deportiva, actividad que le fascinaba. Así, con el pretexto de escribir artículos sobre este deporte, Hemingway comenzó a viajar a Cuba con más frecuencia.
De su habitación en el Hotel Ambos Mundos, de sus trofeos de pesca, el barco donde se hacía a la mar, su máquina de escribir, el bar La Floridita y la La Bodeguita del Medio, de San Francisco de Paula y el Museo Hemingway, de todo ello trata el post que leí en Excelsior y que aquí les comparto.
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