El pasado puede ser glorioso u oscuro, pero algún día surge de su distancia y llega a la luz. El filósofo de origen rumano Emil Cioran, heredero inigualable de los moralistas del siglo XIX, ha tenido lo que se llama en francés su part maudite, su zona de sombra celosamente protegida, separada de su prestigio internacional y ausente de las obras publicadas desde que vino a vivir a Francia durante la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, los años jóvenes de Cioran en Rumania, de Cioran becario en Berlín, los años de sus primeros escritos, están marcados por una fascinación por el nazismo, por un antisemitismo de alta intensidad y por un virulento fascismo al cual adhirió con su pública simpatía por el movimiento fascista rumano de la Guardia de Hierro. Algunos intelectuales expían los “errores de juventud” (Günter Grass) con arrepentimientos públicos; otros, como Cioran, eligen la expiación silenciosa, el reconocimiento a media voz de que algo se hizo mal pero que ese algo ya está muy lejos. La nota completa en Radar Libros.
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