Actor y poeta antes que decidiera enrumbar su vida escribiendo obras de teatro, Harold Pinter cambió -qué duda cabe- la historia del teatro del siglo XX. Reconocido con el Premio Nobel de Literatura en 2005, el dramaturgo británico dejó de existir la semana pasada a los 78 años de edad.
Tenaz opositor a la guerra de Irak y con más de treinta obras teatrales que buceaban en la violencia, el autoritarismo y los perversos juegos de poder que subyacen en la experiencia doméstica y política de la segunda mitad del siglo XX, Pinter padeció un cáncer de esófago desde 2001. La enfermedad le había impedido recibir personalmente el Premio Nobel de Literatura en 2005, pero no seguir trabajando en guiones cinematográficos e incluso volver fugazmente a su viejo oficio de actor. Este autor deja una impecable obra dramática que incluye obras como El montaplatos (1957), El Cuidador (1959) o La vuelta al hogar (1965), representadas casi ininterrumpidamente también en la Argentina. Sin embargo, en los últimos años su exposición estuvo más ligada su rol como polemista político y defensor de los derechos humanos, que a la literatura.
Pinter pertenecía a la generación que presenció el arco de sofisticación de la violencia que cruzó todo el siglo XX y los primeros años del XXI, desde la Segunda Guerra Mundial a la invasión de Irak. A diferencia de autores del teatro del absurdo como Beckett y Ionesco, con los que frecuentemente se lo relaciona, su obra tuvo un anclaje mucho más realista y político. Entre otras innovaciones formales, a Pinter se le reconoce la búsqueda de un lenguaje poético que incluyera el léxico, los tonos y la irracionalidad del lenguaje coloquial. También se destaca su maestría en el uso de los silencios, uno de los rasgos de su teatro que más parodiaron sus detractores. La variedad de escenarios y personajes que retrató en su obra van de los obreros que comparten una pensión en The Room (La habitación, 1957), su primera obra, a los aristócratas que cenan en un lujoso restaurante en Celebración (estrenada en 2000), su última obra. Adiós, maestro.
pinter, excepcional dramaturgo. recuerdo cuando no pudo recoger su nobel porque el càncer lo mataba a plazos. qué làstima.
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