Hace ochenta años tuvo lugar en Montevideo, en el entonces flamante Palacio Legislativo o del Congreso –en el suntuoso, solemne e inmenso Salón de los Pasos Perdidos– la consagración de la poetisa Juana de Ibarbourou como Juana de América. Los sumos sacerdotes de esta ceremonia laica fueron los escritores Juan Zorrilla de San Martín y Alfonso Reyes (por ese entonces, año 1929, cumpliendo funciones diplomáticas en Argentina). Este evento inusitado catapultó a nivel continental y mundial la notoriedad ya creciente de la autora de Las lenguas de diamante.
Hace treinta años, igualmente en Montevideo, se iba de este mundo una anciana que hacía mucho tiempo se había aislado del mundo y cuya obra –en parte al menos– había caído para algunos críticos y nuevas generaciones de lectores en cierto descrédito. Era Juana de Ibarbourou, para quien figuras menores y mediocres que al final de su vida merodeaban en su torno, lograron el dudoso honor de homenajes póstumos por parte de la dictadura que por esos tiempos gobernaba el país... La nota completa vía La Jornada.
Juana, Juana de AMÉRICA!! Buen artículo, saludos!!
ResponderBorrarBuen blog, qué bueno que encontrar a alguien tan apasionado por las letras.
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