Joyce Carol Oates sólo deja de escribir para limpiar sus grandes anteojos, acostumbrada a oír que cuando se habla de ella lo primero que se dice es que es prolífica en exceso y que una violencia irritante protagoniza sus textos, baja los párpados, descansa un momento y sin importarle otra cosa que encontrar una nueva palabra, vuelve a la página que está por terminar. La crítica ha revelado los números de su alacrana pasión: más de cien libros publicados, más de diez horas por día escribiendo. Finalmente, convertida en hormiguita laboriosa, de modo fatal y eligiendo rango, responde, ante cualquiera que la interrogue, que no escribe menos que sus contemporáneos King, Mailer, Updike ni que sus guardianes del pasado Dickens, D. H. Lawrence o Anthony Trollope. Pero, ¿qué sabe un escritor de otro? Todo, hubiera respondido Capote mientras liberaba onomatopeyas nauseabundas para referirse a la fecunda señora Oates... Más lectura vía Página12
domingo, 13 de septiembre de 2009
Typewriter woman
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
only write