Durante siglos se ha dificultado el acceso de la mujer a la lectura, prohibiéndole incluso dererrninados libros. En 1523, el humanista español Juan Luis Vives aconsejaba a los padres y maridos que no permitieran a sus hijas y esposas leer libremente. «Las mujeres no deben seguir su propi o juicio», escribe, «dado que tienen tan POCO». Muchos han sido los hombres a los cuales las mujeres que leen les han parecido sospechosas, tal vez porque la lectura podia minar en ellas una de las cualidades que, abiertamente o en secreto, a veces sin ni confesarselo a si mismos, más valoran: la sumisión.
Relegadas tradicionalmente a un papel secundario y a menudo pasivo en la sociedad, las mujeres encontraron muy pronto en la lectura una manera de romper las estrecheces de su mundo. La puerta abierta al conocimiento, la imaginación, el acceso a otro mundo, un mundo de libertad e independencia, les ha permitido desarrollarse y adoptar, poco a poco, nuevos roles en la sociedad. A través de un recorrido por las numerosas obras de arte que reflejan la estrecha relación entre libros y mujeres, Stefan Bollmann rinde un sentido homenaje a las mujeres y confirma el excepcional poder que confiere la lectura.
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