Un hombre con una libreta, un bolígrafo y una grabadora entrevista a distintos personajes relacionados con la figura de un ministro despótico (en lo político y en lo familiar) de la dictadura de Salazar en Portugal creando el retrato de una sociedad en transición entre la dictadura y la democracia. Espere, espere, me equivoqué, no era lo que yo quería decir, no escriba eso.
Lobo Antunes profundiza en las entrañas del mal (¿lo escribo con mayúsculas? ¿o todo mal que proviene de los humanos es El Mal?) a través de hechos puntuales, de recuerdos, de distintas perspectivas, de varios narradores, mostrando fragmentariamente la vida del ministro. La voz, que aunque pertenece a varios personajes está tamizada por el periodista-narrador-autor, permanece constante a lo largo de la novela al igual que un sentimiento de tristeza y miseria. Es una miseria ligada a la ignorancia, en ocasiones incluso analfabeta, pobre y sin recursos, que no nos es ajena a quienes vivimos circunstancias similares. Nada distinta de la rancia miseria de la posguerra española. Tal vez lo que Manual de inquisidores demuestre es que toda dictadura conlleva la soberbia criminal de los dirigentes y la miseria de quienes la sufren. La nota completa está en El lamento de Portnoy.
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