Se dice que lo que separa la literatura de calidad de la literatura de consumo es la velocidad a que es leída cada una de ellas. La de calidad parece exigir, en principio, más tiempo, y es además por lo general releída en diversos momentos a lo largo de una vida. Pero no siempre el ritmo de lectura es definitorio: el niño enfebrecido, que lee en la cama y ayudado por su linterna La isla de Tesoro de Stevenson, a menudo pasa las páginas con avidez, deseoso de saber el desenlace de la acción, desatento a las sutilezas del estilo, en un aliento lector que se asemeja extraordinariamente al del lector de novelas de consumo, impaciente por conocer la identidad del asesino. No, definitivamente no parece ser la velocidad de lectura lo que califica a una u otra obra. Tampoco, la verdad, su éxito comercial. Por lo general, se habla de la obra literaria de calidad como algo minoritario, en contraposición a la obra literaria de consumo, que se dirige a una amplia mayoría. Pero la historia nos muestra que tampoco las cosas han sido así siempre... Interesante artículo de Jaume Vallcorba que llega vía Letras libres.
Coincido. El razonamiento es otro primo enfermizo de aquel que pronunció César Aira en la reciente Feria del Libro de Guayaquil: "Mientras más grueso es un libro, menos literatura tiene".
ResponderBorrarNo estoy de acuerdo contigo Ezequiel,no se si habrás leído Los hermanos Karamazov,Los miserables,Anna Karenina o Las almas muertas,novela que diciho sea de paso quedó inconclusa,quizas te refieras a la literatura actual y creo que hay que meditar aqntes de lanzar un juicio fácil,por ejemplo,las novelas del norteamericano Philip Roth no bajan de las 500 páginas y son todo un deleite sobre todo El teatro de Sabbath y Pastoral Americana,o Americana de Don DeLillo.Lo de César Aira (no lo he leído),pero no pasa de ser una crítica a la literatura betselleriana actual.A pensar pues.
ResponderBorrarlector miserable.